La potencia del botulismo
Los niños menores de un año pueden infectarse con esporas del suelo pudiendo contraer botulismo. Sobre la temática profundiza el doctor en Bioquímica, Rafael Fernández, director del proyecto Inhibición de la colonización y/o toxinogénesis de Clostridium botulinum por probióticos.
Doctor Rafael Fernández.
Generalmente asociamos el botulismo con la intoxicación alimentaria, es decir, cuando se ingiere comida infectada con la bacteria Clostridium botulinum.
Sin embargo, el botulismo del lactante es una toxiinfección producida por esa bacteria, causante de una hipotonía o flaccidez muscular en los niños menores de un año. Por eso, cuando la enfermedad avanza, puede alcanzar a generar una parálisis respiratoria, por disminución de la contractura muscular.
Clostridium botulinum
Es un bacilo (forma de bastoncito) esporulado, es decir, una espora que tiene un alto grado de resistencia a los medios adversos. Corrientemente se encuentra en la tierra. Tiene la característica de ser anaeróbico, porque existe en ausencia de oxígeno. Por lo tanto, tiende a desarrollarse colonizando los ambientes carentes de oxígeno, como pueden ser las conservas y el intestino.
La toxina que genera el Clostridium botulinum es muy potente. Una vez que ella ha ingresado al organismo del niño, actúa a través de la placa mioneural, es decir, donde se produce la traducción del estímulo nervioso a una liberación de un mediador químico que origina la contractura muscular.
Por ende, la toxina del botulismo al inhibir la liberación de ese mediador químico (el neurotransmisor acetilcolina), la musculatura no puede contraerse.
La prevención
Evitar el mecanismo de infección es muy difícil, sobre todo, cuando la adquisición de la bacteria proviene del polvo ambiental. Sin embargo, “consideramos que si los probióticos ya están confirmadas científicamente como preventorios de diversas enfermedades intestinales y respiratorias, entonces podemos utilizarlas para esta enfermedad producida por el Clostridium botulinum ”, explicó Fernández.
Por lo tanto, al suministrar a los niños recién nacidos, en determinadas condiciones de frecuencia y cantidad, las bacterias lácticas probióticas, éstas frenarían o reducirían la colonización del Closridium botulinum cuando entra al intestino.
Sintomatología
Uno de los primeros indicios que aparecen en los bebés de hasta seis meses de edad es la constipación. Ya que como la toxina se produce en el intestino, el primer órgano de choque que reacciona es éste, disminuyendo la movilidad, que se detecta, con tres o más días sin defecación del lactante. Otros indicios son llanto débil o enfermizo. Pareciera estar dormido, pero en realidad se le caen sus párpados por la hipotonía (disminución del tono de los músculos) que mantienen los ojos abiertos. A veces, puede babear demasiado porque no puede tragar bien. Inclusive, no se alimenta correctamente porque disminuye su reflejo de succión, lo que impide ser amamantado por su madre, generándole pérdida de peso.
¿Cómo estudian a las bacterias probióticas como agentes inhibidores del desarrollo de las toxinas por Clostridium botulinum?
Las bacterias probióticas, que producen beneficios para el organismo, son microorganismos lácticos o ácidos lácticos, porque en su fermentación producen ese ácido. Por tal motivo, ellas son comunes en los productos como los yogures, leches, suplementos dietarios, etc.
Por ende, trabajamos a partir de esas bacterias ya reconocidas por la comunidad científica, industria farmacéutica y de alimentos. Una vez que aislamos a esos microorganismos lácticos en el laboratorio, los enfrentamos con el Clostridium botulinum, y observamos en cultivos sólidos si se inhibe su desarrollo, luego en cultivos líquidos vemos la posible disminución de la toxinogénesis (generación de toxina). Estos estudios han dado resultados positivos.
En un segundo paso, aislamos bacterias lácticas del organismo humano a partir del canal del parto, heces de los lactantes y el calostro de madres que van a amamantar, o las primeras porciones de leche antes de amamantar al niño. Hay otras cepas de estos microorganismos que son de origen animal, pero se prefiere las humanas o alimentos fermentados que contienen probióticos reconocidos.
Frecuencia de infección
El botulismo del lactante está considerado como una enfermedad “rara” por su baja frecuencia. Se consideran “raras” aquellas enfermedades que afectan entre cinco o menos personas cada 10 mil habitantes, el botulismo del lactante está aproximadamente en un orden de uno cada 100 mil, con un grado de letalidad que no debería superar el 3%. El botulismo del lactante es más frecuente que el botulismo alimentario, llegando a tener entre 40 y 50 casos por año en la Argentina, y en Mendoza pueden alcanzar los 10 casos por año.
No obstante, esta enfermedad no es terminal en todos los pacientes, con una adecuada asistencia en el hospital, siendo fundamental la higiene respiratoria, el bebé no debería morir.
El espectro de la enfermedad es variable entre los niveles leve, moderado, muy grave y hasta el síndrome de muerte súbita infantil o muerte de cuna (en casos muy agudos, la madre ve a su hijo aparentemente normal con signos difíciles de detectar). Los casos leves son muy fáciles de tratar, que en general no requieren hospitalización en terapia intensiva, pero sí deben estar internados para su control minucioso.
Prevención
Hay que evitar el ingreso de las esporas al organismo. Por lo tanto, “los consejos para prevenir esta enfermedad son: evitar el polvo ambiental, mantener una buena higiene en el entorno del niño y no suministrar en los menores de una año miel, jarabe de maíz ni té de hierbas, ya que en ellos se han detectado esporas de Clostridium botulinum”, indicó el Dr. Fernández.
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Proyecto de investigación subsidiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo
Inhibición de la colonización y/o toxinogénesis de Clostridium botuinum por probióticos.
Integrantes: Director: FERNANDEZ, Rafael Alfredo. Co-Director: DE JONG, Laura Irene Teresita. CABALLERO, Patricia Alejandra; PAREJA, Virtudes; CARBONE, María Laura; MARTIN, José Luis; SANCHEZ, María Laura.
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