El encierro no es la solución: “El gran reto es pensar en la oportunidad y no en el castigo”
Así lo expresó Arturo Piracés, director de Responsabilidad Penal Juvenil (ex-COSE), al pronunciarse sobre el trabajo de reinserción social que realizan con jóvenes en conflicto con la ley. Joel (21), joven panadero, contó cómo fue su paso por el hogar y su resocialización. ¿Qué cambia si bajan la edad de imputabilidad?
Foto: Télam
La legislación internacional en materia de niñez y adolescencia derivada de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1990, a la cual Argentina adhiere a través de la Ley 26.061, propone que las sanciones aplicadas a los adolescentes en conflicto con la ley no sean privativas de la libertad, sino más bien de carácter socioeducativo, con el fin de permitir que esta población, que se encuentra en proceso de formación, culmine de la mejor manera su socialización. Por esta razón, en el Hogar de Libertad Asistida, que pertenece a la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil de Mendoza (ex-COSE), se sabe y se entiende que la reinserción es crucial y debe aplicarse mediante una acción educativa, integral y focalizada.
“Nuestro programa de reinserción social tiene como eje central que los adolescentes sean incluidos y reincorporados a su comunidad, lo cual implica un proceso de adaptación que impacta a, por lo menos, tres partes: al joven, a su familia y a la comunidad en la que se encuentra”, expresó a Unidiversidad Arturo Piracés, a cargo de la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil (DRPJ).
“Hoy, nuestro trabajo tiene como principal objetivo hacer al adolescente consciente de sus acciones –continuó el director–. Es un proceso de aprendizaje y de vinculación funcional entre el joven y su entorno que favorece principalmente su capacitación laboral para obtener una optimización de sus cualidades positivas”, dijo. En ese sentido, Joel Godoy es un claro ejemplo de lo que hacen en esta institución. Con tal solo 21 años, este joven ya ha tenido choques con la justicia y transitado por varios hogares, incluido el ex-COSE.
“En aquel tiempo, no tenía dónde ir y andaba en malos pasos. Deambulé por varios hogares, incluso estuve en el antiguo COSE y no fue bueno. Fui de aquí para allá porque no tenía una familia que me diera una mano. Poco después, llegué al Hogar de Libertad Asistida, donde estuve casi 2 años. Aquí pude cambiar, formarme y ser alguien”, explicó Godoy.
Esta casa alberga a jóvenes que han cometido delitos leves y que, por diversas situaciones, no pueden volver con sus familias en lo inmediato. También funciona como etapa de reinserción social en la que los menores vuelven a la escuela, aprenden oficios y comienzan actividades recreativas y deportivas.
Joel Godoy. Foto: Hogar de Libertad Asistida
“En el sistema de Responsabilidad Penal Juvenil, se acompaña de la misma manera a dos tipos de casos diferentes: por un lado, tenemos la unidad de medidas alternativas, donde los jóvenes pueden retornar con sus familias, pero con el seguimiento del personal del hogar, tratando de que cumplan tareas educativas, de salud, recreativas, con asistencia de sus familias”, detalló el funcionario.
“Por otro lado, están los casos de internación por delitos graves o reincidencias y que no tienen ese grupo familiar de contención –continuó–. Entonces, la tarea de la Dirección Penal Juvenil, junto a la Dirección General de Escuelas (DGE), es trabajar en la reinserción de los jóvenes a través de un sistema de terminalidad educativa con acompañamiento psicológico, pedagógico y de oficio para que, cuando cumplan la mayoría de edad, puedan encontrar un ambiente laboral acorde fuera del hogar”, explicó.
En consonancia, Joel afirmó que el hogar es un buen lugar, donde los jóvenes pueden tener las oportunidades que, tal vez, la vida no les dio: un techo, comida, contención, ayuda y una formación educativa.
“Aquí la mentalidad te va cambiando. Al inicio, entrás con mente de la calle, en la que te da lo mismo, pero con el paso del tiempo, comenzás a entender que tu vida era otra, que hay algo más que hacer, que no todo es joda, ni vagar, ni mucho menos cometer delitos. El trabajo que hacen aquí es por vos, y eso es lo que los jóvenes que ingresan deben entender. Todo va en que se dejen ayudar, porque hay personas que no lo hacen y, lamentablemente, no podés obligarlos. Muchos de esos terminan reincidiendo, perdidos o, peor aún, ingresando al penal. Todo va en uno mismo, de tu voluntad por seguir adelante, de cambiar de vida. En el hogar, esto es posible”, detalló el joven.
Foto: Hogar de Libertad Asistida
Este joven, como la gran mayoría de los chicos que cumplen su sentencia socioeducativa, tienen, además, acceso a herramientas que los ayudan a optimizar su desarrollo social y laboral. “A pesar de que entré solo al hogar, nunca lo estuve. Gracias a toda la gente que trabaja aquí, pude superarme. Con esta gente, me sentí contenido, acompañado, fueron una gran familia. Salí adelante, estudié, me formé, tengo mi trabajo, que valoro un montón, y puedo mantenerme yo solo. Ya son 4 años como panadero. Yo no lo sabía, pero gracias a la gente del hogar, pude cambiar”, remarcó Godoy.
Sin embargo, aún hay mucho trabajo que hacer, tanto dentro del hogar como fuera. Es que la reinserción sigue siendo una opción poco aceptada por parte de la sociedad y es considerada, por muchos, un desperdicio de recursos.
“La gente no entiende que el daño que se le genera a un adolescente al privarlo de la libertad es enorme y pone incluso en riesgo su proceso de reinserción, ya que es la etapa de la vida en la que aprendemos a relacionarnos en sociedad”, subrayó el director de Responsabilidad Penal Juvenil.
