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12 DE DICIEMBRE DE 2024
La segunda vuelta y el poder.
Walter Cueto. Foto: Archivo / Axel Lloret
Si Daniel Scioli fuera proclamado presidente habiendo obtenido sólo dos puntos porcentuales más que Mauricio Macri, Argentina tendría un primer mandatario que no representaría a un porcentaje significativo del electorado y que llegaría al cargo debilitado. Con este razonamiento, el licenciado en Ciencias Políticas Walter Cueto defendió el balotaje como un instrumento clave para garantizar la legitimidad del próximo presidente.
El docente e investigador analizó los resultados de las elecciones del domingo, en las que el oficialista se impuso por el 36,86 % de los votos frente a Mauricio Macri, de Cambiemos, que logró el 34,33 % de los sufragios, mientras que Sergio Massa, de UNA, se alzó con el 21,34 %. En este escenario, y de acuerdo con la Constitución, los ciudadanos decidirán en una segunda vuelta –que se concretará el 22 de noviembre– quién será el presidente de los argentinos.
El profesor Cueto explicó que, si bien Argentina no tiene experiencias anteriores en el balotaje, este mecanismo es clave para garantizar la mayor legitimidad posible al ganador y evitar que llegue al poder debilitado, teniendo en cuenta que la cantidad de votos que lo separan del segundo puesto no es significativa.
El politólogo recordó que en la historia argentina existen muchos ejemplos de presidentes que llegaron debilitados al poder y nombró como uno de los casos emblemáticos el derrocamiento de Arturo Illia, en junio de 1966, tras el cual quedó en el poder el dictador Juan Carlos Onganía. Dijo que este es uno de los antecedentes que marca la importancia de la segunda vuelta.
La modalidad del balotaje quedó establecida en el país luego de la reforma constitucional de 1994, aunque el mecanismo no era nuevo, ya que fue utilizado por los primeros órganos legislativos, como la Asamblea del Año XIII y quedó plasmado en la Constitución de 1853. Luego de la reforma de 1994, la única elección donde se debería haber realizado una segunda vuelta fue la de 2003, cuando Carlos Menem obtuvo el 24,45 % de los votos y Néstor Kirchner logró el 22,24 %. Sin embargo, Menem desistió de presentarse y Kirchner fue proclamado presidente.
En diálogo con Unidiversidad, Cueto recalcó que será determinante la actuación de los dos candidatos en los próximos veinte días, que deben ser claros con el electorado respecto de las medidas que tomarán y cómo las financiarán y que es positivo que participen del debate organizado por la ONG Argentina Debate, que se concretará el 15 de noviembre en la Facultad de Derecho de la UBA.
Garantizar legitimidad
¿Cuál es la importancia de la segunda vuelta y qué significaría que Scioli asumiera la presidencia cuando se impuso por sólo dos puntos de ventaja sobre Macri?
Muy simple: llega debilitado a ocupar el cargo, porque fíjese que un candidato tiene 36 % y el otro 34 %, es decir que tendríamos un presidente que no es representativo de un porcentaje importante del electorado del país, y eso lo debilita. Nosotros tenemos mucha historia de presidencias débiles. Por ejemplo, en la década del 60 la presidencia de Illia terminó en un golpe de Estado. Él llegó con un bajísimo porcentaje –el 20 % de votos– y su presidencia transcurrió en un nivel de debilidad tan impresionante que terminamos en una situación de golpe de Estado.
¿Qué garantiza el sistema?
Lo que busca el sistema es garantizar la mayor legitimidad posible a quien resulte ganador.
En Argentina no tenemos experiencias en este sentido...
Es así. Salvo en la elección de 2003 (cuando debieron ir al balotaje Menem y Kirchner, pero el primero renunció), nunca se había dado nuevamente una alternativa o situación en la que se exigiera el balotaje. Y ahí es interesante marcar que Kirchner asumió con un porcentaje bajo de votos, pero hizo una serie de movimientos, como visitas a países latinoamericanos, tratando de fortalecerse, es decir que tomó precauciones para lograr legitimidad.
