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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
Del "bullying" sobre el aspecto físico a considerar realizarse una cirugía plástica, Argentina es el séptimo país con más intervenciones quirúrgicas del mundo.
Imagen ilustrativa publicada en www.katarsiamoda.com/
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 21 DE OCTUBRE DE 2020
Alguna vez fuimos o tuvimos algún compañero al que llamaban “gordo”, “narigón”, “chicato” o “dientes de lata”, rótulos que impactan negativamente en la autopercepción del cuerpo. Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos del incremento de diferentes redes sociales, que comenzaron como un espacio de entretenimiento y conexión, pero sus efectos fueron mucho más allá de comentar y dar likes. Para la especialista en Psicología del Hospital Universitario, María Laura Rodríguez, se trata de espacios que conllevan una carga de sufrimiento por tratar de alcanzar un modelo de perfección que incide en el crecimiento de las industrias de belleza.
“Las imágenes que se vierten en ellas son imágenes de perfección, de cuerpos esbeltos, atléticos, musculosos, cabellos brillantes y sedosos, pieles tersas, lisas y sin imperfecciones, producto de filtros maravillosos y muy distantes de la realidad. Esta situación impacta negativamente en la autopercepción de la imagen corporal, ya que estos modelos se transforman en un ideal imposible de alcanzar, lo que conlleva en muchos casos una carga alta de sufrimiento; incluso muchas veces pueden llegar a poner en riesgo la salud mental y física en pos de alcanzar estos ideales”, expresó María Laura Rodríguez.
Cuatro de cada diez estudiantes son víctimas de burlas por su aspecto físico
La encuesta fue dirigida a estudiantes de nivel medio durante los meses de agosto y septiembre de 2020, en contexto de cuarentena como medida preventiva de la COVID-19, y las consultas tuvieron como eje la diversidad y la discriminación en la escuela.
Ya no se trata solamente de bullying en las escuelas o en las redes sociales, aunque son problemáticas que, para la especialista, “es imposible que no impacten en la autopercepción de nuestro cuerpo” y que llegan a provocar en algunas personas trastornos psicopatológicos que necesitan intervención profesional. Se trata de un sistema de mercado inserto en un espacio de diversión y relax, que es utilizado por millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes del mundo.
El dilema de las redes sociales, un documental disponible en Netflix, muestra, a través de los testimonios de creadores y extrabajadores de Google, Facebook, Instagram, Pinterest, y otras aplicaciones, cómo estas plataformas interfieren en los comportamientos, interacciones y sentimientos de las personas en la vida real. “Somos recompensados con corazones o pulgares arriba y a eso le conferimos valor, lo equiparamos con la verdad. Hay toda una generación que sufre más ansiedad, más depresión”, destaca el largometraje, refiriéndose especialmente a los centennials, la primera generación que tuvo redes sociales en su adolescencia.
Con filtros, aplicaciones de belleza que mejoran la piel, maquillan, aumentan y tonifican los músculos, la percepción de la realidad se desvanece. A la vez, el contenido subido por los y las influencers también impacta de manera negativa en la propia percepción.
“Hoy el bombardeo es similar para ambos: hombres y mujeres se esfuerzan para lograr cuerpos esbeltos, musculosos, definidos. Se enfatiza el consumo de alimentos naturales, saludables, dietas keto, palabras y mensajes 'fit' que confunden y no permiten discriminar qué es y qué no es sano para cada individuo”, destacó Rodríguez.
Al salir de las redes sociales y de las aplicaciones de edición, las personas se sienten desprotegidas e inseguras frente al mundo real. Por este motivo, las industrias de belleza, como la cirugía estética o cosmética, resultan una buena alternativa que se acerca al efecto que producen los filtros. “Quien no acepta su propio cuerpo probablemente desarrolle trastornos en su imagen corporal y, consecuentemente, sentimientos de inferioridad con respecto a otras personas”.
“La interacción virtual protege porque no supone ninguna exposición del cuerpo físico y, si se expone, está modificado por filtros. Sin embargo, a la hora de socializar por fuera de la virtualidad, muchas personas presentan inhibiciones que, en casos extremos, llevan a evitar el contacto social. Las redes venden la perfección en frascos, en ropa que ‘disimula’ o en tratamientos de belleza, incluidos los quirúrgicos, que nos brindarán el cuerpo ideal y en consecuencia, la felicidad”, dijo Rodríguez.
Redes, autoestima y cirugía
“Me hice una cirugía maxilofacial a mis 18 años por estética, en la que me retrocedieron la mandíbula dos centímetros y me sacaron medio centímetro de mentón. Creo que en la adolescencia o juventud el físico importa mucho: yo no me reía y no me aceptaba mucho. Es una cirugía bastante cruenta porque tengo fractura del mentón, tornillos y pérdida de la sensibilidad, que después de cinco años empecé a recuperar lentamente. Antes pensaba que con la cirugía mi vida iba a cambiar e iba a ser más feliz, pero ahora sé que el cambio fue mínimo”, comentó Diana Domínguez a este portal.
Según las últimas estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (Isaps) realizadas en 2018, Argentina es el séptimo país del mundo con más intervenciones quirúrgicas y no quirúrgicas. Entre ellas, las cinco más comunes son: aumento de senos (51 081 personas), cirugía de párpados (31 213), liposucción (30 663), rinoplastia (29 920) y abdominoplastia (23 293). Un dato llamativo es el aumento de mama en mujeres de 17 años o menos, franja en la que la cifra de intervenciones puramente cosméticas ronda el 32,7 % de casos.
Aunque se pueden establecer diferenciaciones, adolescentes, jóvenes y personas adultas viven una exposición a las lógicas de mercado que propician un modelo de belleza a seguir. Para la especialista, la mejor manera de mejorar la relación con el cuerpo es a partir de la educación. “Debemos mostrar que los ideales de belleza no existen en la vida real, que la felicidad no es la imagen que me muestra un influencer y educar en la construcción de modelos más saludables, que permitan poner de moda valores y no cuerpos”.
“Quienes nacieron en una época en la que no existían las redes sociales estaban muchísimo menos expuestos a modelos ‘ideales’ y existían modelos un poco más ‘reales’. Si bien había ideales a alcanzar, el nivel de exposición a ellos, y por ende el riesgo, era menor. Esta menor exposición probablemente favorecía una mayor aceptación del propio cuerpo y un aumento de la seguridad personal. Esto no quita que hayan existido anteriormente trastornos vinculados con la no aceptación del propio cuerpo, como trastornos de la alimentación, pero sin dudas, el nivel de exigencia era menor”, concluyó Rodríguez.
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Hace algunas semanas surgió nuevamente el debate sobre las niñas que aparecen en redes sociales o campañas publicitarias con poca ropa o imitando poses de adultos. En este sentido, si bien el feminismo lleva muchas campañas para concientizar sobre esta problemática, las opiniones de la sociedad son diversas.
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