“Queremos que se puedan aprovechar los paseos para hacer senderismo alrededor del Aconcagua, que es un imán natural por sí mismo”

Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza

“Centinela de piedra” es la acepción etimológica más difundida del Aconcagua. De origen quechua, expresa una síntesis de la idea de frontera que se ha tenido de la cordillera de Los Andes en los tiempos modernos.

Pero las necesidades obligan y generan cambios y tendencias que pueden terminar transformando la realidad. Y como una paradoja, de algún modo, se puede retornar de a poco al milenario concepto de la cordillera como ámbito de desarrollo de vida humana, antepuesto al espacio de diferenciación con Chile y de tránsito hacia el Pacífico.

Este es uno de los puntos que trasciende en este despliegue de Edición U de invierno que apunta a mirar a Mendoza en base a la imagen que el Gobernador esbozó el verano pasado con la intención de convertir a la región de alta montaña en un centro de producción turística.

Concesionarán para turismo las villas andinas

Son tierras fiscales en alta montaña y ya hay varios interesados. Pobladores denuncian desalojos y este sábado reclamarán en la Ruta 7.

De acuerdo con las estimaciones de Marcelo Reynoso, responsable de Calidad y Servicios Turísticos del Ente Mendoza Turismo (Emetur), son tres millones y medio de turistas los que llegan a la provincia anualmente y medio millón de esas personas eligen la montaña como destino. El funcionario asegura que el relevamiento de los actuales explotadores de servicios turísticos a lo largo del corredor andino ya se ha realizado y en octubre habrá un informe de situación. Será el paso previo para mostrar el plan para captar inversores y transformar el área en la Andorra de Sudamérica.

Esta arista en exploración es una de las apuestas más fuertes de Cornejo, quien busca diversificar la matriz productiva de Mendoza urgido en hallar fuentes de producción y servicios. Como mendocino, terminó mirando hacia el oeste para sacarle “agua a las piedras”, sin descuidar la esencia del valle viñatero-bodeguero y el crecimiento cosmopolita de la mancha urbana que se muestra como una plaza de turismo específico, como es la organización de congresos a gran escala como la Cumbre del Mercosur. 

En enero, científicos de la UNCUYO revelaron un descubrimiento en la Villa Las Cuevas. Los huesos de un niño de unos 5 años que había vivido hace 5700 años fueron hallados. Con ello se probó que la cordillera era desde aquel tiempo un ámbito de vivencia humana. Fue en la base de una roca milenaria caída por un desmoronamiento descomunal de hace 12 mil años donde yacía “el Niño de La Cuevas”. Esa piedra, desde entonces, fue refugio natural de grupos de personas que adoptaron la montaña como su hábitat.

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El hallazgo fundamental es complementado con el “Programa Puesta en Valor de Villa Las Cuevas” de la Universidad. Una casa rescatada de la arquitectura alpina de los años 50 se ha destinado a apoyar las investigaciones que se realizan en la montaña y a promover actividades de extensión para que los científicos participen y para que se elaboren proyectos para los lugareños.

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El propósito de convertir al custodio de piedra en gentil anfitrión para lograr atraer turistas quizá sea un plan económico, pero también responde a la natural valoración del entorno mendocino. El Aconcagua sonríe desde lo alto ante la novedad de explotar la montaña como si fuera una mina para extraer las imágenes que se llevarán los visitantes.