“Discriminación, estigma y violencia”, la respuesta de una sociedad hacia los cuerpos gordos
Cientos de personas se reunieron en Rosario en el Segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo. Abordaron temas como la patologización de las corporalidades gordas, el estereotipo del cuerpo ideal y los daños a la salud mental que provocan la discriminación y el hostigamiento a quienes no encajan en los modelos dominantes.
Se realizó en Rosario el Segundo Encuentro Plurinacional de Activismo Gordo. Foto: Sebastián Granata
La patologización de las corporalidades gordas, el estereotipo de cuerpo ideal, los daños a la salud mental que provocan la discriminación y el hostigamiento a quienes no encajan en los modelos dominantes fueron algunos de los temas que se pusieron en cuestión este domingo en Rosario, sede del Segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo. El primero fue el año pasado en la localidad bonaerense de Morón.
El documento inicial del Segundo Encuentro señala: “La discriminación, el estigma y la violencia que la sociedad ejerce sobre nosotres, con la pretensión de normalizar nuestros cuerpos, encuentran en las instituciones una legitimación que nos aleja del ejercicio pleno de nuestra ciudadanía”. “Por eso, como aprendimos de las luchas de otros grupos oprimidos, reivindicamos nuestros derechos y exigimos acceso a la educación, a la salud, al hábitat, a la vestimenta, a la alimentación y al trabajo”, añade.
Foto: Sebastián Granata
Manuela Schuppisser, integrante del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina y una de las organizadoras del encuentro, dijo a Télam: “Lo primero que nosotras vemos afectado con tanto hostigamiento y discriminación es nuestra salud mental, que no nos permite vivir en libertad”. Luz Ferradas, activista gorda y concejala de Rosario, planteó que “la diversidad tiene que ser la norma”. “Hay que correr cualquier otro tipo de discurso y pensar que todos los cuerpos son diversos. No hay una única forma de habitar este mundo, todas son válidas, y estamos señalando la violencia específica que recae sobre nuestros cuerpos y los de otras identidades”, explicó.
Foto: Sebastián Granata
El Encuentro se inició alrededor de las 10:30 en el Galpón de las Juventudes de Rosario, en la costanera central. La mayoría de las participantes fueron mujeres. “El activismo gordo surgió en los 80 a través del feminismo afrodescendiente de los Estados Unidos, movimientos de mujeres lesbianas que empezaron a pensar que dentro del feminismo no se estaba teniendo en cuenta la corporalidad gorda”, explicó Schuppisser.
La activista precisó que se realizaron trabajos en cuatro talleres con una pregunta transversal: "Qué demandas tenemos que hacerle al Estado en pos de la construcción de políticas públicas que contemplen el acceso a nuestros derechos".
Foto: Sebastián Granata
Otros de los ejes del encuentro fue la equiparación del concepto de gordura con la noción de enfermedad. “Lo primero que se nos cuestiona es la salud. ‘Te lo digo por tu bien, te lo digo por tu salud’, teniendo en cuenta este mandato de que, si sos gordo, sos enfermo, aunque las personas delgadas también pueden tener patologías, pero a ellas no se las cuestiona tanto”, añadió Schuppisser.
Al respecto, Ferradas sostuvo: “Uno de los estereotipos es que las personas gordas somos enfermas solamente por la cantidad de kilos que tenemos”.
“Eso –continuó– lo estamos discutiendo, porque no es así, no hay ninguna enfermedad que sea exclusiva de los cuerpos gordos. Hay algunas que usualmente o culturalmente se asocian a nuestros cuerpos, pero que también las padecen los cuerpos flacos”. Schuppisser señaló: “Si sos gordo, aparece el ‘¿Por qué no te cuidás?’, o el preconcepto de que si sos gordo sos una persona triste, sucia, solitaria”.
Foto: Sebastián Granata
En tanto, una participante de la provincia de Buenos Aires resumió esa idea bajo el concepto de “esa mierda de la meritocracia” que lleva a “la culpabilización de la persona gorda: el gordo es gordo porque quiere”. “Tenemos derecho a ser queridos como somos. Para un gorde, no hay nada mejor que otro gorde”, afirmó. Florencia Alegre, de la agrupación “Existencia gorda”, señaló a Télam, en referencia a la temática de "desear y ser deseado", que “hay un mensaje muy marcado por todo un sistema que dice que para ser deseable, o incluso para ser una persona válida, hay que tener un cierto cuerpo”.
“Ese cierto cuerpo se ajusta a normas que vienen de una construcción muy grande que termina en que las personas gordas no podamos ser queridas”, abundó, y agregó: “Nos enseñan eso: a mí me han dicho que, si yo no bajaba de peso, nadie me iba a querer”.
Las dificultades para conseguir ropa, el acceso a la salud en forma integral, al transporte público y al empleo –bajo la exigencia de la “buena presencia”– también atravesaron el debate, como así también los efectos que el lenguaje produce sobre las percepciones de la realidad.
