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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Por Cinthia Kwaterka. Nutricionista y Coordinadora de Nutrición de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina.
Foto: Buena vibra
Actualmente nuestra cultura, las publicidades, las redes sociales y el marketing crearon, por un lado, un contexto favorable para la realización de dietas, haciendo creer que la delgadez es la clave del éxito. Por otro, las imágenes, publicidades y redes sociales invitan a comer, ya sea por los descuentos, los combos o las promociones.
Sin embargo, la alimentación saludable engloba mucho más que un cuerpo: vehiculiza un estado de salud adecuado que ayuda a prevenir enfermedades y a sentirse bien, aprovechando la socialización que brinda la comida, favoreciendo momentos de reuniones entre familiares y amigos, festejos, encuentros y diversión.
La alimentación saludable es un trabajo permanente, que se logra mediante buenos hábitos alimentarios, que incluyen aprender a elegir alimentos, controlar las porciones, la frecuencia y, en lo posible, acompañar con una actividad física adecuada.
Es por eso que la alimentación saludable representa uno de los principales factores de promoción y mantenimiento de una buena salud durante todas las etapas de nuestra vida. No solo está ligado a un hecho fisiológico, ya que a través del consumo de alimentos el cuerpo transforma la energía de los mismos en energía para mantener los signos vitales y realizar las actividades cotidianas, sino que también está ampliamente asociado con nuestra cultura, con el bienestar emocional y social.
En ese sentido, si bien debe desarrollarse durante toda la vida, en cada etapa varían los requerimientos y las necesidades de una buena alimentación.
El crecimiento es un proceso continuo que empieza desde la concepción y finaliza cuando termina la adolescencia. Desde el nacimiento, la lactancia materna exclusiva hasta los primeros 6 meses de vida es fundamental para el correcto desarrollo del recién nacido. Lo protege de infecciones y le da todo el alimento que necesita para sobrevivir y desarrollarse bien. Luego, la transición de la lactancia materna exclusiva a la alimentación complementaria abarca generalmente el periodo que va de los 6 a los 18 a 24 meses de edad.
Por su parte, la edad escolar se caracteriza por ser una etapa donde el desarrollo intelectual y físico son predominantes, por lo que los requerimientos comienzan aumentar para responder a la gran demanda de actividades. Por ello, se necesita una buena planificación en su alimentación para obtener todos los nutrientes necesarios. El desayuno es la comida más importante para esta fase: se debe proporcionar lácteos, cereales, y frutas. Además, los niños son más vulnerables al consumo de productos altos en azúcares y grasas, por lo que es importante priorizar el consumo de frutas y verduras.
En la adolescencia aumentan considerablemente los requerimientos energéticos y las necesidades de nutrientes, dado que aparecen cambios importantes a nivel hormonal, físico, y mineralización ósea. Se deberá hacer hincapié en el consumo de lácteos y derivados, carne y pescado y alimentos ricos en vitaminas y minerales. Esta población, tiende a ser muy vulnerable frente a los desórdenes de las comidas, por lo que es de suma importancia el seguimiento y acompañamiento, así como la educación alimentaria en los distintos ámbitos.
La adultez, es el periodo más extenso de la vida, por lo que debemos mantener un equilibrio en la alimentación y nuestras actividades cotidianas, a fin de prevenir enfermedades no transmisibles como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, entre otras. Los requerimientos nutricionales van a variar dependiendo del sexo, edad, talla. En la tercera edad, el organismo comienza a presentar una serie de modificaciones, como la pérdida de masa muscular y densidad ósea.
La capacidad de absorción de nutrientes a nivel intestinal disminuye, mayormente aumenta el consumo de medicamentos, se reduce la movilidad y, generalmente, se presentan dificultades en la masticación, lo que los hace más propensos a desencadenar alguna enfermedad. A su vez, es importante una buena hidratación, ya que los niveles de agua en el cuerpo suelen disminuir.
Tener en cuenta los requerimientos alimenticios de cada etapa permite llevar una vida saludable. Es una tarea diaria que debe adaptarse a las actividades, gustos y necesidades de cada persona. En caso de ser necesario, es recomendable consultar un especialista que pueda orientar los hábitos alimenticios acordes a cada individuo.
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