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Varios autores locales han transitado la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO y contaron sus experiencias y dificultades a la hora de editar y publicar sus obras.
Ante la falta de apoyo institucional, muchos escritores locales optan por la "autogestión". Imagen ilustrativa publicada en carmeloportal.com.
Facultad de Filosofía y Letras
Unidiversidad / Andrea Marone, becaria de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO
Publicado el 18 DE AGOSTO DE 2017
Las provincias del interior pertenecen al panorama cultural nacional, así como también tienen derecho al acceso a la información y todo lo que bordea a la indagación intelectual. En el contexto de la globalización, cabe preguntarse si existe un derecho a la vanguardia. Para algunos, imaginar Mendoza como un espacio con prolífica producción literaria puede parecer una idea irónica que hace eco en el eslogan de una conocida librería local: “La literatura mendocina no existe”.
Sin embargo, el tránsito de personas que comparten determinados espacios locales ha generado, si no un movimiento, la visibilización de un conjunto de voluntades que insistentemente encarnan la labor del escritor, el oficio de escribir, citando a Roland Barthes. Siempre y cuando el espectador esté atento a un fenómeno que –como dice el profesor y poeta egresado de la FFyL Gastón Ortiz– se remite a la “utopía autogestiva”.
“En Mendoza no hay emprendedores culturales que vayan más allá de la utopía autogestiva”, dijo Ortiz. Y explicó que “no hay nadie que apueste a la edición de libros como negocio. Tampoco hay una crítica, ni periodística ni académica, que aglutine una comunidad de lectura a través de textos o discusiones que excedan el grupito de amigos”.
La espacialidad nos remite necesariamente a un recorte, pero la vastedad de autores con producción personal se presenta inabarcable. Pablo Grasso –narrador, egresado de la FFyL y comprometido observador de la realidad– inclusive encuentra ciertas líneas estéticas que habitan Mendoza:
“Hay líneas de producción estéticas, más o menos preponderantes, que van desde el rescate de algo pavo de la Cuyanía hasta el ahora premiado malditismo de acequia, pasando por el viaje iniciático de la sonoridad, que configuran el mapa posible de una entidad fantasmática: la literatura mendocina contemporánea”.
Si bien la labor académica no está estrechamente vinculada con la producción literaria, y menos aún la representa, la FFyL se presenta como un espacio en donde convergen estas voluntades literarias. Escritores mendocinos como Sabrina Barrego, Victoria Urquiza, Javier Piccolo, Eva Báez, Pablo Grasso, Omar Ochi, Gastón Ortiz, por mencionar unos pocos nombres, transitan o egresaron de la institución y continúan con proyectos de escritura en función de sus intereses artísticos.
Lo notable es que continúan con sus proyectos a pesar de la “brecha” que Victoria Urquiza, poeta y profesora de la facultad, señala: “Creo que existe una brecha entre la producción y la edición. Hoy, mucha gente se encuentra escribiendo, pero son pocos los lugares para la edición. Por otra parte, los circuitos de escritura y divulgación muchas veces son espacios cerrados, a los que a veces cuesta entrar”.
El rol de las instituciones
A pesar del panorama desalentador, en cuanto a recibir apoyo de instituciones para la edición de libros personales, los escritores locales entienden que lo performático, espacios como El Living o revistas virtuales como Panero y Trifulca constituyen medios inmediatos de difusión de la obra y de encuentro. Claro que hay excepciones, como la del escritor y estudiante de la carrera de Letras Omar Ochi, que editó sus primeros cinco libros gracias a una prolífica labor de escritura y presentación a certámenes literarios.
Por otra parte, Urquiza aseguró que estaba interesada en mantenerse fuera de las instituciones. Coincidieron con ella Pablo Grasso, quien dijo que se mueve “como el personaje secundario de una mala novela de intrigas”, y la poeta y egresada Sabrina Barrego, que manifestó que en otras instituciones del Estado no buscaría recursos para la divulgación de su obra. Estos escritores mencionan su voluntad de mantenerse, así, al margen del círculo institucional.
Frente a este fenómeno, la escritora y estudiante de Letras Eva Báez no deja de destacar la importancia de la autogestión cuando no existe un apoyo externo a priori: “Hay escritores que tienen un mérito muy importante, que es editar sus propias obras y encarar proyectos editoriales independientes. Es difícil editar, porque se destinan pocos recursos públicos”.
Los recursos editoriales que sostienen a la literatura mendocina se hacen presentes desde otras provincias. Por ejemplo, la antología Write Like a Girl fue publicada por la editorial Peces de Ciudad de Buenos Aires, en la que participan varias egresadas de la facultad. Otro caso es el libro Teoría del derrame, de Javier Piccolo, que fue editado por El Andamio, una editorial sanjuanina.
Para informarse sobre la producción de los autores citados, se puede acceder a las entrevistas a continuación. El mundo de los formatos de las publicaciones independientes y sus vueltas por diferentes soportes y modos de expresión nos acerca a lo que implica para el arte un mundo globalizado en el cual la información también se desparrama en las provincias rodeadas de montañas y compañeros.
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