Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial, afirmó que las mujeres tienen el poder de dar un impulso a la tambaleante economía mundial y su inclusión igualitaria en el mundo laboral puede aumentar el 20 % el PBI mundial, pero eso ocurrirá solamente si se aceleran las reformas políticas y todas las necesarias para eliminar los obstáculos de su progreso. El cálculo es sencillo: si las mujeres son el 50 % de la población, incluirlas en el mercado de trabajo en igual proporción que los varones aumenta la mano de obra disponible.

El Foro Económico Mundial publica periódicamente la situación laboral de la población femenina y la brecha de género en el sector. Para julio de 2024, asegura que el progreso de las mujeres se ha desacelerado en general, aunque las tasas de empleo han aumentado. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo afirma que las tasas mundiales de desempleo han vuelto a niveles prepandémicos. Sin embargo, prevé un aumento para este año, producto de distintos factores, como el descenso de productividad y del aumento de desigualdades entre países de renta alta y baja.

La desigualdad de género es uno de los factores a tener en cuenta. Aunque las mujeres ocupan el 50 % de los puestos iniciales, siguen sin tener acceso de manera equitativa a los puestos jerárquicos. Según datos que el Foro recoge de LinkedIn, son el 42 % de la mano de obra mundial y el 31,7 % de los altos cargos. Las principales diferencias a superar están en los altos cargos de casi todos los sectores y en rubros estratégicos como las IA, en particular, y las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés), en general.

El mundo siempre está en proceso de atravesar situaciones difíciles, pero nunca tanto como ahora, aseguran desde el Banco Mundial, a causa del cambio climático, que genera fenómenos meteorológicos extremos y aumenta la inseguridad alimentaria. ¿Qué significa eso? Que casi un tercio de la humanidad no tiene acceso garantizado a alimentos seguros y nutritivos. De esos 2400 millones de personas, el 60 % son mujeres y niñas. Fomentar la inclusión de la población femenina económicamente activa en el mundo laboral, entonces, las beneficia en lo personal –para que puedan salir de esa situación– y, a la vez, es positivo para el engranaje económico general.

La participación de las mujeres en la población activa en los 101 países analizados por el Informe Mundial sobre la Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial en los últimos 18 años ha superado los niveles de 2023: del 63,5 % al 65,7 %. Sin embargo, a pesar de la recuperación pospandémica en las economías, queda camino por recorrer. Al ritmo actual, según el informe, llevará 134 años alcanzar la igualdad de género a nivel global, es decir, cinco generaciones.

En 2020 y 2021 hubo un frenesí de contrataciones —explicó la jefa del Equipo Global de Políticas Públicas y Gráficos Económicos de LinkedIn, Sue Duke—, pero hoy el mercado laboral mundial está enfriándose y las mujeres profesionales son las que salen perdiendo. Esta desaceleración se produce en un período de transformación de la fuerza de trabajo, marcado por la revolución de la inteligencia artificial generativa: la utilizan tres de cada cuatro personas en roles de escritorio.

Entonces, este sea quizás uno de los sectores estratégicos para impulsar la igualdad. Duke cree que el impacto de las nuevas tecnologías podría jugar a favor de las mujeres, que, según datos de la plataforma tienen un 28 % más de habilidades sociales esenciales para los trabajos del futuro, como el liderazgo estratégico y la colaboración. Fomentar el talento femenino para la IA, entonces, es una oportunidad para ayudar a cerrar la brecha de género.

El otro sector estratégico es transversal a todos los rubros: los cargos jerárquicos. Son causa y también síntoma de la brecha de género: la proporción de mujeres en puestos directivos es una especie de indicador de la paridad en el empleo en general, según sugiere el Informe sobre la brecha de género en el mundo 2024, y los datos de LinkedIn muestran que, en condiciones macroeconómicas cada vez peores, hay menos mujeres en puestos directivos.