Ejercer la medicina rural, una función social y humanitaria
El 4 de julio es el Día Nacional de Médicos y Médicas Rurales. Recorren a menudo grandes distancias y aseguran que cumplen una tarea que es reconocida para cada paciente.
Fotos: Rapetti Emilio para Télam
Cada 4 de julio se celebra el Día Nacional de Médicas y Médicos Rurales, y profesionales que ponen sus conocimientos al servicio de sus poblaciones, recorriendo a menudo grandes distancias, reconocen que cumplen "una función social y humanitaria que es ampliamente reconocida por cada uno de los pacientes", a quienes llegan a conocer en profundidad, más que en las ciudades. "Nosotros trabajamos mucho en lo social, lo que por ahí, en las grandes ciudades, no, porque a veces no se conoce la realidad del paciente, y nosotros conocemos todo", dijo la pediatra y médica rural Yudith Villarreal. "Nos toca lidiar con distintas realidades, especialmente con la realidad social en la que están inmersos el paciente y su familia", añadió.
La médica rural generalista Rosana Roldán. Foto: Télam
Por su lado, la médica rural generalista Rosana Roldán explicó: "Muchas veces, con poco hacemos mucho y podemos salvar vidas, y esas son las gratificaciones de trabajar en la ruralidad".
Las médicas Yudith y Rosana trabajan desde las siete de la mañana y cada día es distinto en el extenso territorio del interior de Santiago del Estero. La ruralidad en la provincia es una característica particular. Cada pueblo, cada paraje es distinto e incluso cada familia tiene su propia realidad, y ellas conocen cada detalle.
Rosana tiene 49 años y hace 22 que es médica generalista; además, es la actual directora del Hospital de Nueva Esperanza, al norte de la provincia santiagueña. "Elegí ser médica rural y siempre lo digo con orgullo", remarcó, y agregó: "Damos una solución a esa gente que está en el interior, alejada de una gran ciudad".
"A veces, transitar por esos caminos de difícil acceso para llegar a pacientes que necesitan ser atendidos, gratifica mucho y en eso doy gracias, porque el médico es un instrumento de Dios para poder ayudar a la gente, poder curar y sanar una dolencia", enfatizó. "Para mí, es un placer ir al interior", dijo y en ese aspecto sostuvo que es una alegría "poder llegar a los diferentes parajes, hacer operativos de salud, controles de niños, completar esquemas de vacunación, controles prenatales y atender a la población en general". Pero no está sola, y destaca a su equipo, conformado por agentes sanitarios, obstetras y enfermeros.
"Ser directora y médica rural implica gestión, acompañamiento con mis pares, mi familia hospitalaria, estar ahí para el paciente", expresó la doctora Rosana. No dudó en indicar: "Hoy por hoy, estoy feliz por todos los avances que hemos tenido en nuestra región para poder tener una mejor calidad de atención hacia el paciente".
Si bien Nueva Esperanza es la ciudad cabecera en el norte santiagueño, la doctora Roldán recorre todas las semanas poblaciones como San José del Boquerón, El Mojón, El Bobadal, entre otros parajes donde no son muchas las familias. "Durante estos más de 20 años de médica, he llegado a lugares a los que nunca había llegado un médico; por ejemplo, a la localidad La Soledad, que está a unos 120 km de Nueva Esperanza. Poder dar atención es una gran alegría, por eso, siempre soy una agradecida a la vida y Dios por mi profesión", ejemplificó. Sus pacientes son como su familia. Cuando se enferman, la movilizan no solo como médica, sino también como familiar.
Uno de los casos que la emociona es el de Lucas, un niño de 5 años, de la localidad El Quemado. "Hace dos meses, sufrió un accidente en el que se prendió fuego su casa, y dentro de ella estaba Lucas. Pensábamos que no iba a sobrevivir". Se actuó rápidamente, porque era muy extensa la distancia hasta su vivienda. Por la gravedad de su estado, fue trasladado al Hospital Garrahan; "Hace días pude ir a verlo", comentó con lágrimas en los ojos. "Hoy por hoy, a Lucas le falta muy poquito para que vuelva a su casa", y "esas son las gratificaciones". "Muchas veces, con poco hacemos mucho y podemos salvar vidas", enfatizó.
La doctora Yudith Villarreal, además de médica rural y pediatra, es directora del hospital de Brea Pozo, su pueblo natal, a unos 70 kilómetros de la ciudad capital. Ella culminó su especialidad en Pediatría en la Universidad Nacional de Córdoba, pero en 2001 decidió volver a Brea Pozo para brindar un poco de sus conocimientos y su sensibilidad social.
Ella se levanta bien temprano. A las siete de la mañana ya está en el hospital. Además de realizar todas las tareas administrativas, lleva a cabo los controles de salud a los niños, ya que es la única pediatra en el lugar.
Fuente: María Soledad González para Télam
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