El caudal atípico de los ríos colmó diques y rehabilitó humedales y acuíferos subterráneos
El recurso no se pierde. Así lo aseguró Santiago Ruiz Freites, subgerente del Centro Regional Andino, del Instituto Nacional del Agua. Los problemas estructurales del sistema y los desafíos a futuro.
El excedente de agua permitió que la comunidad de Lagunas del Rosario, en Lavalle, disfrutara de una postal atípica. Foto: gentileza Daniela Higa / @danihiga
Después de una década, los ríos de Mendoza mostraron una postal atípica: un enorme caudal debido a las altas temperaturas que adelantaron los deshielos. ¿Existe infraestructura para almacenar ese excedente o se pierde? Santiago Ruiz Freites, subgerente del Centro Regional Andino, del Instituto Nacional del Agua (INA), respondió que esa inusitada cantidad de agua no se pierde, sino que, luego de colmar la capacidad de los embalses, se libera y rehabilita –en parte– el sistema de humedales y recarga los acuíferos subterráneos.
Ruiz Freites es el subgerente de uno de los cuatro centros científico-tecnológicos que tiene el INA en el país. La función de la institución es estudiar e investigar diversos aspectos relacionados con el sistema hídrico, para que quienes estén en la gestión puedan tomar decisiones con bases ciertas.
Desde esa mirada científico-técnica, el abogado especializado en derecho del agua y del ambiente compartió su visión sobre el sistema hídrico, las mejoras que se implementaron y los problemas estructurales que aún persisten y que marca como desafíos. Más allá de esos desafíos, el profesional subrayó la importancia del esquema institucional y los principios jurídicos que rigen el sistema mendocino, cuyo eje es la Ley de Aguas de 1884, que continúa vigente. Explicó que, sobre esa base, el Departamento General de Irrigación (DGI) maneja la red primaria de ríos y embalses y distribuye el recurso para los diferentes usos, en especial para la agricultura, a la que se destina el 80 %, que llega a las fincas a través de una red de kilómetros de canales.
Ruiz Freites enumeró los proyectos en los que trabaja el equipo de profesional del centro científico-tecnológico. Foto: Unidiversidad
Reserva de agua
Una combinación de factores, incluidos las nevadas en la cordillera, las altas temperaturas y el fenómeno de El Niño, adelantaron el proceso de deshielo. Esto implicó que en noviembre del año pasado comenzó a crecer el caudal de los ríos, una situación atípica luego de doce años de sequía.
El aumento del caudal tuvo un impacto directo en los siete embalses que posee Mendoza, algunos de los cuales alcanzaron su cota máxima. El último Informe de Evaluación Hídrica, que publicó el Departamento General de Irrigación (DGI) para el período del 15 al 29 de febrero, permitió determinar cuánta agua ingresó, cuánta egresó y cuál es la capacidad que queda en cada dique. Así, Potrerillos (río Mendoza) se encontraba en el 99 %; El Carrizal (río Tunuyán), en el 87 %; Agua del Toro, Los Reyunos y El Tigre (río Diamante), en el 93 %, y El Nihuil y Valle Grande (río Atuel), en el 73 %.
El 16 de enero, el Ejecutivo provincial comunicó que, debido a que el dique Potrerillos alcanzó su cota máxima, se abrirían las compuertas del descargador, con el objetivo de garantizar la seguridad del embalse. El resto del recurso se liberó hacia distintos puntos del sistema. Ese fue el punto de partida de la charla de Unidiversidad con Ruiz Freites: saber adónde va el agua liberada.
El dique Potrerillos alcanzó su cota máxima, por lo que se abrió el aliviadero por seguridad. Foto: Unidiversidad
Diques, humedales y acuíferos
Este año se produjo una situación atípica por la cantidad de agua de los ríos que llenó los embalses. ¿El recurso excedente se pierde?
