El crucifijo 'comunista' y el Papa antisistema

Las críticas por el regalo que el presidente de Bolivia, Evo Morales, le hizo a Francisco retumbaron en todo el mundo. La historia detrás del presente.

El crucifijo "comunista" y el Papa antisistema

El crucifijo que dio qué hablar (Foto: gentileza mdz)

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La gira del Papa

Unidiversidad

José Manuel Vidal, para El Mundo (España)

Publicado el 10 DE JULIO DE 2015

Nadie lo sabía. Ni siquiera el director de la sala de prensa del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, pendiente siempre de los más mínimos detalles en los viajes papales. Evo Morales sorprendió al Papa y a todo su séquito con un regalo inesperado: un crucifijo con la hoz y el martillo. Un crucifijo comunista. La imagen dio la vuelta al mundo y los sectores eclesiásticos más conservadores pusieron el grito en el cielo: '¡Blasfemia!'

El propio Francisco se quedó mudo al ver el presente y el presidente boliviano tuvo que explicarle que no se trataba de una provocación ni de una blasfemia, sino de una réplica del Cristo creado por el "mártir" jesuita, Luis Espinal. El Papa acababa de rezar ante el lugar en que lo asesinaron (en 1980) con 12 tiros por defender a los más pobres, dos días antes del asesinato de monseñor Romero en El Salvador. El jesuita, que también era artista, lo había creado como símbolo de diálogo de la Iglesia con todos los que luchan por la justicia, incluidos los marxistas.

Parecía que ésa iba a ser la imagen que se quedase en la retina del mundo del paso de Francisco por Bolivia. Pero Bergoglio es un mago en el manejo de los tiempos y de los gestos creíbles. En la reunión con los representantes de los movimientos populares de todo el mundo, los que encarnan hoy ese espíritu de diálogo, y, con un discurso profundo, bello y apasionado, se convirtió en el Papa antisistema.

 

Perdón por los crímenes de la conquista

Antisistema hacia adentro, en el seno de su propia Iglesia, con su gesto histórico de pedir perdón por los crímenes de la conquista cometidos por los eclesiásticos. Marcando evidentes diferencias con el habitual discurso eclesiástico. La jerarquía española celebró en 1992 por todo lo alto el V Centenario de la Evangelización de América, pero sin atreverse a pedir perdón por haber impuesto la fe con "la lógica de la espada".

Ese mismo año, Juan Pablo II, el Papa que pidió perdón más de 30 veces por los "pecados" de la institución, señalaba que "lo que la Iglesia celebrará en este año no son acontecimientos históricos más o menos discutibles, sino una realidad espléndida y permanente que no puede ser infravalorada: la llegada de la fe al continente y la difusión en él del mensaje evangélico". Pero llegó Francisco a Bolivia y se inclinó ante la Historia y entonó un profundo "mea culpa" eclesial.

Y a renglón seguido, ante los representantes de los trabajadores, se erigió en el Papa antisistema, en el Francisco de los descamisados, en el Papa que incendia su Latinoamérica, su 'Patria Grande': "Este sistema mata y hay que cambiarlo". Un Papa Che, que no sólo denuncia, sino que invita a la acción y se pone al frente de la marcha de los que en todo el mundo luchan por una 'casa común' más justa y habitable. Y con el Evangelio en la mano reclama las tres T: Tierra, trabajo y techo. Por eso le llaman ya "Francisco de los pobres".

 

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