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Pablo Wappner y Eduardo Arzt, del Conicet, explican de qué se trata la investigación en el campo de la hipoxia.
Imagen publicada en conicet.gov.ar
Fuente: Conicet (Cintia Kemelmajer)
Publicado el 07 DE OCTUBRE DE 2019
Pablo Wappner y Eduardo Arzt son dos científicos del Conicet con trabajos vinculados a los ganadores del Premio Nobel de Medicina. Los investigadores argentinos explican la importancia de la elección de Ratcliffe, Semenza y Kaelin como laureados.
“Desde que me desperté, estoy muy contento con la elección del Nobel, especialmente a Peter Ratcliffe, persona con la que estamos relacionados hace más de veinte años”, comenta el científico del Conicet Pablo Wappner, del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBA, Conicet-Fundación Instituto Leloir). Wappner se dedica al mismo campo de estudio que Ratcliffe: el de la hipoxia, que asomó a fines de los 80 y se centra en el mecanismo a través del cual la célula responde a niveles bajos de oxígeno.
Nobel de Medicina para investigaciones contra la anemia y el cáncer
El Premio Nobel de Medicina 2019 fue atribuido a los estadounidenses William Kaelin y Gregg Semenza y al británico Peter Ratcliffe por sus investigaciones sobre la adaptación de las células al aporte variable de oxígeno, lo que permite luchar contra la anemia y el cáncer. Los científicos premiados tienen entre 62 y 65 años.
“Lo que estos investigadores hicieron fue entender cómo las células se adaptan a los cambios de oxígeno mediante la expresión de genes que se activan en situaciones de hipoxia, permitiéndole al órgano u organismo en su conjunto sobrellevar esta situación, como sucede en varias enfermedades. Una vez que se fueron dilucidando los mecanismos de adaptación a hipoxia mediante estudios de ciencia básica, se suscitó un enorme interés en la industria farmacéutica, ya que al comprender los mecanismos fundamentales, se los puede intentar manipular farmacológicamente. Hoy en día hay millones de dólares invertidos en el desarrollo de fármacos con el objeto de manipular los mecanismos de adaptación a hipoxia e intentar así estrategias terapéuticas novedosas contra las diversas patologías”, explica Wappner, y agrega: “El premio Nobel es el reconocimiento a los aportes que durante décadas venían haciendo estos científicos en el campo de la adaptación a hipoxia”.
Wappner conoció a Ratcliffe en 1996, en un congreso sobre hipoxia en España. Allí, Ratcliffe se interesó por el trabajo que expuso el ahora investigador del Conicet –que estudia la respuesta a hipoxia en el modelo experimental de la mosca de la fruta Drosophila melanogaster– y le propuso intentar obtener juntos un subsidio internacional para avanzar con esa investigación, complementaria de la suya, trabajo que realizaron y renovaron en varias ocasiones. A partir de entonces, Wappner y Ratcliffe mantuvieron una relación profesional fluida; tanto es así que Wappner fue nombrado profesor visitante de la Universidad de Oxford, donde Ratcliffe se desempeña. Este año, Ratcliffe vino por primera vez a la Argentina: dio varias charlas en nuestro país, incluyendo una en el Centro Cultural de la Ciencia (C3). “En mi carrera he aprendido mucho de él. He podido ser un testigo privilegiado del progreso de sus investigaciones y de su crecimiento profesional, coronado ahora con la obtención del Premio Nobel”, confiesa el investigador del Consejo.
Hay apenas 12 mujeres entre los 207 Nobel de Medicina
Apenas 12 mujeres recibieron el Premio Nobel de Medicina de los 207 galardones que se entregaron desde 1901 a "personas que hayan hecho el descubrimiento más importante en fisiología o la medicina", entre ellos dos argentinos.
Eduardo Arzt, investigador del Conicet y director del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, Conicet-Instituto Partner de la Sociedad Max Planck), también trabaja en el campo de la hipoxia desde hace años. “Trabajamos plenamente a partir de los descubrimientos básicos que hicieron estos premios Nobel”, comenta. En su caso, se centra en la regulación del oxígeno por el gen de VHL, que regula a la proteína HIF (sigla que se desprende de “factor inducible por hipoxia”, ya que es la molécula encargada de controlar la activación de los genes en hipoxia). Arzt y su equipo estudian cómo es regulado ese gen en casos de patologías tumorales que lo alteran.
“Nuestro campo se merecía este Nobel porque tiene una tremenda importancia para la biología y la medicina”, señala el científico. “Este es un campo promisorio para encontrar curas a futuro: en cáncer, las células cancerígenas se adaptan a la falta de oxígeno que se genera en el corazón de un tumor, los tumores crecen porque se adaptan a esa falta de oxígeno. Los fármacos podrían actuar haciendo blanco en los mecanismos de adaptación en los que estamos trabajando. En Argentina, somos varios grupos los que trabajamos en esto, tanto desde el punto de vista básico como desde la clínica”, concluyó Arzt.
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