Foto: Sebastián Granata
“Para quienes asumimos como parte de nuestra identidad ser personas gordas, tiene un poder porque hace resignificar esa palabra que fue utilizada para insultarnos, discriminarnos o lastimarnos, y hacerla propia es positivo, es nuestra manera de habitar el mundo”, dijo Ferradas. El Encuentro propuso “politizar” la gordura, sacarla de un lugar individual, meramente personal, para compartir experiencias y demandas al sector público desde lo colectivo.
“Se está visibilizando mucho esto del amor propio, del positivismo corporal, pero es una cuestión muy individual. Yo me levanto a la mañana, me miro, me maquillo, me amo y estoy recontenta, y salgo y la sociedad me está excluyendo”, remarcó Schuppisser.
Sobre ese punto, destacó: “Esa cosa del amor propio es efímera, porque uno no se ama todos los días y no es suficiente. Ahí es donde entra el activismo gordo para revertir esta situación a nivel colectivo, social y político”.
Foto: Sebastián Granata
A Magdalena Helguera, una mujer oriunda de Uruguay de 40 años que participa del colectivo La Mondonga, le costó superar la instancia individual para acercarse a un espacio colectivo. “A veces cuesta mucho acercarse a lo colectivo porque implica revolcarse un poco en el barro”, sostuvo, y manifestó: “Hay momentos en los que una está bien y otros que no. No es que me miro, me amo y, como milito, me digo: ‘Qué linda que soy, está todo bien’; es un laburo cotidiano muy fuerte”.
"Fue un proceso de empezar a apoderarme de la palabra gorda, de reconocerme como mujer gorda después de toda una vida de luchar contra eso y de estar esperando ser de otra manera para ser feliz, para estar bien”, relató.
Foto: Sebastián Granata
Cuando quedó embarazada, le dijeron que iba a matar a su hija: "Porque sos gorda y tu envase no es el indicado”, fue el argumento, lo que provocó que cursara un “embarazo medicalizado”. Tras el nacimiento de su hija, sintió que “el envase había cumplido”.
“Y ahí el envase se deshizo. Pasé por una depresión posparto, una anorexia nerviosa tremenda, y ahí fue flaca”, dijo Helguera. "La gente me miraba y le decía: ‘Qué bien que estás, cómo adelgazaste’. Yo estaba deshecha”, agregó. Cuando empezó a "recuperar" su salud mental y, con ello, todos sus kilos, "la gente se empezó a preocupar y a cuestionarme, a decirme ‘tendrías que cuidarte’”.
Foto: Sebastián Granata
Los medios de comunicación y las redes como reproductoras de representaciones estigmatizadoras
Durante el Segundo Encuentro Plurinacional de Activismo Gordo, la militante santafesina Florencia Alegre cuestionó el rol de las redes sociales que “cuentan un montón de dietas”, o la televisión donde se “ve violencia sobre los cuerpos”. “Es constante. Uo a veces tiene que ignorarlo para poder sobrevivir, pero se levanta, prende la tele y ve violencia sobre los cuerpos”, sostuvo Alegre en diálogo con Télam.
Sobre las redes sociales, la militante de “Existencia gorda” sostuvo que allí “aparecen un montón de dietas para llegar a los cuerpos de verano”. “Hay una campaña enorme de los cuerpos de verano. Nosotras decimos que todos los cuerpos son de verano, la única característica es que sea verano, el resto son todos cuerpos”, sostuvo.
Señaló además que la discriminación de las corporalidades gordas atraviesa todos los ámbitos. “Cuando salís de tu casa y vas al transporte público, no entrás en la silla. También hay una discriminación al no sentarte al lado tuyo, por el prejuicio de que tenés olor, que estás mal vestida, que das asco”, explicó.
Relató: “Vas a tu trabajo y, en el ascensor, tenés que esperar a que pasen todas las personas para poder subir, porque tiene un determinado peso y cantidad de personas determinadas”. Y continuó: “El ascensor dice 300 kilos o cinco personas. Cuando vos te subís, a las personas gordas nos pasa que somos extremadamente visibles o invisibles, según cuando nuestro cuerpo pasa a ser un problema para el entorno”.
Una de las organizadoras del Encuentro, la activista Magdalena Schuppisser, reflexionó también sobre el rol de los medios en la construcción de discursos de odio, como el de la gordofobia. “Es importante que exista algún tipo de regulación que no permita los discursos de odio en la tele”, dijo.
Añadió: “La tele y los medios a veces no abordan estas cuestiones con responsabilidad, entendiendo que detrás de esos mensajes de odio hay una persona que está sufriendo”. En esa línea, señaló: “Lo mismo ocurre en las ficciones. ¿Qué queremos que sea el gordo en la pantalla de la novela de la tarde o en la serie del primer time?”.
En ese sentido, llamó a “tratar con respeto a las corporalidades gordas” y no como suelen aparecer en las ficciones. “No tratarlas como que la gorda lo único que quiere es bajar de peso, que ese es su mayor objetivo y no tiene proyectos de estudiar, de viajar, de tener una familia, solo la zanahoria de ser flaca”, cuestionó.
Fuente: Télam
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