Muerte digna: el debate que se viene
En la Argentina de hoy se dan discusiones que son históricas en el ámbito de la medicina, pero se han trasladado a la política y, de la mano de eso, a las calles, a la gente, a la conversación en la esquina o el negocio. La “Ley de Muerte Digna” que hace algun tiempo sonaba a lejano anhelo de los profesionales de la medicina, hoy se traduce en discusiones mucho más palpables, inteligentes y argumentadas sobre lo que este tipo de aplicaciones puede conllevar en una sociedad como la nuestra.
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En las Cámaras de Senadores y Diputados de la Nación hay 5 diferentes proyectos sobre la posible aplicación de la Ley de Muerte Digna en nuestro país. ¿Cuál es la diferencia entre la eutanasia, la distanasia y la ortotanasia? ¿Qué se opina y se hace desde los distintos campos profesionales que incumben y tienen incidencia en este tipo de aplicaciones? NUDigital se acercó a consultar a Fabián Cremaschi, neurólogo y especialista en cuidados paliativos; a Edgardo Trinajstic, médico de terapia intensiva del Hospital Paroissien y vicepresidente del Comité de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO y también con la abogada Eleonora Lamm, doctora en Derecho y Bioética, especialista en temas tan controversiales como la muerte digan. Así mismo NUDigital recogió la opinión de un destacado especialista en enfermedades de tipo neurológicas, el recientemente distinguido con el Honoris Causa Dr. Joram Feldom.
En este marco de discusiones que se llevan a cabo en nuestros recintos legislativos y entornos sociales, entiéndase por cafés, kioscos de barrios y reuniones de amigos, nos preguntamos ¿Qué debe hacer el Estado? Y en todo caso, si se exigen garantías de una vida digna ¿Por qué no hacerlo en cuanto a la muerte?
Etimológicamente, eutanasia quiere decir “buena muerte” y se suele dividir en pasiva y activa, entendiendo la primera como el retiro de medicinas e instrumentos de reanimación completamente desproporcionados y en el contexto de una vida penosa en grado extremo o directamente vida vegetativa. En otras palabras, instancia en la que los médicos estiman que no hay posibilidad de revertir la situación del paciente con acuerdo de familiares si los hubiera o, en su caso, con el consentimiento del propio interesado si estuviera lúcido. Por su parte, la eutanasia activa significa inducir la muerte por exterminación de la vida, sea por comisión o por omisión en cuyo contexto quedan excluidas las condiciones arriba expuestas en el caso de la eutanasia pasiva, lo cual constituye un homicidio. Y en caso que esto sea pedido por el paciente, se trata de un suicidio.
A propósito Joram Feldom contó cómo es la aplicación de la eutanasia en el país donde él realiza sus trabajos e investigaciones “en Suiza existe un mecanismo por el que ciertas personas pueden, ante ciertas condiciones y circunstancias, pedir finalizar sus vidas. Típicamente condiciones en las cuales las personas están sufriendo. Sin embargo hay una muy estricta definición de quien puede y quien no, de cómo y por qué” explicó el investigador. El Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad destacó que las personas que pretendan hacer esto deben estar bajo condiciones psíquicas que les permitan tener un claro discernimiento de lo que están haciendo. Lo que inmediatamente excluye a personas con enfermedades como el Mal de Alzheimer o que hayan padecido una muerte cerebral. Feldom destacó que “en la sociedad suiza en particular las reglas y las normas son respetadas de forma muy estricta” por lo que no se dan polémicos casos donde se vaya más allá de lo que la ley permite.
Por su parte la doctora Eleonora Lamm advirtió que “Cuando hablamos de muerte digna se pone en juego el
derecho a la autodeterminación personal y a la dignidad del ser humano". Dignidad y derechos son premisas fundamentales de la vida de cualquiera. ¿Y de la muerte? "Hablar de muerte
digna es hablar de libertad, autonomía y dignidad”, sostiene Lamm.
Por su parte el especialista en cuidados paliativos Fabián Cremaschi aseguró que “si la ley es para que el paciente acceda a los mínimos cuidados, por supuesto que es muy bienvenida. Creo que estoy muy a favor de tener una ley que garantice el acceso a los cuidados paliativos. Si no tenemos eso no estamos ni siquiera en condiciones de debatir lo otro. No estoy de acuerdo con la eutanasia, pero sí con la ortotanasia.Creo que los cuidados paliativos bien hechos con leyes que dan al paciente, a la familia, a los cuidadores y al entorno todo lo posible para que el paciente tenga una muerte digna.
Mientras tanto el doctor Edgardo Trinajstic aseguró que profesionalmente se encuentran con conflictos diarios en los cuales tienen mucha incidencia la moral, la ética y, en algunos pacientes, hasta la religión. El vicepresidente del Comité de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO. “Uno de los derechos del paciente es rechazar el tratamiento, si el paciente no quiere no se puede hacer. Uno trata de explicarle al paciente las conveniencias científicas y técnicas de tal procedimiento, en este caso una transfusión”.
En fin una sociedad que comprende y respeta la muerte, procura la muerte digna, el respeto a los derechos del paciente por sobre todas las cosas. Cabe acaso preguntarnos si hemos madurado lo suficiente como sociedad, si estamos “socialmente veteranos”, haciendo un paralelismo con el poema de Benedetti “Pasatiempo”.
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.