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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
En ocasión de esta celebración internacional, NU Digital reproduce un informe que detalla el trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para proteger y garantizar la sustentabilidad de un recurso esencial. Situación actual de este recurso en el país y perspectivas a futuro.
La aparente abundancia del agua en el mundo ha dado la impresión de que se trataba de un bien inagotable. Hoy, cuando se celebra el Día Mundial del Agua, se sabe que la historia es otra: el agua es considerada un recurso económico de gran valor y, en consecuencia, debe ser administrada racionalmente.
Así lo explicaron Leopoldo Montes –coordinador del Área Estratégica de Recursos Naturales del INTA– y Daniel Prieto –coordinador del proyecto de la Red Gestión de los recursos hídricos para el sector agropecuario–, integrantes de un equipo de trabajo destinado a relevar y evaluar demandas, orientar e intervenir en el proceso de manejo de los recursos existentes y en la prospección sobre el diseño de las capacidades y de los métodos de estudio en el mediano y largo plazo.
¿Cuál es la radiografía de la situación actual del agua en la Argentina?
La Argentina dispone –según datos oficiales de la Subsecretaría de Recursos Hídricos– de 21.315 metros cúbicos de agua anuales per cápita. Un valor superior a los 1.000 m3/año/cápita aceptados internacionalmente como el límite para considerar a un país o región en fase de estrés hídrico. Es decir que, en nuestro país, la demanda de agua es menor a la cantidad disponible. De todos modos, ese valor promedio nacional es superior al real, porque se contabilizan las grandes avenidas hídricas que no necesariamente son utilizables por el hombre. No podemos olvidar que casi el 70% del territorio nacional es semiárido o árido y que, en muchos casos, se carece de la infraestructura necesaria para el aprovechamiento del recurso o bien se lo utiliza en forma ineficiente. Como consecuencia, parte de la población rural consume agua de baja calidad natural.
¿Qué postura toma el INTA al respecto?
Si bien somos ambiciosos y consideramos que el accionar del INTA debe y puede mejorar, las líneas de trabajo sobre recursos hídricos son importantes y numerosas. Un ejemplo de esto son las tareas que desarrollamos –mediante el Centro de Investigación para la Agricultura Familiar (CIPAF) y del Programa Nacional de Territorios– con respecto a la incorporación de tecnologías apropiadas para la apropiación, captación y uso de aguas de calidad para el consumo humano, animal y riego, especialmente en zonas áridas o semiáridas. En cuanto al riego, trabajamos en tecnologías aplicables en cantidad y oportunidad, específicas para cultivos y suelos con el objetivo de mejorar su eficiencia y productividad. Así, nos preparamos para enfrentar el desafío de producir cada vez más alimentos y biocombustibles enfrentando escenarios de competencia y variabilidad climática. También trabajamos con tecnologías para prevenir la salinización y sodificación de los suelos y recuperar aquellos afectados, además de aportar a la prevención de su contaminación. En cuanto a la gestión de agua en la agricultura de secano –aquella en la que el productor utiliza únicamente la lluvia como sistema de riego– permite hacer una producción diferenciada por ambiente, extendiéndose hacia las regiones semiáridas. Paralelamente, desarrollamos tecnologías de predicción de disponibilidades de aguas superficiales y subterráneas, la delimitación de áreas de riesgo de inundación, el desarrollo de sistemas de alerta de crecientes y la modelación de cuencas hídricas que aportarán herramientas para la gestión y planificación del uso del territorio. Así, el agua es una conexión de diferentes disciplinas.
¿Cómo actúa el agua en la producción de alimentos?
¿Se puede producir más con menos agua?
Entre el 95 y el
98% del agua que utilizan las áreas cultivadas vuelve a la atmósfera por el
proceso de evapotranspiración mientras que, en el caso de la agricultura de
regadío, un volumen importante de agua no es aprovechada por la ineficiencia de
los sistemas de aplicación tradicional, un volumen que vuelve directa o
indirectamente a los cursos de agua, sean estos superficiales o subterráneos.
Así, mientras que el suministro de agua –para cubrir en gran medida las
necesidades de evapotranspiración– es una necesidad para lograr los mejores
rendimientos, el uso responsable del riego es una necesidad porque el regreso
del agua al circuito hidrológico es generalmente con menor calidad. En
consecuencia, se puede producir más con un uso más eficiente del riego y
naturalmente con la ampliación de las superficies regadas.
¿Qué factores determinan la calidad del agua?
No se puede hablar de un solo tipo de calidad del agua, dado que dependerá del uso que se le vaya a dar. Si en cambio utilizamos los parámetros más rígidos –que afectan directamente la salud humana– la situación es distinta. La calidad del agua para consumo humano es muy diferente de la que la que va a ser usada aún a nivel doméstico en los sanitarios o el riego de jardines. Ambas son a su vez distintas de la calidad exigida para abrevadero animal y por supuesto para riego. Aún hoy, la calidad del agua para riego no tiene una única tipificación, dado que depende de las condiciones agroclimáticas, del cultivo y del volumen de riego a aplicar. Por esta razón, recomendamos consultar con un profesional sobre la posibilidad de utilizar una determinada calidad de agua para un uso específico y si no se dispone de una fuente alternativa, modificar el uso planificado si se quiere desarrollar una producción sostenible.
