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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó desde el inicio del año que un ritmo tan desigual en las inoculaciones iba a provocar el surgimiento de mutaciones más contagiosas del virus, una advertencia que fue tan desoída como cierta.
Foto: Télam
La administración masiva de vacunas contra la COVID-19 permitió en 2021 una reanudación de gran parte de la actividad económica y social paralizada en 2020, pero su distribución desigual y las restricciones a su producción debido a las patentes impidieron decretar el esperado fin de la pandemia y amenazan con perpetuar la presencia de un virus que sigue generando casos y muertes, y muta hacia variantes más contagiosas. A poco más de un año del inicio de la campaña de vacunación más grande de la historia, ya se alcanzaron a administrar unos 8600 millones de dosis, una cifra superior a la población mundial, pero, al bucear dentro de esa estadística, queda claro que la estrategia del "Sálvese quien pueda" predominó sobre la de la solidaridad.
En los países de ingresos altos y medio-altos, se administraron unas 156 inoculaciones cada 100 personas, número que baja a 77 en los de ingresos medios-bajos y a nueve entre los más pobres, de acuerdo al monitoreo que realiza el sitio Our World in Data vinculado a la Universidad de Oxford.
Mientras las naciones con mayores reservas de vacunas ya implementan una tercera dosis de refuerzo y analizan una cuarta, al ritmo actual, África alcanzaría la meta del 70 % de su población inmunizada, fundamental para controlar la pandemia, recién a mitad de 2024.
Si bien en 2021 quedó demostrado que los fármacos funcionan –pese a lo que siguen sosteniendo los minoritarios, pero no por eso menos peligrosos, grupos antivacunas–, no se puede decir lo mismo de su modelo de producción y distribución. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó desde el inicio del año de que un ritmo tan desigual en las inoculaciones iba a provocar el surgimiento de mutaciones más contagiosas del virus, una advertencia que fue tan desoída como cierta.
Durante el pico de infecciones en India, que llegó a registrar en abril unos 400 000 casos diarios, apareció la variante delta, de rápida expansión, hasta convertirse hoy en la predominante a nivel mundial. Más recientemente, se detectó en Sudáfrica la ómicron, todavía en estudio por su posible alta tasa de reinfección y mayor resistencia a la eficacia de las vacunas.
Este acaparamiento de dosis quedó reflejado en el fracaso del único gran mecanismo multilateral para mejorar su acceso, el Covax. Según el balance del 6 de diciembre, distribuyó 738 millones de dosis a 144 países, muy lejos de la meta de 2000 millones propuesta a principios de 2021.
En lugar de recurrir a este instrumento impulsado por la OMS, las naciones más ricas optaron por hacer una "diplomacia de las vacunas", como se llamó al envío de inmunizantes sobrantes de forma bilateral en busca de aumentar su influencia en el país receptor.
China informó que donó 1900 millones de dosis a más de 100 naciones, de acuerdo a las palabras recientes del presidente de la Agencia de Desarrollo y Cooperación Internacional del gigante asiático, mientras que Estados Unidos entregó 335 millones a 110 países como parte de un paquete de al menos 1100 millones que distribuirá antes de 2023, según anunció el presidente Joe Biden.
La Unión Europea (UE) se autoproclama como "el mayor donante" en el mundo con 350 millones de dosis compartidas, pero las cifras contradicen esa afirmación. Además, es un bloque cuestionado por ser uno de los principales responsables, junto al Reino Unido y Suiza, de frenar la iniciativa para levantar temporalmente las patentes de las vacunas. La propuesta elevada en octubre de 2020 por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio (OMC) logró cosechar el respaldo de más de 100 países, incluyendo a Estados Unidos y Argentina (que su sumo como copatrocinador), pero durante todo el año encontró reticencias que impidieron alcanzar el consenso necesario para su implementación.
La realidad es que ni siquiera Europa se benefició del modelo que tanto defiende: tras vivir durante meses una sensación de vuelta a la normalidad, hoy está inmersa en una nueva ola de contagios que obligó a reimponer restricciones y el uso del pasaporte sanitario, además de empezar a tantear medidas más fuertes, como la vacunación obligatoria a toda la población adulta que ya anunció Austria y que se pondrá en debate en Alemania. Los ganadores, en cambio, fueron los grandes laboratorios, que cada trimestre elevaron sus proyecciones de ganancias y siguen cerrando acuerdos de forma bilateral para administrar más y más dosis ante la emergencia que genera la aparición de nuevas variantes.
Fuente: Télam.
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