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Opinión del director del Instituto de Hidráulica, Federico di Lello.
Imagen ilustrativa de la Represa de Ullum en San Juan. Foto publicada en aguasverdinegras.blogspot.com.
Especial Portezuelo del Viento
Jimena Nora, becaria de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO
Publicado el 19 DE JUNIO DE 2017
“La gestión del recurso hídrico es la habilidad de manejar las consecuencias que puede producir esa administración y, por ende, es necesario asignar los recursos para la remediación del daño ambiental potencial que pueda llegar a producirse en otras regiones involucradas”, expresó el director del Instituto de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la UNCUYO, Federico di Lello. El especialista dio su opinión acerca de la construcción de la obra Portezuelo del Viento desde un punto de vista técnico y político.
Cuando hay crecidas en el caudal de un río, quedan retenidos los nutrientes minerales del agua y se generan las condiciones de cultivo. Es a partir de ese cultivo de los humedales que aparecen producciones con rédito económico para los habitantes. “Acá lo que hay que pensar es que las obras que realice Mendoza no tienen que afectar a los terceros posibles beneficiarios”, esclareció el referente.
Por otro lado, Mendoza tiene que realizar todas las obras necesarias para poder extraer la riqueza primaria que, en este caso, es la energía hidroeléctrica, que es –a su vez– fuente de repago de toda la inversión que hay que realizar para poder extraer esa energía a partir del proyecto Portezuelo del Viento.
Al respecto, Di Lello reflexionó: “En el litigio que aparece entre Mendoza y La Pampa está la mezquindad de no reflexionar acerca de por qué existe la ingeniería. Existe para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de este gran territorio”.
Continuó: “El proyecto no solamente puede ser muy interesante para Mendoza, sino también para La Pampa. Hoy la Nación tiene una visión de desarrollo energético integrado en una matriz que se plantea como múltiple, energías renovables y no renovables”. En este momento, las condiciones geográficas, ambientales y políticas son distintas de las que se disponían hace 77, años cuando se planteó el proyecto, con un sistema de prioridades que se ha modificado sustantivamente. Dadas las circunstancias, el especialista planteó un nuevo cuestionamiento: “¿Cómo se gestiona al interior de Mendoza el uso hídrico de esos potenciales caudales? ¿Qué utilización va a tener el agua: reponer humedales para la biodiversidad o sólo generar energía hidroeléctrica?”.
Aspectos técnicos de la problemática Portezuelo
Sobre los aspectos técnicos de esta problemática, Federico di Lello afirmó que “ya no es la gestión del agua, ni la gestión de la cuenca, sino qué tipo de actividad económica se va a desarrollar en Mendoza, asociada a su potencial hidroeléctrico. Si vamos a ser un nodo generador de energía o si vamos a ser un nodo comprador de energía”.
En este sentido, dónde se produce la energía pasa a un segundo lugar y lo que importa es el factor de nodo local. Es decir, si una provincia aporta a la alcancía general del país y consume localmente; entonces la provincia generadora consume más barato. El precio de la energía en el mercado está dado por el factor de nodo local.
En relación con lo anterior, Mendoza tiene una potencia de adaptación de energía mayor que la potencia demandada, pero en algunas horas del día, la energía que consume es mayor que la energía producida localmente. En consecuencia, hay momentos en los que es compradora del sistema eléctrico nacional, pero es vendedora de potencia.
En el caso particular del río Grande, integrante de la Cuenca del río Colorado, Di Lello opinó que “probablemente el gran mejorador para resolver el conflicto de aguas abajo sería un compensador situado en la parte más baja de la cuenca mendocina, que permitiera recomponer la entrega de agua en calidad y oportunidad a lo que la naturaleza daba originalmente”. En la práctica, esto implica que el embalse compensador esté asociado a una central de bombeo, más allá de que existiera un regulador en la alta cuenca. “En la última obra, dentro de la jurisdicción de Mendoza, debería pensarse un compensador, de modo que, en todo momento, le entregue a las provincias aguas abajo, el caudal que el río traía antes de la obra”, concluyó el profesional.
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