El director del Centro Regional Andino del Instituto Nacional del Agua (INA), Jorge Maza, analiza el pedido de declaración de emergencia hídrica que hizo Irrigación por cuarto año consecutivo. Descree de los pronósticos referidos al cambio climático y defiende la teoría de la variabilidad. Explicó que se debe invertir en la eficiencia del riego agrícola, que utiliza entre el 80 y el 85 por ciento del agua disponible. En cuanto al consumo humano, dijo que la comunidad no toma conciencia del problema y que la única forma de lograrlo es que le toquen el bolsillo.
Jorge Maza, ingeniero civil especializado en Hidrología, director del Centro Regional Andino del Instituto Nacional del Agua (INA), descree de las proyecciones sobre cambio climático referidas a la baja de los escurrimientos de los ríos andinos. Apuesta a la teoría de la variabilidad y no descarta que en los próximos años la situación mejore.
Maza analizó el impacto del pedido del Departamento General de Irrigación (DGI), que por cuarto año consecutivo solicitó al gobernador, Francisco Pérez, que declare la emergencia hídrica sobre la base de estudios sobre los seis ríos más importantes de Mendoza, cuyos caudales se prevé que sean de pobres a secos.
El ingeniero aseguró que es necesario mejorar la eficiencia de los sistemas de riego agrícola, ya que en esta labor se utiliza entre el 80 y el 85 por ciento del caudal de los ríos. En cuanto al consumo humano, aseguró que la población no toma conciencia del problema, y que más allá de las campañas, solo cambiará de actitud cuando le duela el bolsillo.
Cambio por variabilidad¿Es grave que Irrigación solicite por cuarto año consecutivo la declaración de emergencia hídrica?
Estamos viviendo en estos últimos cuatro años un período de baja de los escurrimientos en nuestros ríos andinos. Esto no es la primera vez que sucede: ocurrió a fines de la década del 60 y fue más grave en cuanto a la escasez. Esto es un poco más leve respecto de lo que ocurrió en aquella época.
¿Cuáles fueron las soluciones que se implementaron en aquel momento?
El recurso hídrico de Mendoza es utilizado en el 80 u 85 por ciento por la agricultura. Por eso, para paliar ese déficit se realizaron perforaciones para extraer el agua subterránea, se hicieron unas 30 mil perforaciones.
¿En ese momento no había muchas perforaciones?
No, no había muchas y justamente se realizaron en esa crisis de fines de los 60. Con eso, los agricultores pudieron salir adelante, pese a la escasez hídrica.
¿Cuáles son las razones por las que se produce esta baja de escurrimiento en los ríos andinos? ¿Se trata de un mal uso del recurso, de falta de proyección, de las consecuencias del cambio climático?
El cambio climático tiene manifestaciones muy fuertes en determinados lugares del mundo y se han detectado variaciones del clima. Yo me resisto a utilizar la palabra "cambio", porque el cambio uno lo tiene que verificar, el cambio es para siempre.
¿Cuál es el término correcto?
Me gusta utilizar "variabilidad climática", que permite la posibilidad de que en el futuro se vuelva a producir algo diferente. Acá se han producido manifestaciones de variabilidad climática, como lo detalla muy bien el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) con el retroceso de los glaciares. Pero cuando uno hace el análisis estadístico del escurrimiento de los ríos en Mendoza, todavía no se puede vislumbrar una tendencia a un cambio; es decir que hay variabilidades, pero uno no puede decir que haya una tendencia estadísticamente significativa, que permita decir que vamos en baja y que no se va a recuperar el escurrimiento de los ríos que tuvimos en otro años. Yo me resisto a hablar de cambio por esa circunstancia. Algunos estiman que habrá una disminución del escurrimiento de los ríos del orden del 10 al 12 por ciento para el 2050 y lo determinan con modelos climáticos de tipo global o regional, que se manejan con grillas. Yo considero que esos modelos, que funcionan bien en la zona llana, no están dando buenos resultados en la zona de montaña, porque no tienen precisión adecuada para esta zona que presenta una topografía muy abrupta, es decir que en muy pocos kilómetros tenemos diferencias de altitud de 5000 o 6000 metros. Entonces considero que no da buenos resultados, porque no hay información suficiente en superficie para poder validarla. Me produce cierta cautela tomar esa información y me preocupa que, juntamente con el análisis del cambio climático, vienen los temas de mitigación. Para hacer mitigación hay que invertir mucho dinero.
¿Qué implica la mitigación?
Mitigar significa paliar los inconvenientes que ocasiona este fenómeno. Por ejemplo, en otros lugares del mundo se están cambiando las especies agrícolas, las variedades, para que puedan afrontar este cambio climático que dicen que se viene. Eso significa mucho dinero. Entonces, con esa incertidumbre que tengo, me pregunto si es apropiado hacer esas inversiones de dinero para realizar esas mitigaciones. Es decir, me pregunto si hay que arriesgar tanto dinero, por las dudas de lo que vaya a ocurrir en el 2050. Esa es mi duda.
¿Mendoza tiene un plan de mitigación?
