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Según la psicóloga Noelia Grunblatt, los encuentros virtuales ayudaron a que el proceso de perder a un ser querido fuera más ameno. Sin embargo, no es comparable con el contacto real. Testimonios en primera persona.
Foto: Revista Salud
Elizabeth Montecinos Pincheira
Publicado el 12 DE JUNIO DE 2020
Sin dudas, la pandemia por coronavirus ha cambiado nuestra manera de vivir, relacionarnos y acompañarnos. El aislamiento social, preventivo y obligatorio nos ha obligado a mantener distancia de nuestros seres queridos y ha forjado una nueva manera de “estar” presente. Perder a un ser querido en este contexto es, claramente, una situación más compleja que lo que era antes. ¿Cómo hacer frente al duelo?
Unidiversidad dialogó con Noelia Grunblatt, psicóloga, directora del Centro Blatt de atención integral en enfermedades crónicas y duelos. La especialista asegura que, a partir de la cuarentena, la gente está logrando atravesar los procesos de duelo de otra manera, usando la inventiva y la creatividad.
“Es una situación compleja. El duelo se encara de manera diferente al no estar acompañado. Durante el aislamiento, prescindimos de algunas actividades o elementos distractores, como pasear, despejarse, practicar un deporte o encontrarse con amigos, incluso ir al cementerio. Esta necesidad de distracción apeló a la creatividad, a darle la vuelta desde otro lugar y buscar otras maneras de conectarse con su ser querido”, explicó la psicóloga.
Hay que hablar de la muerte para tener una vida más saludable
Hay que hablar de la muerte, nombrarla por lo que es, sin eufemismos. Entender que es tan parte de la vida como nacer. Hablar de la muerte es saludable y es una forma de ayudar a llevar una vida más consciente y en la que los duelos por las pérdidas sean también transiciones más naturales.
Ante este panorama, la sensación de acompañamiento se ha visto concretada en los encuentros virtuales: videollamadas, mensajes, fotografías, etc. Grunblatt manifestó que, si bien el contacto virtual no es lo mismo que el personal, sí ayudó mucho. “Nos falta el beso, la unión y el acercamiento. El abrazo es sanador y es necesario porque, cuando uno piensa contener a alguien, lo primero que se viene a la cabeza es un abrazo. El otro día leí que el nuevo abrazo es con los ojos, y puede ser que así sea”, agregó.
La provincia de Mendoza hace unos días dejó atrás la etapa de aislamiento e ingresó a la fase de distanciamiento, que la especialista lo ve como un indicador positivo en estos casos. “Ahora, gracias al distanciamiento, podemos abrazar o contener al familiar que transita el duelo. Pero lo más importante es hacerle saber al otro que estamos presentes, que estamos acompañándolo”, afirmó.
El duelo en primera persona
Según la psicóloga, lo que más le manifiesta la gente es el pesar por no estar junto a la persona en los últimos momentos de vida o no poder despedirse como uno quiere.
Es el caso de Martina, cuyo tío falleció a mediados de abril. La joven de 27 años contó a Unidiversidad que el velorio duró solo media hora y podían ingresar tres personas de lazo cercano. “Sufrimos mucho no poder despedirnos de mi tío y no poder acompañar a mi tía –su esposa- con un abrazo, con una charla o unos mates. Por suerte, las videollamadas ayudaron, pero daba mucha impotencia verla llorar a través del celular y no poder hacer nada”.
Por otro lado, Ángeles contó que su tía abuela falleció en el departamento de Tupungato en marzo, apenas se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. “Fue una situación muy difícil, porque cuando murió, no podíamos acercarnos a su casa, porque no podíamos romper la cuarentena. Tradicionalmente, el velorio te hace vivir unas últimas horas con la persona y entender o asimilar su deceso, pero en este caso no fue así. Es muy complicado porque, al no verla por última vez, cuesta más cerrar el ciclo de la muerte”.
“A principios de mayo murió un amigo de la familia. Tenía cáncer y la venía peleando hacía varios meses. No pudimos despedirnos, no hubo velorio. Directamente lo cremaron. Es un dolor enorme, no solo por la pérdida, sino por la imposibilidad de despedirse, saludar o dedicar unas últimas palabras. Uno se siente impotente, pero se acompaña a los seres queridos como se puede: con videollamadas o mensajes. Todavía no caigo en su partida”, relató, por su parte, Guillermo, un vecino de Guaymallén.
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