De cara a la segunda vuelta, tanto Scioli como Macri confirmaron que participarán en el debate del 15 de noviembre. ¿Es importante que asistan?
Creo que sí, porque es indispensable que en estas circunstancias tengamos claridad respecto de lo que van a hacer. En la Argentina reciente tenemos experiencias de candidatos que llegaron diciendo una cosa y haciendo otra. Sólo recordemos a Menem con “Acompáñenme, que no los voy a defraudar”, hablando de la revolución productiva, y terminó haciendo todo lo contrario. Creo que es muy importante lo que hagan los dos candidatos en estos casi veinte días y me parece que ya tomaron una decisión clave: participar del debate, porque aquí hay una confrontación de dos modelos de país.
¿Cómo jugarán las otras fuerzas en este escenario, especialmente Massa, que obtuvo el tercer lugar?
Va a depender de la cantidad de votos que obtuvieron. Massa va a tratar de armar una estrategia de fortalecimiento de su espacio pensando a futuro, porque, obviamente, si uno tuviera que decir quiénes fueron los dirigentes plenamente ganadores de las elecciones del domingo, diría que Vidal (María Eugenia, gobernadora electa de Buenos Aires) y Massa (candidato del Frente Renovador) que logró 5 millones de votos. Entonces creo que debe estar pensando cómo consolidar ese soporte electoral, porque si usted mira los resultados electorales tienen una presencia legislativa muy fuerte.
¿Cree que los votantes seguirán el mandato del candidato que votaron, respecto de a quién votar en la segunda vuelta?
Creo que los candidatos que quedaron fuera de carrera le van a ayudar al electorado a que tome la decisión, lo que no significa que los ciudadanos sigan su consejo.
¿Cómo cree que jugará cada candidato?
Es posible que tanto Scioli como Macri intenten acuerdos con Massa, aunque no sé si eso incluirá o no involucrarse en la gestión. Esa es una decisión que deberá tomar Massa. En cuanto a los votos de Margarita Stolbizer, creo que irán a Macri. Rodríguez Saá creo que tratará de negociar algo y dirá a quién votará él. En cuanto a la Izquierda, creo que los votantes se dividen entre quienes optaron por Del Caño por coincidencia ideológica y quienes lo apoyaron con la idea de lograr mayor pluralidad en las cámaras. Entonces, los primeros acatarán el pedido de sus dirigentes, mientras que los segundos quedarán libres y tomarán su decisión en función del debate y de los errores y aciertos que tengan los candidatos en los próximos días.
La izquierda ya llamó a votar en blanco. ¿Cómo analiza esto?
Es lo que decíamos antes... Hay gente que tiene pertenencia ideológica y seguramente hará caso a la consigna, pero hay gente que votó a la Izquierda como modo de tener mayor pluralidad en el Congreso y, en consecuencia, esa gente no va a responder a esta consigna. Además, creo que en esta circunstancia la gente no vota en blanco, va a querer tomar partido, porque votar es sencillo en cuanto al procedimiento y porque es altamente significativa la elección. Vamos a elegir un presidente para los próximos cuatro años. Entonces, unos se expresarán de una manera y otros de otra, pero a estas alturas tenemos un electorado muy racional.
Usted destacó la importancia de cada paso que den los candidatos hasta la segunda vuelta...
Sí, porque en estos 20 días los candidatos seguramente cometerán errores y aciertos. Por ejemplo, la salida de Scioli cuando todavía no se conocían resultados oficiales fue medio traumática, no hubo una estrategia que mostrara claridad en lo que estaba haciendo, salió ofuscado, medio enojado, a los gritos, aunque al otro día cambió.
También serán importantes los discursos, las posturas, los gestos...
