¿El demonio tiene rostro de máquina?

La tecnología sustituiría al ser humano. Tiempos modernos, Metrópolis, Frankenstein, 2001 Odisea del espacio, Robocop, etc., son relatos fílmicos que acreditan esa leyenda. La ingeniería electrónica de Horacio Martínez del Pezzo desarticula esa fábula.

¿El demonio tiene rostro de máquina?

Amenazas. Gentileza de Andrés Peralta

Especiales

Enrique Roig

Publicado el 05 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Hay una infinidad de grandes obras del séptimo arte que exponen el mito sobre la maldad que pueden traer consigo las máquinas. Es que esos seres tecnológicos podrían ser más poderosos en su fuerza mecánica que nuestro cuerpo y tener un cerebro que realice cálculos mucho más complejos que nuestra anquilosada naturaleza cerebral.

I. En Tiempos Modernos

Pensemos en la película Tiempos Modernos, metáfora de cómo el ser humano tenía que mecanizar su alma para seguir el ritmo secuenciado e infatigable de las máquinas de vapor y eléctricas en los inicios del siglo XX.  

Metrópolis mostraba una ciudad del futuro que en un momento llegó a estar gobernada por una máquina, artificio engañoso y siniestro, que no tenía el sensible y singular rostro humano. 

La gloriosa 2001 Odisea del espacio, historia que narra una teoría evolucionista de las máquinas en donde una gran computadora llega a manejar una nave interespacial alcanzando una autonomía que desborda al ser humano del control de la navegación de su nave. 

En Robocop, un policía casi muerto es reconstituido por medio de prótesis en un organismo cibernético –cyborg-, y debe cumplir con el rol de custodiar una ciudad plagada de mafias. Esto ocurre siempre bajo el riesgo que el cyberpolicía no acate las órdenes humanas y se rebele. 

En definitiva, el fantasma de máquinas demoníacas existe y cierne nuestra libertad y naturaleza.

Ahí está el mito que Horacio del Pezzo, ingeniero electrónico e investigador del proyecto PICT-O: Redes de repositorios de acceso abierto. Del Pezzo nos ayudará a desmitificar esta concepción con la ciencia y su experiencia en el manejo de tecnologías. Desde la década del ´60 el investtigador viene desarrollando producciones electrónicas, automatizaciones y alta computación en grandes laboratorios e industrias pesadas, como las del acero y aluminio en la Argentina. 

II. La ingeniería electrónica en descontrucción del mito

Las máquinas son demoníacas es un mito o leyenda que circula en nuestra sociedad y que ordena un sentido común sobre las tecnologías, tanto a favor como en contra de ellas. ¿Qué piensa al respecto?

Cuando yo era chico, allá por la década del ´60, las revistas de historietas presentaban el futuro con un dibujo en el cual un operario estaba sentado con las manos detrás de la cabeza, los pies sobre una consola de control, fumando -en esa época el fumar era indicativo de bienestar y relajación- mientras un robot realizaba las tareas.  El futuro llegó, los robots están aquí.

Qué pasó, nos cambiaron la historieta. Hoy el robot trabaja, pero el operario está en la calle. Dicen que lo que pasa es que la tecnología es mala y provoca la desocupación.

¿Quién dice que las máquinas son demoníacas?

Es lo que plantean todos los economistas del discurso único, dándolo por sentado y no admitiendo ningún otro tipo de interpretación.

¿Qué análisis podría hacer sobre el discurso de la ciencia económica en relación con la Ingeniería y sus años de trabajo?

Si se analiza con cuidado, el que despidió al operario no fue la máquina sino su empleador, quien esquiva su responsabilidad adjudicándole a la tecnología una categoría moral que no le cabe.

¿Nos podría dar un ejemplo sobre este mito puesto en práctica?

Esta culpabilidad de la tecnología ha sido repetida por políticos en campaña que pidieron guardar las máquinas en los galpones y hacer los pavimentos a mano, ante los vivas de una plaza llena.

Tan asumido está el tema que me ha tocado personalmente escuchar al secretario de Hacienda de un municipio del conurbano pedirle a un contratista que hacía mantenimiento en una plaza que sacara un poco la máquina y pusiera a los muchachos del Plan Trabajar con la pala, porque no sabía qué hacer con ellos. Por supuesto, dio por descontado que el único destino de esta gente era la pala, y no que lo que podía hacer con ellos era capacitarlos para que manejaran la máquina, la mantuviesen o la fabricasen.

Entonces las máquinas ¿son malas o buenas?

 Indudablemente la tecnología trajo beneficios que en la historieta de antaño se planteaba que iban a ser para el común de la gente, pero que en la realidad fueron solamente para el empresariado o el capital. El capital se apropió exclusivamente de los beneficios que trae la tecnología desplazando al conjunto de la sociedad, pasándole la responsabilidad a la tecnología pues es “mala” y eludiendo así la propia responsabilidad.