“El panorama para los jóvenes en conflicto con la ley es especialmente adverso –continuó– porque, al llegar a la edad adulta, incluso cuando terminan de cumplir su 'condena', regresan al entorno social que, en la mayoría de los casos, fue el que propició y normalizó esas conductas. Por eso, nuestra función aquí es tratar de educarlos, apartarlos de ese entorno hostil del cual vienen e integrarlos al sistema social, educativo y laboral, para que aprendan, se nutran, crezcan fortalecidos y puedan encarar el mundo. El gran reto es pensar en la oportunidad y no en el castigo”, completó el funcionario.
Cabe recordar que por la institución ya pasaron más de 100 jóvenes. De estos, 60 pudieron reinsertarse con trabajo genuino de los oficios que aprendieron en el lugar. El resto pudo volver a sus casas, controlados por la Unidad de Medidas Alternativas que los visita en sus domicilios.
Arturo Piracés, director de Responsabilidad Penal Juvenil
En falta
Un inconveniente que resaltó Piracés fue la falta de un lugar físico en el que puedan ingresar mujeres que tienen dificultades con la ley y que, como los jóvenes, no pueden regresar a sus hogares.
“Es un inconveniente en el cual estamos trabajando. Si bien el mayor ingreso al hogar de asistencia proviene de chicos, necesitamos un lugar donde dar refugio y contención para las chicas que tienen algún tipo de inconveniente. Hoy solo tenemos un solo caso que está siendo asistido por la ex-Dinaf”, manifestó Piracés.
Otro punto que resaltó el director es la necesidad de una ley que acompañe al joven una vez egresado del hogar de asistencia. “Lo que falta, en lo nacional como en Mendoza, es una ley de responsabilidad penal juvenil, que debería contemplar que el chico, una vez que egresa del sistema, sea acompañado por las autoridades competentes, que tenga un seguimiento para que no caiga en malos pasos”, dijo.
Bajar la edad de imputabilidad
Luis Petri, diputado radical por Mendoza, anunció que presentará en el Congreso de la Nación un proyecto de ley para bajar de 16 a 14 años la edad de imputabilidad de los menores. Esto se produce luego del asesinato de un kiosquero en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, en la que participó un menor.
“Voy a presentar una ley que baje la edad de imputabilidad a los 14 años y permita el juzgamiento y condena a quienes cometen aberrantes delitos. La inseguridad se retroalimenta con la impunidad de sus responsables y desampara a las víctimas”, señaló Petri en Twitter.
Sobre el tema, director de Responsabilidad Penal Juvenil se pronunció.
“Es un tema que se viene discutiendo desde hace mucho tiempo en la Argentina. En casi todos los países de América del Sur, se ha bajado la imputabilidad, salvo en Argentina y Cuba. Lo bajó el Brasil de Lula a 14 años, Uruguay a 13 años con Mujica, Chile y la Venezuela de Maduro a 14 años, es decir, no tiene que ver con una connotación ideológica, sino más bien con la realidad de cada país. Coincido totalmente con las expresiones de Eugenio Zaffaroni al decir que bajar la edad es una forma de proteger al chico para que no lo ocupen las mafias ni los carteles de las drogas, y que de alguna manera se le haga un debido proceso, aunque no vaya a condena, pero sí un proceso para aclarar quién lo manejará como forma de protección”, detalló Piracés.
“Creo que ayudaría la baja en la imputabilidad, pero de la mano de una mejora del sistema de protección y educación donde los chicos puedan ser acompañados en el proceso –continuó–. Hoy en el hogar tenemos 45 chicos sobre una población de 2 millones de habitantes en Mendoza, esto claramente no es significativo. Creo que en ese sistema trabajaría con los chicos menores de 14 años. El encierro no es la solución”, completó.
El Rol de la Justicia Penal de Menores
Los ingresos, egresos y demás medidas que toma el área de Responsabilidad Penal Juvenil son a través del mandato de la Justicia Penal de Menores. Estos juzgados son los que determinan cómo será la estadía y el control que se hará a los adolescentes. En el caso de que se cometa un delito grave, se solicitará el encierro del menor, pero en los demás delitos, se puede optar por medidas de libertad asistida.
La jueza del Primer Juzgado Penal de Menores, Natalia Navarro, explicó la importancia de contar con dispositivos como los hogares asistidos, no solo para la reinserción social, sino como un lugar para comenzar a reintegrar derechos. “Nosotros, desde la Justicia Penal de Menores, consideramos que estos lugares sirven, funcionan y tendría que haber muchos más. Con estos lugares, podemos ir garantizando derechos vulnerados, como pueden ser la educación, la salud y, por supuesto, la recreación”.
Desde este Juzgado Penal se comenzó a observar que los delitos en menores eran en su mayoría leves y no se necesita un encierro para resocializar. “Otra de las razones por las que sirven estos hogares es que cada vez hay menos jóvenes en encierro, ya que los delitos en su mayoría son leves y asociados a consumos problemáticos. Creemos que sí, por supuesto, si hay un delito grave, no hay que dudar en la internación del menor, pero cuando es un delito primario que viene por consecuencia familiar, qué mejor que comenzar a reintegrar derechos con estos dispositivos mucho más amigables”, defendió Navarro.
En esta rama de la justicia penal, se está empezado a encarar lo que se llama “justicia restaurativa”, por la que se comienza a trabajar con la comunidad y las victimas en cómo hay que actuar en una reinserción. “El que comete el delito y la comunidad deben trabajar en conjunto para restablecer lazos. Un gran ejemplo son los clubes, donde, ante un hecho de hurto, lo primero que se hace es apartar a la persona en vez de interpelarlo y ver cómo solucionar, junto a la familia, esta situación”, concluyó Navarro.
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