Diseñan herramienta para predecir qué pacientes cardíacos responderán mejor a un tratamiento
Lo hizo un equipo del Conicet. El método indica con mayor precisión en qué casos funcionará la terapia de resincronización.
Los investigadores destacaron que el insumo que requiere este método es básico y económico: el electrocardiograma. Foto: Télam
La terapia de resincronización se aplica para estimular artificialmente las contracciones del corazón en ciertas patologías, pero el 30 % de los casos no muestra mejorías. Un equipo del Conicet creó un método para indicarla con mayor precisión.
No es una enfermedad, sino una condición presente en el conjunto de afecciones que provocan insuficiencia cardíaca. La disincronía del ritmo cardíaco es la disfunción en la secuencia con la que el corazón se contrae para que la sangre circule y lleve oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo. En personas sanas, esa activación del músculo se produce por un estímulo eléctrico que no es caprichoso, sino que responde a una secuencia de orden espacio-temporal sincronizada y eficiente. Su desajuste, que aparece en muchas patologías, como aquellas que afectan a las arterias coronarias, pero también en otras inflamatorias, como el Chagas, se puede corregir mediante una terapia llamada "resincronización cardíaca".
Con datos de pacientes del Hospital Británico de Buenos Aires (CABA), un equipo de científicos del Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos (Iflysib, Conicet-UNLP) en colaboración con profesionales del nosocomio, diseñó un sencillo método que predice qué pacientes responderán mejor a este tratamiento, lo que aporta mayor precisión a su indicación médica. La novedad fue publicada recientemente en la revista Scientific Reports.
“La preocupación que se ve en el consultorio es que el 30 % de los y las pacientes que se someten a la resincronización no muestra mejorías, y desde hace tiempo la sospecha médica es que los métodos que estamos utilizando a la hora de indicarla o descartarla son insuficientes para determinar qué casos tienen mayores posibilidades de resultar exitosos”, explica Juan Fernández, cardiólogo y becario del Conicet en el Instituto al momento de la publicación.
La resincronicación, explicó Osvaldo Chara, investigador del Conicet en el Instituto y líder de SysBIO, consiste en la colocación de cables a través de una vena para activar artificialmente ciertas zonas del corazón. Dijo que el procedimiento es costoso e invasivo y, una vez colocado, el dispositivo queda en el cuerpo para siempre. “La indicación es para personas cuyos síntomas son invalidantes, buscando anularlos o reducirlos, pero las estrategias de las que disponemos para decidir no están del todo desarrolladas, y la consecuencia es ese porcentaje de personas que reciben el tratamiento y, lamentablemente, no experimentan mejoras significativas”, expresó quien está el frente del grupo de biología de sistemas que llevó adelante el trabajo.
Juan Fernández y Osvaldo Chara son dos de los responsables del desarrollo de la herramienta. Foto: Prensa Conicet
Dos problemas centrales
En la búsqueda de los posibles factores detrás de esa falencia, Fernández aclara que, en realidad, los inconvenientes son dos: además de la falta de certeza en la elección de los eventuales mejores pacientes para la resincronización cardíaca, los criterios de configuración del dispositivo en cuanto a qué región del músculo se debe estimular y en qué secuencia temporal no son específicos para cada paciente, sino generales y estimativos, y eso también da lugar a un margen de error.
“El estudio básico que se mira para el diagnóstico y la recomendación de la terapia es el electrocardiograma, un gráfico que plasma la actividad eléctrica del corazón y que sirve para evidenciar cuándo el sistema de conducción cardíaco, es decir, las células que envían señales para provocar la contracción del músculo, está siendo disincrónico”, señala el profesional. De allí, la variable que se observa es la duración de la señal de activación de los ventrículos, un valor fundamental en la insuficiencia cardíaca, pero no el único. Lo que hicieron los responsables de la investigación fue mirar estos estudios mucho más en detalle para encontrar información que no fuera tan evidente.
Para realizar ese análisis, los expertos tomaron electrocardiogramas de pacientes con diversas afecciones cardíacas, los pasaron a lenguaje digital y los compararon con los de personas sanas. Además de prestar atención al tiempo de activación, también incorporaron información sobre la masa de células que se activan y la dinámica temporal en que lo hacen. “Juan desarrolló un método computacional para recopilar todos estos datos y poder observarlos en conjunto, y, en ese camino, descubrió algo nuevo y nada trivial: en la población sin afecciones cardíacas, hay dos factores que, contrario a lo que se pensaba, no son independientes uno del otro, sino que están correlacionados”, detalla Chara, y continúa: “Son, por un lado, la cantidad de electricidad que se produce y, por otro, la velocidad con que ese voltaje se transporta: dos variables proporcionales entre sí que configuran un patrón presente en las personas sin afecciones cardíacas”. Ese hallazgo posibilitó nada menos que trazar un índice para saber qué tan lejos se ubica una persona potencialmente enferma de ese patrón observable en la población sana.
Este nuevo índice trae consigo un espectro mucho más amplio en relación con las estimaciones que hasta ahora se utilizan para determinar si una persona debe recibir el resincronizador o no: es una herramienta que analiza los factores involucrados en la disincronía de manera conjunta y específica para cada persona, lo que permite hilar más fino en ese universo de pacientes con cardiopatías, pero que, por diferencias biológicas, no necesariamente son candidatos al tratamiento. “A pesar de que el método computacional es un desarrollo complejo, el insumo que requiere es muy básico: el electrocardiograma, un estudio antiguo, accesible y de rutina en el consultorio de cardiología, por lo tanto, económico”, destaca Chara.
Para extender la validación del método, Fernández desarrolló un electrocardiógrafo con el índice incorporado en formato bluetooth que reparte a sus colegas para que lo usen en la práctica diaria y ver cómo resulta. “Además de seguir recolectando información que nos sirve para avanzar en el estudio de las causas de la disincronía, la difusión de la herramienta en los consultorios permite que más gente se beneficie con un diagnóstico preciso. En definitiva, ese es nuestro mayor interés”, coinciden los expertos.
Fuente: Prensa Conicet
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