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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Cómo influyó la Reforma Universitaria en el gremio docente. De las camarillas profesionales ligadas a los sectores dominantes a un presente más democrático, más autónomo, aunque con deudas por saldar.
Foto Victoria Gaitán para Unidiversidad
La Reforma Universitaria generada por los estudiantes de 1918 tiene que ver con demandas propias y un anhelo de mayor participación en las decisiones políticas y académicas en las instituciones de educación superior. El sistema que regía en las universidades ya era anacrónico en un contexto político nacional en el que las primeras elecciones "libres de fraude" habían sido celebradas dos años antes.
Los docentes, hasta ese momento, representaban a un sector de la población muy diferente al actual. “Eran una élite, una camarilla que estaba ligada a los sectores eclesiásticos, a los sectores dominantes, conservadores, terratenientes, a esa oligarquía y, por lo tanto, muy lejos de una condición de alguien que se sintiera trabajador”, afirma Cristina Romagnoli, profesora de Sociología de la Educación de la UNCUYO.
La investigadora recuerda que, antes de la Reforma, el claustro docente era un círculo cerrado. Había una parte calificada de los profesores con cargos vitalicios y otros eran designados por el Gobierno; incluso, algunos puestos se heredaban a miembros de la familia. Los contenidos dictados en las carreras estaban más alejados de las ciencias y más impregnados de connotaciones religiosas.
Por su parte, la secretaria general de Fadiunc, Francisca Staiti, destaca “En lo que (el docente) ganó fue en la posibilidad de tener la cátedra libre, abierta. En la posibilidad de tener mayor libertad sobre su cátedra, de poder acceder a través de concursos y no ser designado de manera directa por el Poder Ejecutivo nacional o la herencia de los cargos”.
La reforma, según remarca Fernanda Apaza, también integrante de Fadiunc, estuvo ligada, sobre todo, a “conmover las estructuras de poder”. Lo que los estudiantes de Córdoba plantearon en 1918 fue una nueva forma de tomar decisiones. “Decisiones que antes estaban reservadas a la cúpula organizativa o a los docentes (elegidos a dedo)”, señala.
A 100 años, podría afirmarse que la Reforma permitió que los docentes ganaran control sobre los contenidos de sus espacios curriculares. Además, la llegada de la designación por concurso-oposición les quitó poder a aquellos que se encontraban perpetuados en sus cargos, fomentó la capacitación y la llegada a esos puestos de los más preparados.
Sin embargo, muchas veces este escenario no se ve reflejado en su totalidad. Los posgrados para los docentes no son gratuitos, como se encarga de señalar Francisca Staiti. El Estado exige la capacitación de los profesores, pero no la facilita.
Apaza apunta en este sentido que, como en todos los ámbitos, “no el que más sabe está en la máxima jerarquía”. Un ejemplo: los concursos de oposición son abiertos, por lo que un docente con un doctorado que lleva 15 años en el cargo de jefe de Trabajos Prácticos (JTP), al liberarse una vacante de profesor adjunto, tiene las mismas posibilidades que otro que proviene de otra universidad.
Nuevos desafíos
Las conquistas post-Reforma no se produjeron en el plano inmediato. Algunas de ellas llevaron décadas para ser implementadas en su totalidad; por ejemplo, la incorporación definitiva de las mujeres al sistema o la gratuidad de la educación universitaria, lograda en 1949.
Las cuentas pendientes en relación con el docente pueden empezar a observarse en la política universitaria actual. En esto, la socióloga Romagnoli se refiere a que, a la hora de conformar las listas del claustro docente para el Consejo Superior, corresponde incluir a cuatro docentes titulares con sus suplentes, dos adjuntos y un JTP. El problema es que “si vas a la realidad, vas a encontrar una pirámide invertida: hay más JTP, más adjuntos y menos titulares”.
Este verticalismo en las relaciones de poder se reproduce en formas más sutiles que hace 100 años. Francisca Staiti resume en una frase lo que para ella es una de las mayores enseñanzas que dejó planteada la Reforma: “La universidad es una dialéctica constante y es un hacer infinito. No es una entelequia, un hecho aislado, algo cerrado, sino todo lo contrario, es un ser viviente”.
Lo que la Reforma nos dejó
En 1918, la Asamblea Universitaria sienta con una huelga general las bases que revolucionaron el rol social de la universidad pública. Cien años después su legado toma nuevos caminos.
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