Cierre de la AFIP: ¿qué cambia y qué pasará con el monotributo?
Análisis económico de la actualidad argentina junto a la economista Carina Farah.
24 DE OCTUBRE DE 2024
Fueron por el aborto legal y el "mega DNU". Monzó prometió más actividad.
La sesión de tablas por la legalización del aborto fue una exitosa muestra de democracia, aunque la práctica este año fue mínima. Foto: Diario Popular.
En 2018, año no electoral, el oficialismo podía revertir el récord negativo de 2017, cuando no hubo ninguna sesión de tablas. El marcador esta vez no quedó en cero, pero estuvo lejos de las expectativas: se realizaron apenas dos encuentros de este tipo, uno de los cuales terminó en escándalo. Es que según el sitio parlamentario.com, las sesiones de tablas deberían ser la regla, pero se transformaron en excepción en los últimos años. Al convocar a este tipo de sesiones, el oficialismo está obligado a confeccionar el temario en conjunto con la oposición, en el marco de la Comisión de Labor Parlamentaria. En cambio, si llama a sesión especial, puede trazar la agenda a su antojo.
Cuando Cambiemos todavía no era una alianza, los espacios que lo componen –el PRO, la UCR y la Coalición Cívica– solían levantar el reclamo por más sesiones ordinarias y menos especiales, en momentos en que el Frente para la Victoria tenía la mayoría en ambas Cámaras. Sin embargo, ahora que conforman el oficialismo, estos bloques parecen haber olvidado aquellas quejas.
En 2016, primer año de gestión de Cambiemos, solo seis de las 24 sesiones fueron de tablas. Las restantes fueron 12 especiales, dos informativas del jefe de Gabinete, tres del período extraordinario en diciembre y una preparatoria para renovar autoridades –sin contar la Asamblea Legislativa del 1.º de marzo ni las sesiones en minoría–. Un año después, el número de sesiones de tablas bajó a cero: en 2017 hubo 10 especiales, tres informativas y una extraordinaria en febrero. Si bien se sancionaron leyes que requirieron altos niveles de consenso –la más recordada es la reforma previsional–, el oficialismo se arrogó la facultad de fijar siempre el temario en el recinto.
Así llegó Cambiemos al período ordinario 2018, que culminó este viernes 30 de noviembre. Si bien resta el llamado a sesiones extraordinarias, ya es un hecho que Cambiemos cierra el año con apenas dos sesiones de tablas, frente a cinco especiales. Hubo además cuatro informativas.
La primera sesión ordinaria fue el 21 de marzo y los proyectos de mayor interés para el oficialismo eran los tres sobre simplificación y desburocratización del Estado. La oposición reclamaba tratar el “mega DNU” 27/18, que tenía dictamen de rechazo, y Cambiemos se había comprometido a votar ese texto una vez aprobados los proyectos que lo reemplazaban, al final de la sesión.
Sin embargo, cuando llegó la madrugada y el oficialismo consiguió la media sanción del paquete, los diputados conducidos por Mario Negri y algunos de Argentina Federal se levantaron de sus bancas y dejaron la sesión sin quorum, para la ira del Frente para la Victoria-PJ, el massismo y la izquierda, que querían anular el polémico DNU por entender que seguía vigente hasta que no se sancionaran las respectivas leyes. “Le dije en el transcurso de la sesión que estábamos frente a un mamarracho parlamentario. Está claro que esto es un papelón absoluto. ¡Es imposible construir un trabajo ordinario con este tipo de cuestiones!”, bramó entonces el jefe del bloque kirchnerista, Agustín Rossi. También se quejó la titular del bloque del Frente Renovador, Graciela Camaño: “El kirchnerismo siempre nos ganó y nosotros siempre pataleábamos, pero ellos tenían el número. La prepotencia del kirchnerismo era la prepotencia del número que habían sacado en las elecciones. Yo no me quiero imaginar este Congreso con una mayoría de Cambiemos… Si esto logran hacer siendo nada más que la primera minoría, no me quiero imaginar de qué manera van a atropellar y llevarse por delante las instituciones”.
La segunda y última sesión ordinaria del año fue el 13 de junio, cuando se debatió el proyecto de legalización del aborto. Por la magnitud del tema, ningún diputado formuló mociones y el debate comenzó de inmediato, a las 11.22. Culminó a las 10.41 del jueves 14, cuando tras una jornada histórica se aprobó el proyecto, que luego sería rechazado en el Senado.
La escasez de sesiones ordinarias no solo da cuenta del poco lugar cedido a la oposición a la hora de elaborar la agenda: también es un obstáculo para la labor cotidiana del Congreso, pues no se puede aprobar el Boletín de Asuntos Entrados (BAE), una formalidad que debe realizarse al inicio de las sesiones de tablas. Otro dato relevante del año que termina es la elevada cantidad de sesiones en minoría. Fueron cuatro oportunidades en las que la oposición no logró quorum: hubo dos intentos fallidos para tratar la ley “antitarifazos” –luego sancionada y vetada–, otra convocatoria para abordar el acuerdo con el FMI –se reclamó que el Poder Ejecutivo lo enviara al Congreso– y una última sesión para tratar de derogar el decreto de reforma de las Fuerzas Armadas.
“Soy consciente de que debemos aumentar el número de sesiones ordinarias. Me hago eco de las palabras que expresaron los diputados”. A pocos minutos de haber sido reelecto para un tercer mandato como presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó admitía como una flaqueza de la gestión Cambiemos la escasa cantidad de sesiones de tablas.
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