“Dos Aviones vendría a ser como una biografía no autorizada”

Exe Stocco le da "play" a su Lado B.

"Dos Aviones vendría a ser como una biografía no autorizada"

Fotos: Leandro Fernández (especial para Casi Casi Viernes)

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Publicado el 17 DE AGOSTO DE 2021

Llegó unos minutos más tarde de lo acordado, pero con una mochila llena de sus objetos elegidos para la sesión fotográfica. Una mañana de sábado en la que tuvimos la suerte de contar con las mejores condiciones climáticas y con su predisposición de animarse a mostrarnos lo más representativo de su universo y cómo los libros y la música confluyen en su vida y proyectos.

—Contanos cuándo empezó tu acercamiento a la literatura.

—Más de grande… Igual, mi hermana siempre fue una persona que leyó muchísimo y mi mamá también. Las veía a ellas en ese plan, pero a mí me pegó más de grande lo de leer mucho. Al verlas a ellas, se me hizo la costumbre de tener siempre un libro ahí en la mesita de luz. Me acuerdo de que en la primaria, cuando vivía en el Sur, las ferias del libro las auspiciaba una empresa petrolera muy grande, donde vos ibas, elegías los libros y te los llevabas, por eso tengo muchos libritos de cuando era niño guardados en cajas. Después, más entrado en la facultad, fue cuando empecé a comprar libros y a tener la cuestión de estar leyendo uno y tener otro para cuando termine ese. Así que te diría que de más grande, a los 18 o 19.

—¿Fue primero la literatura o la música?

—Fue primero la música. Siempre me llamó mucho la atención cómo escribía Dárgelos, por ejemplo. Por ahí empezás a indagar y ves que hay un montón de letristas que están muy influenciados por la literatura, pero no por un libro en particular, sino por la mecánica, el ejercicio de leer y tener recursos para poder decir, reemplazar palabras, decir retóricas y poesías distintas.

—¿Cuántos libros leés por mes?

—Em... Bueno, ahora no tanto, pero en la cuarentena, el año pasado, casi dos por mes. ¡Un montón de guita se me fue! Ahora, un libro cada un mes y medio o dos.

—¿Tenés un apego por el libro como objeto?

—Sí, ¿viste que hay gente que tiene como un apego por el disco o el vinilo? Yo nunca llegué a esa. Mi vieja sí hizo el clic y ahora lee e-book, no le gusta más tener el libro, pero a mí no me gusta. Yo lo tomo como un objeto de diseño, me gusta tenerlo físicamente. Si bien no lo rayo, no lo marco, hago anotaciones en el celular de la página y el párrafo y, si lo necesito, lo voy a buscar ahí, me gusta tenerlo.

—Después de leer, ¿das vuelta la página y te metés en otro?

—No voy leyendo dos libros al mismo tiempo, no me sale. Necesito meterme con uno. Generalmente leo a la noche, voy ordenado, termino uno y empiezo otro. Hubo una época en que me había ordenado y había dicho: "Solo escritores argentinos durante este año", fue lo que hice durante toda la cuarentena, después sí leí más latinoamericanos. Recién ahora estoy empezando a leer cosas de afuera, me ordené porque hay tanto para leer que ,si no vas a un lugar y te querés llevar lo primero que encontrás, entonces está bueno seguir un orden. A mí me sirvió, por ejemplo, para descubrir toda esta nueva camada de escritores argentinos, que es nueva pero en realidad son grandes. En la literatura, ser nuevo es estar entre los 40-50 años y, al ordenarme y segmentarme en eso, arranqué a leer a un argentino, me fue vinculando con otro y entré en un segmento de gente que está relacionada, que se conocían entre ellos, que dan talleres… y dije: "¡Ah, mirá qué interesante!". Cuando te ordenás, empiezan a aparecer estas cosas. Si no, si vas leyendo uno de acá, uno de allá, uno de los 50, otro de los 40, se te hace un quilombo. Está bueno ordenarte en tiempo y en espacio, y además está bueno porque son contemporáneos a uno.

—En las cosas de la vida, ¿también sos así de ordenado?

—Sí, soy un robot. Soy muy metódico para esas cosas, salvo para la música, que ahí es donde entra Dos Aviones, que me ayuda a romper todo. Pero sí, soy bastante así.

—El universo de lo literario tiene su contexto, su personaje, circunstancias. ¿Cuál sería el universo de tu música?

—Eh… ¡qué buena pregunta! Sigue muy ligado a Pasado Verde, te iba a decir, pero en realidad, Dos Aviones vendría a ser una biografía no autorizada por alguien que estuvo muy cerca de mí y que cuenta cosas que yo no quiero que cuente. Dos Aviones me permite hablar de cosas que en Pasado no pinta porque no va por ahí, y esa decisión del contexto del tema viene acompañada de una decisión musical. Entonces te podría decir que es como el género autobiográfico no autorizado, el mercado negro.

—“Sur” fue el último tema de tu EP. ¿Cuál es el norte de lo nuevo?

