Más de 1300 muertos se ha cobrado hasta ahora la epidemia que comenzó en Guinea y afecta a toda el África Occidental, con unas 2000 personas infectadas. La Organización Mundial de la Salud destinó una ayuda de 100 millones de dólares y el gobierno recurrió a la experiencia de Médicos Sin Fronteras para lidiar con lo que la misma OMS declaró como una emergencia pública sanitaria internacional. El resto del mundo también toma ahora medidas frente al ébola, un virus que obliga a repensar las políticas globales en el terreno de la medicina.
El primer brote importante se había producido en 1976 en una ciudad del norte de la República Democrática del Congo, con una altísima mortalidad: 280 de los 318 infectados murieron. Desde entonces, cada nueva aparición había sido controlada rápidamente. El nuevo brote surgió hace algunas semanas en Guinea. El virus, que se transmite por contacto con los fluidos corporales del cuerpo vivo o muerto de la persona infectada, se expandió rápidamente con la ayuda de las prácticas de inhumación tradicionales, ya que estas implican que los deudos entren en contacto con los cadáveres. El personal sanitario también se pone en riesgo durante la epidemia, debido a que es muy fácil adquirir la infección ante el menor descuido. Los países más afectados, además de Guinea, son Sierra Leona y Liberia, con los que mantiene un alto tráfico comercial.
Los más afectados
Sierra Leona es un pequeño país del África Occidental. Una durísima guerra civil que duró once años (1991-2002) y el largo camino hacia el restablecimiento de la democracia, con las elecciones de 2009, dejaron a su población indefensa frente a la desnutrición, la malaria y el sida. En ese contexto dramático, en el que la tasa de mortalidad infantil es 100 veces mayor que en muchos países desarrollados, apareció a finales de junio una nueva y terrible epidemia, la del virus del ébola. El 40 por ciento de los casos de la infección en la región se concentran en Sierra Leona, donde incluso la organización Médicos Sin Fronteras se encuentra colapsada: sostienen que tienen el conocimiento para expandirse por el país y hacer frente a los distintos focos de la epidemia, pero no cuentan con los recursos para ello y la redistribución de personal y dinero pondría en mayor peligro a las poblaciones que sí están siendo atendidas.
Liberia, país al sur de Sierra Leona, es el otro gran centro de la epidemia: a mediados de agosto contaba con el mayor número de muertes por el ébola, 413 personas, y tiene varias ciudades en cuarentena. Allí existe también una situación política complicada. Destrozado por la guerras civiles y sus tremendas consecuencias económicas (la deuda externa y los fondos buitre acreedores jaquean las posibilidades de salir a flote), tiene como presidenta desde 2005 a Ellen Johnson-Sirleaf, cuestionada por las sospechas de fraude electoral y el largo tiempo vivido en los Estados Unidos. Fue con consignas contra ella que un grupo de hombres armados atacaron una escuela de Monrovia donde 17 pacientes con ébola permanecían aislados; saquearon el lugar y los pacientes escaparon. Mientras tanto, el ZMapp, un suero experimental destinado a combatir la enfermedad, llegó al país enviado por Estados Unidos, donde se había usado con éxito.
Guinea, ubicado al norte de Liberia y uno de los países con mayor cantidad de muertes por el virus, fue a la vez el primero en manifestar y en estabilizar la epidemia, según la presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras, doctora Joanne Liu. Los países vecinos, por su parte, se encuentran en una crisis total frente a la enfermedad, que se extiende en zonas urbanas y colapsa los sistemas de salud. La organización MSF pide más dinero para los países afectados mientras instrumenta nuevas estrategias que ayuden a sostener la vida comunitaria y familiar en los territorios con más pacientes.
Acciones desesperadas e insuficientes
La comunidad internacional no reaccionó a tiempo ante la epidemia. El problema fue exclusivamente africano hasta que logró traspasar los límites del continente. Estados Unidos, por ejemplo, anunció hace unos pocos días el envío de expertos y equipos de análisis, además de una ayuda de 12 millones de dólares. China confirmó el próximo envío de recursos. Las fronteras entre países se volvieron también zonas difíciles. Camerún cerró la frontera con Nigeria, donde se registraron algunos casos fatales, y el ejército de Liberia recibió la orden de disparar a toda persona que tratara de ingresar al país desde Sierra Leona. Sumando los tres países más afectados, las zonas declaradas en cuarentena contienen a un millón de personas.
Silvia Atorri, titular del área de Epidemiología de la facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO,
sostiene que hay un antes y un después ante una epidemia de estas características. No solo se trata de sostener las medidas de control para evitar su ingreso al país, sino que hay que mantener una actitud alerta frente a otras epidemias que se registran en el mundo, como la Chikungunya. De esta enfermedad, explica Atorri, "hay casos confirmados y son todos importados, no son autóctonos. Y acá está el vector, que es el mosquito
Aedes aegipty además del
Aedes albopictus. No sería extraño que en poco tiempo, así como pasó con el dengue, hubiera casos autóctonos en el país. Este virus no tiene la letalidad ni por asomo del ébola, pero puede haber epidemias, mucha gente infectada. Entonces, el alerta de combatir el mosquito debe estar presente igual que con el dengue". La vigilancia epidemiológica no puede reconocer fronteras ya que las epidemias tampoco lo hacen.