Exacto. En ese sentido, tengo la sensación de que el que está impostando más es Macri. Los dos son muy fuertes en el sentido de que son personalidades que hablan fuerte, en forma terminante, con afirmaciones, pero veo que Scioli lo hace con bastante normalidad; mientras Macri, no. Todo es afecto y amor, todos somos buenos, vamos juntos para adelante, esa idea de que la política son besitos... Y la política es consenso y diálogo, pero también lucha por intereses y valores. Vamos a ver de todo un poco en estos días: exageraciones, expresiones bastante discutibles y del conjunto de los resultados de fortalezas y debilidades de los candidatos va a ir saliendo la decisión.
El nuevo escenario político
¿Cuál su análisis de los resultados de la elección del domingo?
Creo que claramente se produjo la instalación de una segunda fuerza política en el país. Ahora, si usted mira cómo quedaron repartidos los municipios de Buenos Aires, se da cuenta de que, si bien ganó Cambiemos, va a tener una legislatura bien dividida, que va a tener 54 municipios propios pero siguen todavía 60 municipios en manos del Frente para Victoria, además de unos 20 de Massa. Quiero decir que ahora Vidal va a tener que gobernar con un mosaico de intendentes muy diversos. En ese sentido, empieza a haber una diversidad de signos políticos que va a complicar tanto a los gobernadores como al presidente que resulte electo. Creo que este es un signo de cambio, el fin de una época y comienzo de otra. Hay que tener en cuenta que a quien resulte ganador en la presidencia le queda un Senado manejado por el Frente para Victoria, ya que tiene dos tercios de los senadores, y una Cámara de Diputados donde nadie tiene mayoría. Además el mandato del presidente del Banco Central no venció, ni el de la procuradora Gils Garbó, el titular de la Afip tiene mandato por dos años más, y a Oscar Parrilli (director de la Agencia Federal de Inteligencia) lo acaban de designar. Es decir que hay un escenario donde cualquiera de los dos candidatos que gane va a tener que negociar todo, nadie va a poder tomar decisiones unilaterales.
¿Cómo cree que el resultado de la elección del domingo impactará hacia el interior de las fuerzas políticas?
Había un estado de previsión básica y era que de las PASO resultó que Scioli tenía 9 o 10 % de diferencia, pero al ver que es mucho menor empieza a sentirse ruido en las alianzas internas del FpV. De todas formas, es importante tener claro que el FpV tiene y va a seguir teniendo, independientemente de los que pase el 22 de noviembre, una cuota de poder inmensa, va a poder hacer uso de una cantidad de estructuras institucionales que son propias de la continuidad del Estado.
¿Y Cambiemos?
Cambiemos es PRO, no es una unión de fuerzas. Creo que el PRO trató de sacarle dirigencia al radicalismo. Si usted mira detenidamente dónde quedaron los gobiernos radicales puros, le diría que en Mendoza.
En este escenario, ¿cuál es la realidad del radicalismo, desde su punto de vista?
El radicalismo queda como una fuerza nacional débil. Lo que siguen teniendo son algunas provincias y fundamentalmente –aunque habría que sacar bien las cuentas– hay muchas intendencias donde queda dirigencia radical.
¿Cómo afecta este nuevo escenario al sistema de partidos?
Contrariamente a lo que dicen algunos politólogos, que el sistema de partidos se ha fortalecido, yo sigo viendo un sistema de partidos en crisis, en el sentido de que está en transformación, en proceso, y no logramos estabilizar un sistema de partidos, que sería una condición indispensable para que la democracia tenga una estabilidad y reglas de juego más claras. Creo que en esta elección hay una polarización: el PRO creció, el FpV mantiene una presencia territorial importante, pero ahora como un desprendimiento aparece UNA y, si ellos logran en el tiempo consolidar una estructura territorial, pueden aparecer como un tercer partido que tense la cuerda. A mí me parece sano un sistema tripartidario, no sería una cosa descabellada y sería más razonable. También pasa que, en la medida que emerge una fuerza, desaparece otra. Por ejemplo, en Mendoza el PD desapareció, ya no tienen representación en la Legislatura ni en el Congreso, y De Marchi hizo una alianza con Cornejo.
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