El 46 % de la población de Mendoza, San Juan y San Luis (grupos de 0 a 14 y de 65 años y más) depende económicamente del 54 % restante que está en edad de trabajar. El dato se desprende de los resultados definitivos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, que determinaron para la región Cuyo un índice de dependencia potencial de 54, por encima de la media nacional, que alcanzó al 51.

El dato está incluido en uno de los cuatro informes que publicó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) con los resultados definitivos del muestreo, específicamente el denominado Indicadores demográficos, por sexo y edad.

La región Cuyo tiene el mayor Índice de dependencia potencial (54), es decir, de personas dependientes de cada individuo en edad de trabajar. Por debajo, le siguen las zonas Noreste y Pampeana, con 52; Noroeste, con 51; Gran Buenos Aires, con 50, y Patagonia, con 47. En tanto, la media nacional se ubica en 51.

Personas activas e inactivas

Este índice refleja la relación entre la población potencialmente inactiva (grupos de 0 a 14 y 65 años y más) y la que se encuentra en edades teóricamente activas (15 a 64 años). Es decir que, mientras mayor es el índice, también es mayor el número de personas dependiente de cada individuo en edad de trabajar.

El informe de Indec muestra el peso de cada grupo con relación al índice que marca la media nacional, que es de 51. Este implica que hay 33 personas jóvenes teóricamente inactivas y 18 personas mayores teóricamente inactivas.

Cuyo tiene el Índice de dependencia potencial más alto de todas las regiones del país. Imagen: Censo 2022 / Indec

El trabajo incluye una evaluación del comportamiento del índice que mide la dependencia económica entre 1991 y 2020. Concluye que, en los últimos treinta años, este mostró una tendencia decreciente. Y también analiza las razones: la disminución de la carga de dependencia de las personas menores de 15 años como resultado del descenso de la fecundidad. En 2022, el índice de dependencia de personas jóvenes descendió 17,3 puntos porcentuales respecto de 1991.

El trabajo muestra que, mientras descendió la cantidad de jóvenes potencialmente dependientes, aumentó el de las personas mayores, lo que está relacionado con el incremento de la expectativa de vida y, por ende, con el envejecimiento demográfico. En este sentido, el análisis determina que, en los últimos 30 años, la dependencia de este último grupo (65 años y más) subió 3,4 puntos porcentuales en los últimos 30 años.

El informe también incluye datos sobre cómo cambió la participación de los distintos grupos etarios en el porcentaje total de población, es decir, el grupo 0 a 14 años, el de 15 a 64 años (potencialmente activos) y el de 65 y más. Concluye que el primero disminuyó y el segundo y el tercero crecieron en los últimos 30 años.

“La Argentina inicia el siglo XX con el 38,4 % de su población entre 0 y 14 años. Esta participación relativa disminuye a lo largo de ese siglo y llega al 30,6 % en 1991. En 2022, este grupo de edad alcanza al 22 % de la población total, es decir, presenta una diferencia de 18,3 puntos porcentuales respecto de 1895. Por su parte, la participación relativa de la población en edades potencialmente activas (15 a 64 años) aumenta de manera paulatina. Para 2022, la proporción supera en 8,4 puntos porcentuales a la presentada en 1895. Por último, se destaca el incremento de la participación relativa de las personas mayores (personas de 65 años y más) con el paso de los censos: en 2022, la participación de este grupo de edad llegó al 11,9 %, 9,9 puntos porcentuales por encima de la de 1895”, se expresa.

Mercau explicó que la dependencia no es solo económica, sino también de cuidados. Foto: Twitter @cefpds

Mayor vulnerabilidad

El director de la carrera de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO, Raúl Mercau, dijo que el índice de dependencia para la zona Cuyo implica una gran vulnerabilidad hacia el interior de la vida familiar. Antes de analizar el impacto social, el economista hizo dos aclaraciones respecto de la construcción del índice. La primera fue que el número (en el caso de Cuyo, 54) se puede extrapolar a la cantidad de población total de cada grupo etario; la segunda, que es importante tener en cuenta la palabra “potencialmente” inactivo o activo, ya que –por ejemplo–, en el caso de adolescentes de 15 años, la legislación permite que trabajen, pero solo si se cumplen una serie de condiciones.

En cuanto a su interpretación respecto de que el índice para Cuyo implica mayor vulnerabilidad para las familias, comentó que esta situación no solo está dada por el aumento de la cantidad de personas que dependen económicamente de otra, sino porque Mendoza tiene los salarios promedio más bajos del país. En resumen, más gente debe subsistir con los mismos ingresos, que además, a nivel local, son menores que los de otras regiones.  

A esta realidad –subrayó– se suma una situación económica y social compleja a nivel nacional, con el 43,1 % de la población por debajo de la línea de pobreza y el 8,1 % en la de indigencia, según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). El economista destacó que el índice marca la dependencia económica, pero que esa realidad también incluye los cuidados, ya sea de chicos, chicas y adolescentes, o de las personas mayores. Esto –comentó– implica un esfuerzo mayor, que va más allá del dinero disponible para solventar los gastos del hogar.