Se dice que la agricultura es el mayor consumidor de agua a nivel mundial.
Efectivamente. Aunque el sector de producción de energía la ha sobrepasado en los Estados Unidos, la agricultura irrigada a lo largo de los años ha sido y es el mayor consumidor de agua dulce del planeta –denominada en términos ecohidrológicos como “agua azul”, por ser la que se escurre superficial y subterráneamente sobre la corteza de la tierra–. Si además consideramos el agua precipitada, almacenada y posteriormente utilizada directamente en el sitio por los cultivos y pasturas de secano –agua verde– entonces, la agricultura resulta ser sin discusión el mayor usuario de agua dulce, promediando su consumo en un 75%.
¿Cuáles son los cuidados que puede tener el productor para evitar el desperdicio del agua?
Tanto en la agricultura irrigada como de secano, el productor debe conocer la demanda de agua de sus cultivos, para planificar estratégicamente su riego y así evitar el derroche. En este sentido, en la agricultura de secano se deben elegir los cultivos y los lotes a sembrar para programar las fechas de siembra y evitar que los períodos de mayores deficiencias climáticas coincidan con las fases más sensibles de los cultivos. Esto también repercute en el aprovechamiento en el uso de insumos como los fertilizantes, dado que se podrá definir el nivel de rendimiento al que se puede aspirar. En el caso de la agricultura de riego, conocer las necesidades de agua de los cultivos permite cuantificar el área regable y dimensionar las obras de almacenamiento, la conducción del agua, el método de aplicación y la operación del mismo. Existen muchos métodos de aplicación del agua de riego, dado que a medida que aumenta el nivel tecnológico también lo hace la inversión necesaria. En consecuencia, la elección del sistema de aplicación es una decisión importante que debe contemplar las posibilidades del productor, el cultivo, sus expectativas de ingreso, el tipo de suelo y las características de la fuente de agua. Cualquiera sea la decisión, es recomendable solicitar asesoramiento en el diseño del sistema a fin de no cometer errores ni desperdicios.
¿Cuál es la verdadera magnitud del problema de la escasez de agua potable?
Más allá de algunas áreas geográficas del mundo que tienen un balance hídrico muy negativo, la tan comentada escasez global de agua potable es una cuestión relativa, que en realidad está relacionada a la falta de inversión en sistemas de agua potable y a la contaminación de algunas fuentes de áreas superpobladas o industrializadas que no cuentan con el control necesario.
¿Cuáles serían las causas de esta escasez relativa?
El principal causante es la falta de inversión o el desarrollo de tecnologías apropiadas. Una de las metas dentro de los 8 Objetivos del Milenio –establecidos en septiembre de 2000 en la Cumbre del Milenio por los representantes de 189 estados mundiales– es el de garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, incorporar los principios de desarrollo sostenible en las políticas, los programas nacionales, evitar e invertir la pérdida de recursos del medio ambiente y reducir a la mitad el porcentaje de personas que carecen de acceso a agua potable. Esperamos que en respuesta a este compromiso se destinen los medios adecuados para construir la infraestructura necesaria.
En caso contrario, ¿cuáles serían las posibles consecuencias?
Las consecuencias más impactantes de la falta de agua potable están íntimamente ligadas a la vida humana misma. La desnutrición y la aparición de diversas enfermedades serán los primeros efectos visibles.
¿Es posible revertir esa situación?
Existen las tecnologías requeridas para revertir esta situación prácticamente en todas las regiones.
¿Qué beneficio implica el descubrimiento de la mayor reserva subterránea de agua dulce del planeta en Brasil, que abarca los estados de Amazonas, Pará y Amapá?
Sudamérica
posee el 35% de la reserva del agua dulce mundial. No podemos saber si esto nos
beneficia o no. Lo que sí se sabe, es que por esta condición las miradas del
mundo estarán puestas sobre nuestro continente, tanto para analizar cómo la
utilizamos como para esperar beneficiarse indirectamente –agua virtual– de nuestro uso
para la producción de alimentos, fibras y biocombustibles.
El agua en números
Más del 97,5% del agua en la tierra es salada.
El 70% de agua dulce está retenida en forma de hielo, glaciares y nieve.
El 2,5% del agua de la Tierra es dulce.
La agricultura utiliza entre el 70 y 90% del agua dulce.
El 46% de la población mundial no tiene servicio público y en la Argentina el 50% no tiene servicio de saneamiento.
Los habitantes de los EE.UU. utilizan un promedio de 380 litros de agua diarios, pero millones sobreviven con menos de 19 litros diarios.
Las mujeres de países pobres caminan diariamente un promedio de 6 km para conseguir agua potable.
1 de cada 8 personas en el mundo no tiene acceso al agua limpia.
3,3 millones de habitantes mueren anualmente por problemas de salud relativos a la falta de agua.
*Fuentes: INDEC (2001), Global Water Intelligence, WWF, Centro Nacional de Información sobre Nieve y Hielom Instituto Hidrológico Estatal de Rusia, Universidad de California, Universidad de Illinois, National Geographic Abril 2010.
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