Es un error plantear si la tecnología es buena o mala, sino que se debe discutir a quién le corresponde y en qué proporción apropiarse de sus beneficios.

¿Le corresponde al empresario apropiarse de estos beneficios?

Ellos dicen que sí, pues sostienen que son los que hicieron las inversiones en  investigación y desarrollo. Pero esto es falso salvo contadas excepciones, porque el gasto de investigación y desarrollo es mayormente sustentado por los Estados con fondos de la sociedad, ya sea en forma directa u oculta, tras los gastos de defensa.

¿Cómo ha logrado el capital construir el mito negativo sobre las máquinas?

A través de la globalización han logrado generar un mercado global de trabajo donde los trabajadores de los distintos países compiten entre sí y en el medio de esta puja han conseguido escamotear y quedarse con los beneficios del desarrollo tecnológico, sacándolos de la discusión y adjudicándole a la tecnología la categoría de mala de la película.

¿Existen alternativas?

En un comienzo en Europa se logró una jornada  más corta y una semana laboral de menos días, con lo que se volcaba una parte del aumento de productividad o beneficios de la tecnología en favor del trabajador, pero no parece que este esquema pueda resistir largo tiempo los embates de la globalización.

¿Se debe incorporar el tema a las discusiones laborales, no para pedir que se detenga la incorporación de tecnología, sino para discutir a quién le corresponden los beneficios de la misma?

Es indudable que hacer una zanja con una cucharita no es un trabajo digno para nadie, como es insalubre trabajar en una sala de pintura, o con soldadura eléctrica, en ambientes de mucho calor o frío o un trabajo alienantemente repetitivo. En estos casos es claro que la tecnología beneficia al trabajador pero siempre que se reserve una porción de los beneficios económicos de la misma para la capacitación de los operarios que deberán pasar a otras tareas o empresas.

¿Qué experiencia tiene usted en la construcción, mantenimiento y uso de máquinas?

Soy Ingeniero Electromecánico con orientación en Electrónica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Desde 1969 a 1974 estuve en el Departamento de  Computación de  la  Facultad de Ingeniería, inicialmente como programador, luego como analista, teniendo a cargo la asistencia de las investigaciones de los departamentos  de Física, Electrónica e Ingeniería Biomédica.          

En 1974  obtuve la Beca de verano en la firma Aluar en su planta de construcciones en Puerto Madryn. En ese mismo año trabajé en Dálmine Siderca, establecimiento de  Campana, en el departamento de Control de Procesos. Tuve a mi cargo el sistema de control de acería compuesto por una computadora HP2116 que  supervisaba tres hornos eléctricos. Además participé en los pasos iniciales  del  diseño del  sistema de control de ampliación de la planta con alimentación continua.

En dicha computadora diseñé e implementé un microprocesador basado en la lógica TTL, que actuaría como controlador de periféricos. Basado en este microprocesador, implementé un controlador  de impresora y cinta de carrete abierto, desarrollando el software y hardware correspondiente.

Posteriormente,pasé a desempeñarme en la firma Aluar, realizando tareas en los laboratorios de Fate. Allí colaboré en el estudio  del  sistema de control de las cubas de electrólisis de aluminio donde tuve a mi cargo el desarrollo del sistema de recolección de datos de tensión, corriente y resistencia de  las cubas basado en un microprocesador MC6800 conectado a una computadora HP2100.

En 1979 me incorporé como socio gerente a la empresa Hotwire Argentina. Allí organicé un servicio independiente de mantenimiento de computadoras de diversas marcas en todo el país: mantenía computadoras Texas Instruments mono y multiusuarios interconectados entre sí en redes bancarias nacionales, computadoras Apple, Exo, Ohio Scientific, Billings, Digital, Ontel, Sage, etc.; era el service oficial de periféricos Shugart, Centronics , Ramtek, Adds, etc.

Entre 1987-1990 me desempeñé  como subdirector  general y luego  como  director provincial del Servicio de Procesamiento Electrónico de Datos del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires y más recientemente fui asesor del Ministerio de Desarrollo Humano en la misma provincia.

He sido profesor adjunto de la Universidad Nacional de la Matanza organizando la carrera de Ingeniería Electrónica en la Cátedra de Técnicas Digitales II. Diseñé la currícula del plan de estudios para el ciclo Polimodal en la orientación de Bienes y Servicios en el área de electrónica.

En 1975 publiqué el programa de  diseño de  circuitos impresos por computadora para la  Revista telegráfica electrónica. En 1977 elaboré la Introducción a los Microprocesadores, libro publicado por Editorial Arbo, que fue utilizado como texto en varias Universidades. También he divulgado varios artículos para el periódico Página 12, en el suplemento de Tecnología.

 

Tiempos Modernos

Charles Chaplin en Tiempos Modernos (1963)

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