No hay un plan de mitigación por el cambio climático, se están haciendo estudios, hay proyectos de investigación que toman como bandera que el cambio climático se va a dar y que en el 2050 vamos a tener el 10 o el 12 por ciento menos de agua. Lo que sí está haciendo el Departamento General de Irrigación (DGI) es mitigar esta variabilidad que estamos teniendo con disminución de los caudales en los ríos. Están avanzando con una mirada hacia el futuro porque, más allá de que exista o no el cambio climático, que se den o no las variabilidades, lo cierto es que Mendoza está creciendo en población, en extensión de la zona agrícola que hay que regarla. Mendoza es un desierto naturalmente y por lo tanto, cualquier vida, vegetal, animal o humana, necesita agua. Este es un recurso escaso, tiene un límite; lo que sí podemos hacer es avizorar el futuro con base en esa futura demanda por crecimiento poblacional, productivo, etcétera. Ahí la clave está en un uso eficiente del recurso hídrico.
Teniendo en cuenta este panorama, ¿cuál es el futuro que avizora?
Creo que estamos viviendo uno de los ciclos de variabilidad en el escurrimiento de los ríos, esto es un ciclo: sube, baja. Yo espero que a lo mejor el año que viene o el próximo las nevadas mejoren y haya años ricos, hablando hidrológicamente. Yo no creo que esto que estamos viviendo se prolongue en el tiempo indefinidamente.
Las dos patas del problema
¿Qué mecanismo se utilizan para llegar a este pedido de emergencia?
Irrigación, por un lado, y la Secretaría de Recursos Hídricos de la Nación, por el otro, a partir de las mediciones de nieve durante la temporada otoñal-invernal, de alguna manera realizan el pronóstico de los escurrimientos durante el verano. Se ha visto por las estaciones de medición de nieve que prácticamente estamos en una situación que está llegando casi al 50 por ciento del año medio. Entonces, hay que prepararse para afrontar un verano con muy poca agua y sobre todo la agricultura, porque es el mayor usuario.
¿En qué porcentaje la agricultura utiliza el caudal de los ríos?
El 80 u 85 por ciento del uso del agua de los ríos es para la agricultura. En determinados sectores el agua superficial de los ríos no llega y lo complementan con perforaciones; en otros lugares tienen perforaciones aunque les llegue el escurrimiento superficial y también complementan con el agua subterránea.
¿Cuál es el porcentaje que se utiliza para el consumo humano?
Es un porcentaje muy pequeño, creo que está en el orden del 5 al 10 por ciento, pero es importante despertar la conciencia del habitante de Mendoza de que ese recurso tiene un límite y tiene que ahorrar agua, hay mucho desperdicio de agua por parte de la población.
¿Cómo se mejora la eficiencia del uso del agua para el sector agrícola?
Se tiene que invertir en mejorar la eficiencia del uso del agua en la agricultura. El tema pasa sobre todo porque el riego sea de tipo presurizado; es decir, abandonar el surco, el manto y regar por goteo, por aspersión, todo eso es un riego más controlable, más eficiente. Ahora, la eficiencia tiene un techo, no se puede llegar al ciento por ciento de eficiencia, el summum de eficiencia llega hasta el 60 o 70 por ciento, es decir que los agricultores tienen que llegar a ese techo.
Eso implica una gran inversión, que pueden encarar las grandes empresas pero no los pequeños productores.
Por supuesto, ahí hay un desbalance. Creo que eso se tiene que ir solucionado con el tiempo, con alguna posibilidad de que el gobierno implemente planes de financiación para el mejoramiento del uso del agua.
¿Los empresarios tomaron conciencia de esta problemática?
Sí, creo que las agrupaciones, los consorcios conocen el problema. Usted sabe que los agricultores, en el tema de riego, están asociados en las Inspecciones de Cauce, conocen el problema y creo que Irrigación llega bien a ellos con este tema, tienen reuniones permanentes, están totalmente involucrados en el problema.
¿Y los consumidores domiciliarios?
Me parece que hay muchas campañas bien orientadas en este sentido, pero creo que cuando a uno le tocan el bolsillo cuida el consumo, es así. Y creo que el porcentaje de agua potable que se cobra por consumo es muy bajo respecto de toda la red, creo que se tiene que avanzar en ese sentido.
¿Con los medidores?
Sí, con los medidores, porque evidentemente es igual que la energía eléctrica, cuando me tocan el bolsillo... Mucha gente tiene piletas de natación en sus casas; yo no digo que no las tenga, digo que tienen que estar bien equipadas con filtros para poder reutilizar el agua, no puede cambiarla cada vez que se ensucia. Tiene que haber un esfuerzo en ese sentido: regar en horas apropiadas, con eficiencia; pueden usar aspersores o estar con la manguera un ratito nada más, no hace falta que se inunde. Si uno riega de noche tiene menos evaporación del agua y por lo tanto la eficiencia es mayor regando de noche que al mediodía.
En un momento hasta se habló de controlar a quienes tienen piletas de lona, pero es imposible pensar que se puede entrar a cada casa.
No digo que se metan en la casa, creo que se tienen que meter hasta el medidor, porque cuando empiece a doler el bolsillo vamos a reaccionar. Yo no digo que le supriman el agua a la gente que no pague, porque hay una presión mínima que le permite a uno tener agua en el primer surtidor de su casa y no se puede cortar el consumo humano, pero de ahí a hacer otro uso más intensivo dentro de las casas es otro tema.