Te diría que no es tan así, porque esta situación atípica sirvió para algunas cosas positivas. La primera es que los embalses se llenaron al 99 o al 100 %, nunca han estado tan llenos, al punto tal que creo que funcionó el aliviadero, que es como un pequeño plato de seguridad de protección por donde escurre el agua. Después hay que derogar al río, entonces parece como que esa agua se pierde, pero no es tan así, porque esto ha hecho que el agua llegue naturalmente a las Lagunas del Rosario, en Lavalle. Este es un segundo aspecto positivo, que esto sirve para la recuperación de humedades, porque tenemos una problemática de los humedales en Mendoza, desde la Laguna de Llancanelo hasta el sistema Leyes Tulumaya. Por otro lado, esto alimenta los acuíferos subterráneos, es muy bueno que en las zonas de recarga escurra el agua y se recarguen los acuíferos, porque Mendoza tiene una gran reserva de agua subterránea; de hecho, hay partes del sistema de agua potable en zonas rurales que se toman de perforaciones. Entonces, es bueno que tengamos agua en la superficie, exceso de agua en los ríos, porque eso recarga los acuíferos, además rehabilita un poco los humedales, permite que los diques estén llenos y podamos distribuir y abastecer mejor a toda la infraestructura que tenemos y a todas las hectáreas.
Más allá de estos aspectos positivos, ¿faltan obras para aprovechar mejor el recurso?
Podríamos tener una mejor infraestructura, más adaptada al cambio climático, con cierta flexibilidad, más impermeabilización de canales, un manejo que sea más a la demanda que a la oferta, es decir que el agricultor pueda usar el agua cuando la necesita y no ver lo que viene y cómo lo distribuimos. Sin embargo, el diseño de las obras hidráulicas, de los diques como Potrerillos, siempre está relacionado con el promedio de los caudales históricos. Irrigación toma los datos hace 90 años, 100 años, y el diseño de esas obras no se hace para cuestiones extraordinarias. Esto que ha pasado es una cuestión un poco inusitada por este fenómeno de El Niño. Si uno tuviera más infraestructura, podría ser mejor, pero vos decís: "Hago otro dique" y ahora fue un año rico, pero a lo mejor vienen tres o cuatro pobres. Por ejemplo, San Juan ha tenido mucha sequía; en el río San Juan tienen cuatro presas, pero hoy tiene una sequía espantosa y las presas tienen muy bajo nivel. Por eso, te repito que estas obras se hacen y se proyectan con base en promedios históricos y, además, son obras millonarias.
Después de muchos años, el agua llegó a Lagunas del Rosario, en Lavalle. Foto: gentileza Daniela Higa / @danihiga
De problemas a desafíos
Según su visión técnico-científica, ¿cuáles son los problemas estructurales del sistema?
Más que problemas, yo diría desafíos. En ese sentido, creo que hay que profundizar algunos principios. El tema de la participación de los usuarios es fundamental, fortalecer estas inspecciones de cauce en las mejoras técnicas que deben hacer, el tema de impermeabilización de canales o la construcción de reservorios. Hoy, con el cambio climático, se habla también de la entrega de agua a demanda, que se puedan construir reservorios comunes en una inspección de cauce o entre varios productores, donde, si tenemos un poco de agua de lluvia o una situación extraordinaria como esto que ha pasado ahora, se pueda guardar, y sería una manera de mejorar un poco la eficiencia. Hay que mejorar la eficiencia en dos cosas: en el transporte del agua, porque en Mendoza todavía se pierde mucho volumen por los canales en tierra, aunque un porcentaje se infiltra y eso sirve para recargar acuíferos, pero también la perdemos en la superficie. Además, capacitar a los recursos humanos técnicos, mejorar la tecnología. Las obras son aspectos positivos y la distribución de agua potable es otro aspecto.
El subgerente del Centro Regional Andino dijo que es necesario contar con los balances hídricos de cada cuenca. Foto: Unidiversidad.
¿Cuáles son los inconvenientes respecto de este último aspecto?
