El aprendizaje de 2001: la capacidad democratizadora de la movilización popular
El historiador Ezequiel Adamosvky, en diálogo con Radio U sobre esa rebelión popular, derribó algunos conceptos que se repiten respecto de las causas que llevaron al estallido social.
El historiador resaltó la importancia de los movimientos populares. Foto: Fernando Gens/Télam
El historiador Ezequiel Adamosvky dijo que el mayor aprendizaje de la crisis de 2001 fue la comprobación de que la movilización popular tiene una capacidad democratizadora que –a veces– el sistema político no encuentra o no tiene.
Adamosvky, docente en la Universidad Nacional de San Martín y en la UBA e investigador de Conicet, habló con Radio U sobre la rebelión popular que se produjo en el país en 2001 y de la que cumplieron 20 años.
El autor de Historia de la clase media argentina repasó las causas que llevaron a la rebelión social y destruyó algunos de los mitos que se repiten sobre ese proceso, como que fue un “golpe” del peronismo o que fue un estallido de la clase media, porque fue la única afectada por el corralito. Acá, parte de la charla con el profesional.
La importancia del movimiento social
Un día como hoy renunciada el presidente Fernando de la Rúa, como una crónica de una muerte anunciada.
No, fue bastante inesperada la resolución de la crisis. La crisis venía profundizándose hacía mucho, también las movilizaciones populares, pero creo que a todo el mundo le tomó por sorpresa la magnitud de lo que sucedió el 19 a la noche y el 20 de diciembre, que precipitó la caída de De la Rúa. En estos días surgió una manera bastante descabellada de recordar lo que pasó entonces, como si hubiese sido una especie de golpe palaciego de los diputados y senadores peronistas para correr a De la Rúa del gobierno, y esa explicación olvida el dato de que hubo una rebelión social de una magnitud muy importante, y me parece que ese es el dato más significativo de esa jornada. Fue realmente una rebelión popular inmensa que, además, se prolongó en el tiempo, en los meses siguientes, y creo que eso es lo que debemos recordar en estos días.
Las asambleas barriales, populares, fueron un hecho histórico impresionante aquí en esos momentos…
En varias ciudades, ese movimiento social nuevo, que fue el de las asambleas populares, fue uno de los varios movimientos sociales que ocuparon el espacio público en esos días. Anteriormente, se había expandido por todo el país el movimiento piquetero que fue también protagonista decisivo de esas jornadas. Hubo también movimientos de pequeños comerciantes, pequeños agricultores, ahorristas, las fábricas recuperadas. Hubo una confluencia muy importante de movimientos de diversos signos, incluyendo el movimiento obrero que también protagonizó esas jornadas con declaración de paro general por parte de las tres centrales obreras que había entonces.
¿Cuál es tu lectura sobre la represión? ¿Por qué el Gobierno manda a reprimir?
La represión es la salida más a mano que encuentra el Estado, lamentablemente en gobiernos de diverso signo. Hay pocos gobiernos de los que se pueda decir que no han reprimido o no han apelado a esa herramienta como modo de controlar la calle y las demandas sociales. No es sorprendente, el gobierno de De la Rúa tenía un historial represivo: inauguró su presidencia con una represión muy importante en el litoral y continuó en esa tónica hasta la apoteosis, que fue la represión ordenada el 20 de diciembre, por la que recién ahora tenemos algunas condenas judiciales, veinte años después.
¿Creés que los niveles de violencia de esa represión impulsaron a las personas a participar en el movimiento ‘Que se vayan todos’?
Creo que la represión fue un catalizador, no fue el único. Por darte un ejemplo personal, lo que me decidió a ir a Plaza de Mayo el 20 de diciembre fue escuchar que la policía le estaba tirando los caballos encima a un grupo de Madres de Plaza de Mayo, a un grupo de ancianas. Esa indignación moral que provocaba eso, como uno de los múltiples hechos de violencia policial de esos días, fue el resorte que impulsó a muchas personas a ir a la plaza. Recuerdo también, en ese sentido, que cuando fue la masacre de Avellaneda, el asesinato de Kosteki y Santillán, eso también fue catalizador de una movilización social enorme que le puso fin al interinato de Duhalde que, como resultado, tuvo que llamar a elecciones anticipadamente. Entonces, el carácter antirrepresivo, contrario a la violencia estatal, fue uno de los elementos insoslayables de 2001.
El historiador dijo que el ataque a representantes de Madres de Plaza de Mayo fue lo que motivó a muchas personas a salir a la calle. Foto: Fernando Gens/Télam
Destruir mitos
¿Qué lectura hacés de que no hubo un apoyo del peronismo hacia De la Rúa?
