Diario de una enfermera: el equipo de trabajo y los afectos como protección
Gisel Videla trabaja en la terapia intensiva del Hospital Lagomaggiore. Cuenta cómo organizan las jornadas extenuantes y cuáles son los breves momentos de descanso y alegría.
La enfermera Gisel Videla (la primera de la izquierda abajo) dice que, sin sus compañeras y compañeros, sería imposible soportar las jornadas extenuantes. Foto: gentileza Gisel Videla
La enfermera Gisel Videla (30) tiene doble protección cada vez que ingresa al Hospital Lagomaggiore: sus afectos y el equipo de trabajo. Dice que sin esas dos protecciones, sería muy difícil enfrentar la segunda etapa de la pandemia, que puertas adentro de la Terapia Intensiva significa jornadas extenuantes, el ingreso permanente de pacientes jóvenes en estado crítico y la necesidad de enseñar al personal nuevo lo que ella aprendió en años.
La licenciada en Enfermería, que hace seis años se desempeña en la terapia intensiva del hospital, dice a Unidiversidad que, más allá de las jornadas agobiantes, el equipo tiene en claro el objetivo: hacer lo mejor posible por cada persona internada. Cuenta que cuando un paciente deja la unidad, lo vive como un momento de alegría, pero asegura que es solo un momento, porque en poco tiempo hay un nuevo paciente que necesita cuidados extremos.
La profesional explica que enfrentan esta segunda ola con algunos aprendizajes que les dejó la primera etapa: cómo tratar a los pacientes, la forma adecuada de utilizar el equipo de protección y el conocimiento de los protocolos. A todo eso suma la vacunación, que los hace sentir un poco más seguros.
A continuación, parte de la charla que la profesional mantuvo con Unidiversidad.
Pacientes jóvenes en estado crítico
¿Cómo vivieron la segunda etapa de la pandemia?
Al principio, estábamos atendiendo pacientes con otras patologías, post quirúrgico y puérperas, y los pacientes con COVID-19 empezaron a llegar de a poco, con una complejidad baja, media; es decir, con insuficiencia respiratoria, pero no necesitaban ventilación mecánica. De repente, el panorama fue cada vez más severo, porque había cada vez más pacientes que requerían de terapia intensiva, con neumonía por COVID críticos, con requerimiento de asistencia ventilatoria mecánica. Hoy tenemos una ocupación con el ciento por ciento de pacientes COVID, todos intubados y en una etapa crítica de la enfermedad.
¿Cuáles son las diferencias respecto de la primera etapa?
Creo que la diferencia es el tipo de pacientes, ahora son más jóvenes. En la etapa anterior, la mayoría eran adultos mayores y ahora estamos recibidos adultos de entre 40 y 60 años. Me parece que esto hay que remarcarlo porque la sociedad tiene que entender que en este punto no son solamente los adultos mayores a quienes hay que cuidar, sino que somos todos los que podemos estar afectados de forma severa. El virus ha cambiado y nosotros tenemos que seguir cuidándonos, tener en cuenta todas las medidas que se han establecido desde el comienzo: la distancia, el lavado de manos, el uso correcto del tapabocas porque, si bien hay personas que lo utilizan, no lo hacen de manera correcta: tiene que tapar la nariz, la boca y el mentón para ser efectivo, si no, no cumple su objetivo.
¿Qué cambió para ustedes?
En la ola anterior, creo que lo peor fue la incertidumbre, porque el año pasado no sabíamos qué teníamos enfrente, qué nos esperaba, el tema del uso de equipo de protección personal era nuevo y este año ya sabemos cómo se va a presentar la situación, cómo se va a tratar a los pacientes COVID, ya estamos más afianzados en el tema de los protocolos y de cómo manejarnos. Creo que, desde ese punto de vista, es diferente. También considero que es importante el tema de la vacunación, que hace sentir un poco más seguro y protegido al equipo de salud.
Poco descanso, mucho trabajo
¿Cómo son las jornadas?
Tenemos jornadas de trabajo agobiantes, extenuantes, pero no le damos importancia a eso porque el trabajo lo tenemos que hacer, es por el paciente que estamos ahí y le damos mucho valor a eso, tratamos de hacer lo mejor que podemos. Además, contamos con mucho personal nuevo, entonces también es un trabajo importante capacitarlos, enseñarles todo el manejo del paciente crítico, que es bastante complejo.
¿Cuál es la dinámica de trabajo en la terapia?
En el día a día, si bien nos ponemos sumamente contentos cuando los pacientes mejoran y podemos externarlos de la terapia intensiva, es una realidad que no tenemos tiempo para eso porque sacamos a un paciente, se hacen las medidas de higiene a toda la unidad, y en muy poco tiempo la cama ya está ocupada otra vez y estamos trabajando con un paciente nuevo. Entonces, obvio que nos ponemos felices cuando un paciente sale de la terapia intensiva, pero es muy corto el tiempo hasta que nos ponemos a pensar que viene un paciente nuevo con el cual tenemos que seguir trabajando. Esa es la dinámica que se nos está presentando en todas las terapias intensivas: períodos cortos de descanso, períodos amplios de trabajo con pacientes críticos, severos, con los que hay que trabajar muchísimo para que mejoren.
Doble protección: la familia y el grupo de trabajo
¿Cuáles son las estrategias que utilizan para soportar tanta presión?
Creo que los grupos de trabajo armoniosos, colaborativos, favorecen mucho al trabajo y ese es nuestro objetivo en este momento: trabajar a gusto, conformes, seguros, teniendo un grupo que se apoya, sabiendo que estás trabajando en comunidad, de forma interdisciplinaria. En una terapia, son mayormente tres las especialidades que más trabajan: enfermero, médico, kinesiólogo, y creo que esa tiene que ser la tríada de trabajo. Y, por supuesto, siempre teniendo en cuenta a nuestros colaboradores que son el personal de limpieza, de apoyo, tiene que ser un gran grupo de trabajo para que las jornadas puedan ser agradables, pese a todo lo que sucede.
¿Cómo te organizaste con tu familia?
El año pasado dejé de ver a mi familia porque me reconocí como un riesgo al estar en contacto con pacientes COVID, mi temor fue siempre trasladarles el virus. De todos modos, por las actividades diarias que hace mi familia, que también son trabajadores esenciales –mi padre es recolector de residuos y trabajó todo el año sin parar–, se contagiaron igual, pese a que no los veía. Entonces, el año pasado estuve muy aislada, pasé mucho tiempo sola, y en este punto valoro mucho el contacto de los afectos, de los seres queridos, su presencia. Ahora he decidido no aislarme y van a ser ellos mi escape de la realidad del hospital, que es bastante dura.
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