En este tema, el que tiene más datos es Aysam, pero tenemos un consumo de agua potable por habitante por día muy elevado, creo que está en los 700 o más litros por habitante por día. No es que el habitante consuma eso por día, aunque seguramente consume mucho, pero no superará los 400 o 500, sino que esa diferencia son las pérdidas del sistema. El sistema de agua potable es muy viejo; en el tema cañerías, conducciones, se hace lo mejor que se puede, pero se necesita todavía una fuerte inversión que mejore y evite las pérdidas en el sistema de distribución del agua potable, eso es fundamental. Tal vez, se pueda mejorar o tener mayor capacidad en la potabilización del agua, pero lo fundamental es evitar las pérdidas, porque las prestadoras del servicio le piden más agua a Irrigación porque tienen más pérdidas; no solamente es que por ahí se consume más, sino que, para compensar las pérdidas, te pido más agua. Esos son los desafíos. Otro fundamental, en lo que avanzó Irrigación, pero hay que seguir, es concluir los balances hídricos de las cuencas, es decir, qué tenemos de oferta y cuáles son la demanda y los usos empadronados, porque no es solamente la agricultura, sino que también están el uso industrial y el consumo poblacional. El balance es importante porque determina cuánta agua te falta o cuánta agua te sobra eventualmente, y lo ordena la Constitución en 1916. Hay estudios técnicos, pero todavía no hay ninguna ley que los haya avalado, ni actos administrativos de Irrigación que aprueben el balance hídrico y puedan mejorar las concesiones.
¿Por qué no se realizan los balances hídricos?
A veces puede ser una cuestión política. Hay estudios e Irrigación está trabajado con los balances, se hicieron primeros estudios muy importantes, y después esta gestión con Marinelli (Sergio, superintendente del DGI) ha tenido continuidad en eso, en seguir los estudios técnicos del balance. El tema es que hay que dar una solución institucional y jurídica. Entiendo que Irrigación está proyectando un nuevo código de aguas, supongo que se dará un proceso de participación de la ciudadanía y de los organismos científicos para la consulta de cómo se piensan todos estos aspectos, que también son jurídicos.
Ruiz Freites consideró que uno de los desafíos es mejorar el sistema de conducción de agua para evitar pérdidas. Foto: Unidiversidad
Información para la gestión
Ruiz Freites subrayó la importancia del trabajo del Centro, cuyo objetivo es brindar información científica a quienes están en puestos de gestión. “Se habla del diálogo entre la ciencia y la política, y la ciencia sirve para que las decisiones políticas puedan tomarse con base en la certidumbre”, expresó, y enumeró las investigaciones que están en marcha.
El profesional comentó que en breve comenzarán a elaborar un informe sobre aguas subterráneas en la cuenca del Tunuyán inferior, que realizarán en conjunto con el centro de San Juan, especializado en la materia. Además, el organismo cuenta con un sistema de telemetría y pluviómetros ubicado en el piedemonte, que mide los milímetros de agua caídos en cada tormenta, información que transmiten a Defensa Civil para que tome decisiones frente a los riesgos. El proyecto –comentó el profesional– es ampliar esa red, instalar ocho estaciones meteorológicas para analizar otros parámetros y también prevén medir la escorrentía, es decir, cuánta agua escurre, hacia dónde y en cuánto tiempo, información básica para la evaluación de riesgos referidos al tema aluvional.
Un equipo del centro también trabaja en el tema de huella hídrica del ajo y la intención es iniciar un estudio sobre el tema con profesionales de San Fe, centrado en el cultivo de soja. Otros de los proyectos en los que participan es la puesta en marcha de un centro tecnológico del conocimiento vinculado a la vitivinicultura y el agua, en el que también participan el Instituto Nacional de Viticultura (INV), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Universidad Tecnológica (UTN) y el CCT Conicet Mendoza. El organismo también participa en una serie de proyectos que lleva adelante la provincia, financiados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), vinculados al ordenamiento ambiental y territorial.
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