Ecofeminismo: cómo es el movimiento que lucha contra el dominio patriarcal de la naturaleza
Al igual que el feminismo comunitario, busca nuevas formas de vida que escapen al sistema actual de sobreexplotación del ecosistema y de las mujeres.
Foto: Freepik.es
Florencia Martinez del Rio
Publicado el 15 DE ABRIL DE 2021
El feminismo comunitario y el ecofeminismo son movimientos que ponen sobre la mesa la idea de que el patriarcado, además de someter a a las mujeres y disidencias, ejerce su dominación sobre la naturaleza, los animales y las comunidades indígenas. Esto genera consecuencias para los ecosistemas que se evidencian en las crisis ambientales, desastres naturales y pandemias. Activistas explicaron en qué consisten sus propuestas.
El término ecofeminismo apareció en 1974 de la mano de la escritora francesa Françoise d’Eaubonne. Esta relación entre el movimiento ecologista y el feminista busca visibilizar y luchar contra el modelo de vida patriarcal, capitalista y colonial que explota la naturaleza y somete a las mujeres y animales. El feminismo comunitario, por su parte, surgió de las mujeres de las comunidades indígenas.
Dominación de la naturaleza
“Los seres humanos, las plantas y los animales somos parte de un ecosistema; si dañamos una parte, nos dañamos a nosotres mismes. Explotar al diferente, como sucede con las especies, es lo que hace el patriarcado con las mujeres y las disidencias. Hay que cuestionarse todo y buscar nuevas posibilidades”, afirmó Carolina Costas, activista ecofeminista y actriz de profesión.
Para revertir esta dominación y construir sociedades más igualitarias, el ecofeminismo propone formas alternativas de vida que escapen al androcentrismo (visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas las cosas), a la subordinación histórica de las mujeres y la sobreexplotación de la tierra y las especies.
“Estamos en una sociedad que nos enseña a ser robots y a no registrar nuestros tiempos y ciclos. Hay que empezar a escuchar y hacer una sociedad más sana para romper con el dominio sobre la naturaleza que existe”, comentó Costas, integrante del Colectivo de Actrices Argentinas que recientemente creó una comisión para manifestarse en contra del acuerdo porcino con China, el extractivismo y otras problemáticas ambientales.
A lo largo de los años, se consolidó un sistema de dominación sobre la naturaleza con el consecuente daño sobre el medio ambiente y las comunidades indígenas. Ante esto, las feministas comunitarias aparecieron con una propuesta crítica al machismo, al patriarcado y a la colonización.
Eugenia Figueroa, militante de este movimiento, explicó a Unidiversidad que el feminismo comunitario es una apuesta política de transformación que no proviene de la academia sino que nació de las mujeres indígenas. El movimiento está en un constante crecimiento, tejiendo redes, no solo entre ellas sino también con todas las mujeres y disidencias en Abya Yala, como llaman al territorio que hoy se conoce como América. “Es un accionar en amorosidad y un hacer comunidad”, comentó.
Consecuencias
Tanto el ecofeminismo como el feminismo comunitario creen que los desastres naturales, la crisis ambiental, incluso la pandemia de coronavirus no son casualidades. Las ecofeministas consideran que el cambio climático afecta a todas las personas, pero tiene un impacto diferenciado sobre las mujeres, por diversas causas económicas, sociales y culturales.
Documentos como los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que las mujeres son las que más sufren los efectos de la crisis climática. A su vez, datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que en situaciones de desastre, la mortalidad de las mujeres puede llegar a ser de 14 a 1 en comparación con los hombres. A su vez, la variación global del clima de la tierra provoca el desplazamiento de personas, y las mujeres son el 80 % de estos "refugiados climáticos".
Por otra parte, los informes señalan que, en muchos lugares del planeta, las mujeres son las máximas responsables del cuidado del hogar, de proveer alimento y garantizar la higiene, lo que las hace más vulnerables a los efectos que la crisis climática tiene sobre la agricultura, el agua, la energía y la salud. Las mujeres y niñas también son las más afectadas por las consecuencias de la pandemia de COVID-19, según ONU Mujeres: "Ha subrayado la dependencia que la sociedad tiene de las mujeres, tanto en primera línea como en el hogar, al tiempo que ha puesto de manifiesto las desigualdades estructurales en todos los ámbitos, ya sea el económico, el sanitario, o la seguridad y la protección social".
Sobre la forma actual de dominio de la naturaleza y el coronavirus, Figueroa afirmó que hay una clara relación: “En este contexto de pandemia, los estados siguen legitimando grandes proyectos extractivistas que ponen en peligro la biodiversidad y los territorios ancestrales donde habitan las comunidades indígenas".
Nuevas formas de vida
Al ser consultada respecto a cómo "quebrar" este sistema, la feminista comunitaria y comunicadora indígena señaló: "Las mujeres indígenas hablamos del buen vivir como una nueva forma de vivir y relacionarnos con la naturaleza. Romper el pacto patriarcal implica derrumbar el sistema capitalista, un sistema de muerte que cada vez nos obliga a consumir más bajo el individualismo y donde todas las opresiones se enlazan, y no solo atenta a todas las identidades políticas y plurales, sino también a la naturaleza". Para Figueroa, el ecofeminismo y el feminismo comunitario ocupan un rol fundamental para la protección de la naturaleza, ya que ponen sobre la mesa la discusión de que el patriarcado también es un sistema extractivista.
“Es fundamental que esto entre en la agenda de los feminismos, porque no solo lo demandan el ecofeminismo y el feminismo comunitario sino porque la naturaleza nos demuestra día a día la disconformidad con este sistema de muerte, expresado en el cambio climático que afecta, en una primera instancia, a las comunidades indígenas”, explicó.
Entendiendo la responsabilidad que tiene el ser humano en la generación de estas problemáticas ambientales, sociales y sanitarias, estos feminismos plantean la necesidad de construir otra forma de relacionarnos con la naturaleza, y de producir y consumir los bienes esenciales para la vida. Para quienes tienen esta visión, la pandemia muestra las consecuencias de sobreexplotar los ecosistemas y quebrantar los límites de la naturaleza para que los virus y patologías proliferen.
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