El mecanismo institucional que prevé la Constitución incluye que un presidente renuncie, como en este caso, o que sea destituido cuando no cumple sus funciones. De la Rúa claramente no estaba cumpliendo sus funciones, no me parece anormal o descabellado que haya renunciado. Tampoco me parece descabellado que la oposición, en ese contexto, no apoye como para que continúe su mandato a una persona que claramente no estaba en condiciones de hacerlo. Por eso, en ese sentido, no me parece algo del orden de lo anormal que la crisis haya sucedido así. De hecho, creo que un rasgo destacable es que el sistema institucional argentino funcionó en una situación tan crítica: hubo una sucesión presidencial, a pesar del caos, que aseguró la gobernabilidad y un interinato que se resolvió más tarde en una elecciones. Creo que esa urgencia por catalogar los hechos como un golpe palaciego del peronismo tiene más que ver con las necesidades políticas actuales que con una explicación razonable de los hechos de esa época.
Mucho se dijo en ese momento, y algunos todavía lo piensan, de que, si el corralito que afectó a la clase media, a esos que tienen capacidad de ahorro, los que se movilizaron, hubiese afectado a las clases populares, eso no ocurría. ¿Esa idea se mantiene?
No estoy de acuerdo con esa interpretación por dos motivos: primero, porque el corralito no solo afectaba a la clase media, sino también a las clases populares. Fueron de las más perjudicadas, se inmovilizó el sueldo de todo el mundo, incluyendo el de los trabajadores, y por eso las dos CGT llamaron a la huelga contra el corralito. Por otro lado, cuando uno ve las movilizaciones del 19 y 20, no fueron disparadas por el corralito, sino por un motivo político; el cacerolazo fue después que De la Rúa anunciara el estado de sitio. La gente salió a la calle por eso motivo, que es más un motivo político que de bolsillo. Cuando uno ve las consignas de los días posteriores, la de fin del corralito era una más entre muchas otras que tenían que ver con atender las situaciones de los más pobres, la salud, la educación. Es una reacción que no puede reducirse a una cuestión de espasmo porque les tocaron el bolsillo. Por supuesto que eso colaboró, pero entre muchas otras cosas.
En la sucesión de presidente, ¿por qué Rodríguez Saá duró poco en el gobierno?
Ahí, aparentemente, la explicación tiene que ver con la dinámica de la dirigencia política, hay que recordar que Rodríguez Saá no era hombre fuerte del peronismo, sino Duhalde, y que no asumió el interinato porque no hubo acuerdo, o no hubo el que él esperaba, y luego de la caída de Rodríguez Saá, sí lo hubo.
Él fue el hombre que aplaudieron en el Congreso cuando anunció el default...
Es interesante recordarlo en este momento, aquello que parecía impensable en 2001, justamente lo que muchos sectores reclamábamos, un default de la deuda. En ese momento parecíamos locos, nadie se lo podía tomar seriamente. Luego sucedió una rebelión como de 2001, con ese resultado: que días después fue tomado por un presidente en ejercicio y aplaudido por la dirigencia. Y hay que recordar que la recuperación económica relativamente rápida que tuvo el país fue gracias a eso. Esos recursos que iban como una sangría permanente al pago de la deuda externa pudieron invertirse en la recuperación económica. Hoy tenemos un escenario similar, y hoy parecería una locura declarar una moratoria en el pago de la deuda. Es un tema interesante para discutir en esa perspectiva histórica.
¿Qué enseñanza nos deja esto que sucedió hace 20 años?
La primera enseñanza que me deja es que la movilización popular tiene efectos, aun en su aspecto más caótico, desorganizado, fue lo que en 2001 abrió un horizonte de posibilidades. Los pilares que permitieron la recuperación económica de Argentina, que fueron el no pago de la deuda externa, la reinstauración de las retenciones, que es algo que nadie proponía antes de 2001, y la extensión sin precedentes del gasto social que decretó Duhalde fueron medidas que son consecuencias directa de la rebelión popular y que no estaban en la agenda de nadie, salvo los grupos más de izquierda antes de la rebelión, que fue lo que abrió esa ventana de posibilidades, de tomar medidas que beneficien a las mayorías. La mayor enseñanza de esas jornadas es que la movilización popular abre el escenario político, abre posibilidades, tiene una capacidad democratizadora que a veces el propio sistema político no encuentra o no tiene.
Audio
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Entrevista a Ezequiel Adamosvky.
Historiador
Fuente: Unidiversidad
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