“El desarrollo de la minería sustentable creo que es factible”
Luis López Blanco dirige la maestría en Ingeniería Ambiental de la UNCUYO. Tiene un largo camino como docente y como funcionario ligado a los controles ambientales. Hablamos con él para saber cómo observa el escenario minero que se viene en la provincia. Controlar, agilizar y escuchar a las partes afectadas, claves para que un proyecto prospere.
El ingeniero López Blanco en su "casa", la Facultad de Ingeniería. Foto: Unidiversidad
Pasar de las palabras a la acción nunca ha sido tan fácil como suena. Un ejemplo claro: sobre políticas para el cuidado y protección del ambiente se ha hablado mucho, pero ¿cuánto se ha hecho? Y en los casos en donde se ha podido avanzar con acciones públicas concretas, ¿se han hecho correctamente? ¿Se han realizado eficientemente? ¿Se han llevado adelante con la velocidad recomendada? Mendoza transita días importantes para definir a mediano plazo cómo actuará ante grandes impactos ambientales. El desafío es enorme y escuchar a personas que han dedicado parte de su vida a pensar la política ambiental es clave.
Una de esas voces es Luis López Blanco, quien dirige desde 1996 la maestría de Ingeniería Ambiental en la UNCUYO. Este ingeniero civil, con amplia experiencia académica, tiene en su CV un saber particular: ha estado, por decirlo de alguna manera, de los dos lados del mostrador, ya que posee una amplia trayectoria en la gestión estatal y nunca dejó de asesorar en el sector privado.
El docente de la Facultad de Ingeniería tiene su postura sobre uno de los temas más candentes de la política provincial y que es uno de los pilares de la segunda gestión de Alfredo Cornejo al frente del Gobierno. López Blanco cree que una minería sustentable es posible.
El debate por una minería sustentable es relativamtne nuevo, si miramos en retrospectiva, algunas décadas atrás, hablar de protección ambiental no era parte de la agenda pública nacional, como tampoco lo era hablar de calentamiento global, crisis ambiental o ecocidio. “Ha habido un cambio rotundo, no solamente en las políticas ambientales, sino también un cambio rotundo en la percepción que tienen las personas respecto del ambiente”, sostuvo López Blanco y recordó cuando, antes del cambio de siglo, tuvo la responsabilidad, en el área que hoy se conoce como Dirección de Protección Ambiental, de identificar los basurales clandestinos a cielo abierto. “Al día de la fecha, hay un cambio grandísimo en ese aspecto, en nuestra provincia se ha avanzado mucho y sobre todo se ha avanzado en la conciencia ambiental de las personas”.
Esa conciencia ambiental tuvo su cenit cuando se debatió la “famosa” Ley provincial 7722, que es la que hoy regula el uso de sustancias químicas en la minería metalífera. Esta norma, que amalgamó a diferentes organizaciones en defensa del agua, ha sido defendida a capa y espada, empujando, incluso, a que el Ejecutivo claudicara en el intento de derogarla, a días de que asumiera el exgobernador Rodolfo Suarez.
Hoy, con la bandera de la 7722 aún en pie, el Gobierno insiste con la posibilidad de que la minería sea la actividad económica que potencie la provincia, pero ha optado por otra estrategia al promover que puede haber actividad extractiva de gran impacto bajo el paraguas de la sostenibilidad.
Para el especialista, la eficiencia y la agilidad en los controles es el primer paso para habilitar la minería. Foto: Unidiversidad
“Lo que tenemos que buscar es que cuando se realizan actividades, si bien van a afectar el ambiente, la afectación sea la menor posible. Por eso se habla de mitigación de los impactos ambientales. Entonces, cuando se hace un estudio de impacto ambiental se hace la matriz de impacto ambiental, se determinan los impactos y se identifican las medidas de mitigación. Para eso también se exige un plan de seguimiento del estudio de impacto ambiental, o sea, que el municipio o la provincia tienen que ir controlando que esas medidas de mitigación se vayan cumpliendo. Pero, obviamente, no todo se puede mitigar”, resaltó López Blanco.
En control
Vigilar, inspeccionar y revisar son sinónimos de controlar, sin embargo, como dijimos, enunciar es más fácil que pasar a la acción. Las áreas de control sobre las actividades extractivas y su poder sancionatorio siempre han estado bajo la lupa. Para el titular de la maestría en Ingeniería Ambiental, primero hay que tener muy claro la tarea fundamental del control, dado que en algún momento de la historia se planteó que subiendo multas se podían evitar desastres.