—Me aburrí mucho tocando solo, estoy muy acostumbrado a tocar con amigos, no me gusta tocar solo. Esa experiencia ya la pasé, ya lo probé y no es lo mío, necesito tener una contención, compartirlo con alguien. La idea fue armar una banda para poder tocarlo y eso me disparó a que la música tuviera más instrumentación, que pueda ser tocada, entonces hay más batería, más bajo grabado, más guitarra, más coros… La estoy llevando más para ese lado, para poder armar un grupo de gente y poder salir a tocarlo. Ahora, por ejemplo, está el Bruno Potenzone grabando unas batas, grabaron el Luca (Beguerie), el Joaco (Ferreira Nazar); el “Negro” Guevara grabó unas teclas, estoy metiendo más instrumentos grabados. Sí hay una línea general en los temas que después, cuando salga el disco, lo van a ver. Hay una línea conceptual de texturas y sonidos, pero está preparado en el plano de llevarlo al vivo, que es lo que tengo ganas de hacer. No una gran banda, pero yo, un batero y un guitarrista: Juan Pissolito, que estudió arquitectura conmigo, ha tocado con Agustina Béccares y Ceccarelli. El batero, Franquito Olguín, que toca en Vander y Naranja los Cielos. Así que está todo charlado, hay que juntarse a ensayar, no más.

—¿Es disco y no EP?

—Eh... No sé, van a ser 6 o 7 temas, me parece.

—Y si no tuvieras la experiencia de Pasado, ¿cómo sería este proyecto, qué forma tendría?

—No sé, la verdad, porque para mí, Dos Aviones es como un campo de experimentación total y absoluta. Inclusive me sirve y pongo en práctica  ahí cosas que después puedo llevar a la banda a nivel de producción o de propuestas. Muchos arreglos de voces, cosas que voy aprendiendo, que puedo hacer ahí y me abre un camino después para Pasado. 

Eh… No sé si existiría Dos Aviones si no existiera Pasado. Para mí, Dos Aviones es el producto de que ya está Pasado, que ocupa un lugar, que es el más importante musicalmente en mi vida, y me tomo Dos Aviones para experimentar y moverme por otros circuitos que la banda no los tiene. A través de Dos Aviones, tuve la posibilidad de tocar con Javier Montalto, de conocerlo y acercarme a él, por ejemplo, y a través de él, conocer al Dani Martín (Caín Caín), compartir aunque sea una vez con Sandra Amaya, una persona que yo admiro mucho, pero que en el circuito de Pasado es muy difícil cruzarte en un festival porque es de otro palo. Me permitió conocer otra gente, está sarpado.

—Vos citás escritores. ¿Adaptarías una obra literaria a lo musical?

—No, no sé, porque creo que no tengo la capacidad técnica para poder hacerlo. Lo mío es raro; por ejemplo, yo leo pasajes y, si hay una parte, una combinación, una analogía que a mí me dispara algo, inmediatamente me sirve como trampolín para una canción y usar la estructura para contar algo que yo quiero. Lo mismo me pasa con la música: como yo no estudié música, hay cosas que me salen y trato de no analizarlas mucho porque tienen esa frescura, pero sí necesito apoyarme en gente que sabe teóricamente para poder concretar algo. Todavía, por lo menos por ahora, el tema de la literatura lo mantengo como muy primitivo. Veo esas estructuras que no sé bien qué quieren decir, pero las guardo y las analizo dentro de lo poco que sé del tema, técnicamente hablando.

—¿Y publicarías un libro?

—Tengo mucha poesía escrita y tengo en la cabeza juntar mucho más y trabajar con alguien para corregirlo, reverlo. No sé si publicarlo en un libro, pero sí por ahí me gustaría mandarlo a concursos o convocatorias. Es más, he estado buscando, eso sí me gustaría. No me pegó el tema de las jams de poesía porque no sé si me sentiría cómodo leyendo poesías en vivo. Si yendo a tocar solo con una guitarra me es incómodo, ir a micrófono pelado leyendo... yo no me la bancaría, no me da. Es peor que cantar a capella, yo no me animo. Admiro mucho a la gente que lo hace.

—Fuera del libro, el teclado y la guitarra, ¿qué otros objetos forman parte de lo que sos?

—Eh... mi casa, el lugar donde esté, porque no salgo mucho, soy de estar mucho en mi casa, entonces el espacio es fundamental. Tengo todo conectado todo el tiempo, por ahí son las 11 de la mañana y tengo un rato, y me paso a la compu de al lado y me pongo a grabar. Del universo mío musical, me parece que lo más importante es el lugar, entonces te diría que el espacio es fundamental; obviamente, los instrumentos, la lectura y el celular. El celular es fundamental, todavía tengo la maqueta de "El Plan" grabada acá en el celular. Me ha pasado algo que antes no me pasaba, que es grabar a capella, se me viene una idea y el celular tiene que estar ahí. La guitarra criolla tiene que estar SIEMPRE y, por lo menos en mi momento ahora, tener la compu lista, porque si yo tengo que ponerme a conectar todo, se me va la idea. Tiene que estar lista: me doy vuelta, puedo conectar la guitarra y me pongo a grabar, está funcionando, está activo todo el tiempo.

La charla se interrumpe con una llamada laboral que acelera las respuestas. No solo sus equipos están activos todo el tiempo, sino también él; por eso, una vez cerrada la entrevista, Exe partió en su bici para retomar su agenda de laburo, pero con su propio universo siempre latente para despertar la creación.