Un banco para la resistencia

Producida por Netflix, "El banquero de la resistencia" se sumerge en una Ámsterdam ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial para contar una realidad bastante alejada de los campos de batalla. Es una de las candidatas al Óscar como mejor película extranjera.

Un banco para la resistencia

Walraven van Hall es interpretado por un genial Barry Atsma en el film de Joram Lürsen

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Unidiversidad / Rodrigo Armiento

Publicado el 21 DE SEPTIEMBRE DE 2018

“Quieres que renuncie, ¿verdad?”, pregunta Wally a su esposa Tilly con una mirada llena de tristeza y preocupación. “Sí, claro que quiero… Pero no deberías”, le responde ella. Hacer todo a un lado y permanecer pasivo ante los horrores por los que estaba pasando su país en plena Segunda Guerra Mundial nunca fue una opción para Walraven van Hall. Y por más que dijera esas palabras únicamente por amor a su familia, nadie más que su compañera de vida podía leer y comprender los deseos más profundos de su corazón.

El banquero de la resistencia (Bankier van het Verzet, 2018) es una de las mejores producciones de Netflix en lo que va del año, no sólo por su excelente técnica cinematográfica, sino por la originalidad de su narración. Y es que es muy probable que hayas visto cientos de películas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero pocas contadas desde el lugar de aquellos que ni eran perseguidos, ni estaban en un campo de batalla, ni tenían en sus manos la obligación de tomar alguna decisión importante. Hablamos de esa parte de la sociedad europea privilegiada, de clase media - alta, acomodada, que vivía una vida normal o relativamente normal mientras marchaba por las calles el ejército de la Alemania nazi y veía pasar cada día trenes repletos de personas cuyo destino final eran los campos de concentración. Muchos ciudadanos respondieron con silencio o incluso cooperaron con las fuerzas del Eje, pero muchos otros decidieron abandonar su lugar de comodidad y actuar, como civiles, en defensa de las víctimas de la guerra y su propia libertad.

El film de Joram Lürsen es un drama bélico holandés basado en hechos reales. Cuenta la historia del banquero Walraven van Hall (Wally, para los amigos) quien, en el año 1942, durante la ocupación de Ámsterdam por parte de las tropas alemanas, decide arriesgar su vida para crear un frente de batalla financiero, si es que así podemos llamarle: el Banco de la Resistencia, también conocido como Fondo Nacional de Apoyo (NSF) en los Países Bajos. El mismo fue consolidado gracias a los aportes de su colega Van den Berg y de su hermano Gijsbrecht van Hall (Gijs).

Si no entendés nada de finanzas (al igual que la persona que escribe esta nota), puede que las primeras escenas se te hagan un poco más extensas y pesadas, ya que explican hasta el último detalle todos los movimientos bancarios que los personajes pretenden realizar. Pero no hay que preocuparse antes de tiempo, ya que Lürsen sabe muy bien cómo hacer que vos te concentrés en lo importante: la recaudación del Fondo Nacional de Apoyo tiene como objetivo financiar las acciones nacionales de la resistencia y darle un freno a la ocupación alemana. La película nos muestra algunas de ellas: el accionar de la prensa censurada, la huelga de los trabajadores ferroviarios, el socorro a las familias de marineros varados en alta mar y la protección de las familias judías y refugiados.  

Durante los primeros dos años todo marcha bien y según lo planeado. La movida clandestina que realizan los colaboradores de van Hall consigue un apoyo muy leal por parte de muchos empresarios y banqueros holandeses mientras las fuerzas alemanas se preocupan más por ejercer el control sobre la población mediante el uso de las armas y cuidar sus espaldas de la inminente ofensiva del ejército Aliado. Pero la resistencia necesita cada vez más dinero y Wally no piensa parar. Las operaciones financieras se vuelven así más complejas y evidentes: necesitan ahora falsificar bonos estatales, lo cual es literalmente un robo a gran escala. Es entonces cuando cobra importancia el rol del nuevo director del Banco Central Holandés, Meinoud Rost van Tonningen, funcional a la ocupación, cuyas minuciosas investigaciones alertarán sobre este fraude bancario en las cuentas del Estado. No pasará mucho tiempo para que Wally se convierta en el hombre más buscado de todo el país.  

 

El banquero de la resistencia permite disfrutar no sólo de una maravillosa puesta en escena y una excelente reconstrucción de época, sino también de una precisión histórica sumamente cuidada. Si a esto le sumamos la musicalización de Merlijn Snitker, la fotografía de Mark van Aller, y las actuaciones de Barry Atsma (Walraven), Jacob Derwing (Gijs) y Raymond Thiry (Van den Berg), el resultado es sumamente satisfactorio. De hecho, esta interpretación biográfica de Joram Lürsen ya es candidata a mejor película extranjera en los Óscar 2019.

Un poco de espíritu "nolaniano"

Esta nota estaría incompleta si no mencionamos que la película nos transporta a la impecable visión histórica que plasmó Christopher Nolan en Dunkerque (Dunkirk, 2017), cuando cientos de botes civiles llegaron al rescate de más de 300 mil soldados aliados varados en las playas de Dunkerque, Francia, durante la famosa Operación Dinamo. En el caso holandés, sin personas como Walraven van Hall, su familia y sus colaboradores banqueros, la guerra habría tomado definitivamente otros rumbos y quizás hoy en día sería muy difícil hablar de libertad.

El homenaje a los héroes sin capa

A menos que seas un experto/a en historia, es muy difícil que este hecho te resulte conocido. Y es que la existencia del Banco de la Resistencia se mantuvo en secreto durante muchos años después de terminada la guerra. Resulta que se trata de uno de los mayores fraudes bancarios que ha vivido la historia de Holanda y el Gobierno lo quiso ocultar por las implicancias políticas que esto suponía en una nación tan dolida y en plena recuperación.

Es necesario destacar que Walraven van Hall no se dejó tentar por los negocios de la guerra o las sombras de la ilegalidad por las que se movía el Banco de la Resistencia. Por el contrario, prefirió arriesgarlo todo y llevar una administración sumamente limpia, trasparente y ordenada para que en el futuro, tras el rescate de los aliados, se pudiera rastrear el destino de los miles de florines que se hicieron circular. Es decir, cada préstamo y cada gasto quedó documentado y finalmente tuvo respaldo. Se calcula que fueron 150 mil las personas beneficiadas por la resistencia.

Hoy en día, frente al Banco Estatal Holandés, se puede contemplar el monumento que se erigió en 2010 para honrar a Wally y a todos los civiles que tuvieron el valor y el coraje de apoyarlo y defender la bandera holandesa.  

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