El esperado retorno de los arqueólogos a su trabajo de campo tras la pandemia
Estos sitios, centrados en las tempranas ocupaciones humanas de la Puna de Atacama y Patagonia Meridional, fueron elegidos por los profesionales del Conicet para retomar sus investigaciones. Este retorno al trabajo de campo es retratado en el documental “Historias Científicas de Pandemia”.
Conicet
A comienzos de los 2022, dos equipos multidisciplinarios conducidos por el investigador del Conicet Carlos Aschero y centrados en las tempranas ocupaciones humanas de la Puna de Atacama y Patagonia Meridional, retomaron las investigaciones en terreno luego de la Pandemia del COVID 19.
El alero Cacao, en Antofagasta de la Sierra (Catamarca) y la Cueva de las Manos, en el Cañadón del Río Pinturas (Santa Cruz) fueron los sitios que convocaron a los y las profesionales. Además de haber sido empleados durante milenios, estos sitios –como sostiene Aschero–, se conformaron como archivos de la memoria donde el repertorio rupestre articulaba prácticas y saberes inter e intrafamiliares y entre las personas y sus ancestros y ancestras.
Este retorno al trabajo de campo es retratado en el documental “Historias Científicas de Pandemia”, cuya producción integral y posterior registro documental del trabajo en la Puna de Atacama y en Patagonia centro-meridional fue realizado por el Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES, CONICET-UNT) en colaboración con la Productora Conicet Documental.
Entre megafauna del Pleistoceno y ocupaciones humanas tempranas
A 20 kilómetros al norte del poblado de Antofagasta de la Sierra, en la parte superior de una formación de ignimbrita, se localiza el alero. Se trata de un abrigo que se presenta como disonante del conjunto de sitios con ocupaciones paleoindias tanto del Cono Sur de América como del Continente. Y es que además algunos fechados radiocarbónicos arrojaron antigüedades que superan los 35.000 años, con evidencias recuperadas en contexto que remiten a un paisaje del Pleistoceno tardío poblado, entre otros animales, por megaterios, caballos extintos (hippidion) y milodones.
Desde el 2016 las investigaciones estuvieron enmarcadas en el Proyecto “Patrimonios, territorios e identidades: trayectorias sociales y de larga duración en el Norte argentino desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad” (ISES, CONICET-UNT); mientras que en 2020 comenzó el proyecto binacional de la Misión Arqueológica Franco-Argentina en Antofagasta de la Sierra (MAFANS, 2020-2024), dirigido por Christelle Lahaye y Carlos Aschero, y financiado por el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores de Francia.
Entre los objetivos de la misión, el investigador del Conicet Jorge G. Martínez (del Grupo de Investigación en Arqueología Andina de la Universidad Nacional de Tucumán) destaca el de contribuir –con nuevas evidencias y líneas de investigación desde la arqueología, las ciencias de la tierra, la biología y la botánica– a dar cuenta de las tempranas ocupaciones humanas y la posible asociación entre éstas y la fauna extinta, en un marco temporal y espacial del que no se dispone de precisiones paeloambientales y etológicas de la megafauna.
Como enfatizó Marcelo Zárate (INCITAP, CONICET-UNLPAM), es “muy importante el contexto ambiental de los grupos humanos que vivieron en el pasado. Ese contexto ambiental se puede reconstruir haciendo inferencias a partir de restos biológicos y de los sedimentos del alero y, fundamentalmente, de los depósitos que han sido transportados por la red de drenaje, es decir, los cursos de agua, como el Curuto por ejemplo”. Por ello, para reconstruir ese contexto ambiental, se tomaron muestras en las vegas cercanas a los fines de detectar –entre otras evidencias– diatomeas, macrorestos vegetales y ostrácodos.
Por su parte, Susana Burry de la Universidad Nacional de Mar del Plata resaltó que fitolitos, polen y restos vegetales contenidos en las fecas ayudan a determinar las comunidades vegetales del pasado, contribuyendo así a la reconstrucción del paleoambiente y dieta de la fauna extinta. Junto a Laura Benvenuto y Romina Petrigh (IIPROSAM, CONICET-UNMDP), tomaron muestras en las vegas y en el alero. Mientras María Eugenia Mosca Torres y M. Eugenia de Porras (IANIGLA, CONICET-UNCu-Gob. de Mendoza), se dedicaron a prospectar, muestrear y realizar el relevamiento de la flora del área.
Foto: Conicet.
Nuevas manos en el Río Pinturas
En el Cañadón del Río Pinturas, noroeste de la provincia de Santa Cruz, se retomaron las investigaciones en el complejo de sitios con arte rupestre Cueva de las Manos, declarado por la UNESCO en 1999 como Patrimonio de la Humanidad. Y es que en un recorrido de apenas unos 300 metros una diversidad de expresiones culturales remite al mundo de lo sagrado de sus hacedores, a prácticas rituales y de la vida cotidiana de los grupos humanos que atravesaron el Cañadón.
Es importante señalar que en las últimas dos décadas se priorizaron en la Cueva de las Manos tanto las investigaciones referidas al relevamiento y conservación del arte como los programas de manejo del sitio (intervenciones promovidas y dirigidas desde el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano -INAPL de la Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales del Ministerio de Cultura). Por ello la campaña de marzo 2022 adquirió relevancia dado que se excavaba, después de muchos años, en la cueva principal.
Tal como destacó Damián Bozzuto, investigador del Conicet en el INAPL, cuando se obtuvieron los tempranos fechados se disponía de poca información de las ocupaciones cercanas y del oeste de la Patagonia centro-meridional, por lo que resultó complejo relacionar, comparar y/o articular Cueva de las Manos con otros sitios –por ejemplo, con los del Parque Nacional Perito Moreno– a una escala donde pudieran discutirse aspectos tales como la movilidad e interacción social entre paisajes y sitios distintos y distantes.
Es que durante los últimos 40 años se efectuaron numerosas investigaciones y aportes para la región, por lo que surgieron nuevas preguntas sobre el Cañadón del Río Pinturas teniendo en cuenta la información actualmente disponible. De allí que, como también resaltó María Teresa Civalero, profesional del Conicet en el INAPL, confrontar los resultados de esta excavación con la información proveniente de sitios alejados es clave para entender la dinámica de aquellos grupos humanos que habitaron la meseta y la cordillera.
Fuente: Conicet
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