“La multa es consecuencia de una práctica inadecuada, hace muchos años atrás hablábamos del concepto de contaminador y pagador”, comentó López Blanco, rememorando que, por más que subieran las multas, quien poseía el poder económico pagaba, por más onerosas que fueran, y seguía contaminando igual.
Entonces, para el especialista, la clave es controlar, pero para eso hay que mejorar, y mucho.
“El desarrollo de la minería sustentable creo que es factible, pero tiene que haber profesionales muy bien preparados y bien pagos. Y las empresas tienen que ser bien calificadas. No podemos traer a cualquier empresa que tenga malos antecedentes y permitirles explotaciones, tienen que tener ese castigo”, subrayó López Blanco y sumó que, muchas veces, capacitar al personal requiere de una inversión, dado que hay saberes que solo se certifican en el exterior.
Así, controlar requiere de personas idóneas, capacitadas y bien remuneradas. Pero no es lo único, dado que la minería se puede dar en un ambiente desigual (una multinacional versus un estado provincial o municipal). Entonces, aquí juega un rol importante el campo académico y científico. “Muchas veces se estila tener como una especie de veedor, alguien que controla desde afuera, que puede ser una universidad”, sostuvo.
De esta manera, si se suma un “garante”, se asegura que los procedimientos de buenas prácticas ambientales firmados en un papel se lleven adelante. Pero eso tampoco alcanza para dar todas las garantías, porque, según como lo ve López Blanco, también hay que sumar eficiencia en los tiempos, agilidad.
El ingeniero brindó un ejemplo simple, mínimo, como para dar cuenta de qué sucedería ante un daño importante: “Si alguien elimina efluentes peligrosos en un curso de riego y no se detiene el curso de riego, mientras esperamos la solución se pueden generar daños muy graves, gravísimos. Una vez una persona había hecho la limpieza de una fumigadora en un curso de agua y terminó eliminado un criadero de truchas aguas abajo. Se murieron todas. Y las truchas no nacen de un día para el otro. Entonces, son enormes los perjuicios que puede ocasionar una inadecuada gestión, por eso hay que hacerla con mucho cuidado, con mucho profesionalismo y mucho control”.
Tema de composición: el agua
El agua es el recurso más apreciado por la comunidad en Mendoza. La llamada “cultura del agua” tiene raíces fuertes y extendidas por todo el territorio provincial. El destino del agua para los diferentes usos ha tenido versiones, pero, en general no dista de los porcentajes difundidos a fines de 2019, cuando el Gobierno estaba decidido en avanzar para derogar la 7722.
En ese momento, se informó desde el Departamento General de Irrigación que el 81 % del agua queda en manos del sector agrícola. De ese porcentaje, el 50 % se pierde por el sistema de riego a manto (pérdidas en canales más la pérdida dentro de las fincas). Es decir que por cada 100 litros que salen de los diques, la mitad llega a las plantas. En tanto, el consumo humano promedio de toda la provincia representa un 11 %, mientras que la actividad minera y el petróleo se llevan el 1 % y el uso recreativo y ambiental (corresponde a piletas, riego de jardines y parques) absorbe el 4 %.
Luis Fabián López Blanco comenzó su carrera como ingeniero civil. Foto: Unidiversidad
Para López Blanco, como para muchos especialistas, no hay que perder de vista que para cualquier emprendimiento que requiera del líquido vital en Mendoza se tiene que recordar que venimos de 13 años de crisis hídrica. La excepcionalidad de la temporada pasada (2023/24) no debería hacernos olvidar el dato concreto de que se ha vuelto un recurso muy escaso.
“La minería requiere de una cantidad de agua importante. Entonces, el sector productivo nuestro tiene temor de quedarse con menos agua y que se la contamine. Los temores, hay que decirlo, son totalmente fundados, aunque a uno le duela, muchas veces se tiene cierta desconfianza a las autoridades de control porque no se sabe si se controla bien”, señaló el ingeniero.
De todas maneras, para concluir, el especialista en llevar adelante prácticas ambientales fue optimista de cara lo que se puede venir: “Creo que puede haber un desarrollo sustentable, donde hay que tener presente la opinión de aquellas personas que se van a sentir afectadas por esta actividad. Porque esto que pasa con la minería ya pasó también con el petróleo en su momento, pasó con la agroindustria también, porque también la agroindustria genera sus residuos peligrosos, y sin embargo están funcionando. Es verdad que, en el caso particular de minería, los residuos y los efluentes deben ser tratados previo a su disposición final, no tienen que confiar esa disposición final a algún tipo de estructura que se considere que pueda servir”.
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