El caracol centinela: curiosa investigación sobre la contaminación del agua
Un programa de investigación de la SeCTyP (Secretaría de Ciencia Técnica y Posgrado) se dedica a analizar la contaminación hídrica a causa de diversos metales, mediante un método bastante llamativo: la cría y estudio de caracoles autóctonos como “centinelas” de la contaminación.
Hace poco se ha celebrado el Día Mundial de Agua, evento propiciado por la ONU para alertar sobre las condiciones críticas de disponibilidad de agua potable en un mundo donde el crecimiento de las ciudades y la explotación irresponsable de la naturaleza amenazan las bases de un desarrollo sustentable. En la provincia de Mendoza, el problema del recurso hídrico ha sido y es un tema de primer orden, partiendo de la misma fundación que produjo la realidad y el símbolo del oasis hasta la última y más actual discusión sobre los impactos de los proyectos de extracción minera en contexto de “emergencia hídrica”.
Con la atención puesta en esta problemática, se desarrolla en la UNCUYO un programa de investigación de la SeCTyP (Secretaría de Ciencia Técnica y Posgrado) abocado a estudiar la contaminación hídrica por parte de diversos metales, y esto a través de un método llamativo: la cría y estudio de caracoles autóctonos como “centinelas” de la contaminación. ¿De qué se trata esto?
El equipo investigativo del Dr. en Medicina y docente universitario, Alfredo Castro, quien además es el investigador Principal del CONICET, trabaja en un proyecto a través del cual se dedica a cultivar en las instalaciones de Facultad de Medicina un molusco llamado Ampularia Canilaculata. Se trata de una especie presente en un amplio sector del centro este y noreste de la provincia. Por medio de observaciones de laboratorio que llevan ya más de 15 años, los investigadores han descubierto que en la glándula digestiva de este caracol viven corpúsculos intracelulares (bacterias de un tipo especial) capaces de acumular altas concentraciones de metales potencialmente adversos para la salud humana: uranio, mercurio o arsénico, entre otros. El estudio de los tejidos habitados por los corpúsculos permite detectar si existen niveles significativos de contaminación metálica en el agua. Con este hallazgo se vuelve posible diseñar sistemas y protocolos de control del agua de bebida o riego, con alta precisión e infraestructura local.