La presidenta destituida de Brasil, Dilma Rousseff, visitó Buenos Aires y varios medios nacionales tuvieron la oportunidad de entrevistarla. La mandataria depuesta de su cargo a través de un juicio político habló del “golpe parlamentario” en Brasil, un nuevo despliegue del neoliberalismo en América Latina y el rol de los grandes medios de comunicación y de Estados Unidos en esta situación.

Los periodistas de Página/12  Martín Granovsky y Mercedes López San Miguel dialogaron con Dilma Rousseff en su visita a la Argentina. En la entrevista, la exmandataria brasileña explicitó su visión sobre la problemática política en América Latina y habló de “golpe parlamentario”, “democracia suspendida” y de cómo la derecha aprovecha las herramientas para generar en la población la resignación a que el Gobierno no satisfará sus expectativas.

“(...) Los grandes medios de Brasil convencieron a la población, incluidos los empresarios, de que defendieran intereses que iban contra ellos mismos, contra la propia población. La pérdida de poder por parte del pueblo (...) se complementó inmediatamente con la pérdida de derechos. (...) Ellos piensan que la población se resignará a que sus expectativas no sean satisfechas por el gobierno. Cuando eso sucede, cuando la política se convierte en algo irrelevante, la derecha empieza a aplicar sus políticas. Aparecen los salvadores de la patria. La política irrelevante lleva a la democracia irrelevante”, aseguró en parte de la entrevista Rousseff.

La mujer utilizó la metáfora de un árbol para describir a la democracia y cómo le afectan el golpe militar y el parlamentario. Si la democracia es un árbol, con instituciones y derechos, el golpe militar lo destruye, junto a todos sus derechos fundamentales. En cuanto al golpe parlamentario, infecta al árbol con parásitos en todas sus instituciones. Esa es la base, según Rousseff, de lo que muchos estudiosos del tema denominan “estado de excepción”. No se trata de un estado de excepción dentro de la democracia sino que son “medidas de excepción que corroen la democracia, que la suspenden”. Es por eso que la exjefa de Estado aseguró: “Brasil tiene una democracia suspendida”.

Argumentó esa afirmación con el ejemplo de que se hubiese votado la aprobación del impeachment sin haber probado la existencia de un crimen de responsabilidad, y con la declaración del investigador del Ministerio Público, encargado del caso de su antecesor en la presidencia, Luiz Lula Da Silva, quien dijo que no tenían pruebas aunque sí convicciones.

El rol de Estados Unidos en el golpe

Con respecto a cómo puede haber afectado la máxima potencia mundial capitalista en el golpe parlamentario que la destituyó, Rousseff dijo que aunque la oligarquía brasileña es totalmente capaz y tiene la tradición suficiente para hacer un golpe, “una parte (...) fue la utilización de una investigación sobre corrupción para alcanzar a enemigos políticos seleccionados previamente”. A esto agregó que es probable que parte de esas informaciones hayan sido compartidas por órganos de los Estados Unidos y órganos de Brasil.

No descartó la posibilidad de que Argentina esté afectada por esa investigación: “(...) no sé si esa información no fue compartida también aquí, en la Argentina, o en otros sitios”. Por lo tanto, resumió que posiblemente la oligarquía brasileña no tenía toda la información necesaria dentro de su país, pero pudo conseguirla en el exterior.