Después de 18 años, cierra definitivamente una conocida librería de Mendoza
Se trata de “Mendoza Libros”, ubicada en el epicentro de las librerías, en Garibaldi y San Juan. Su dueño indicó que se debe al cambio de formato, a los altos valores de los libros y a la suba de alquileres.
Foto: Los Andes
No son los mejores momentos para muchas librerías de Mendoza. Basta con caminar por las calles de la Ciudad para ver que el panorama, a la hora de comprar libros, es muy distinto a décadas anteriores. Hoy, la pandemia, los valores de los libros, la crisis inflacionaria, la aparición de los dispositivos digitales, las ventas online, las grandes cadenas y otras variables, que incluyen la crisis económica, han sido elementos que han conspirado para que la oferta sea menor.
Esto puede verse en uno de los comercios más representativos de la esquina de las librerías, en el cruce de Garibaldi y San Juan. Hablamos de Mendoza Libros que, luego de 18 años en el rubro, colgó el cartel de “Liquidación total por cierre”. Esto recuerda, además, una situación que ya se vivió con otro clásico: Simoncini y Gómez, ubicada apenas a unas cuadras del Kilómetro cero, o AN Libros, que, antes de cerrar, ofreció libros desde 2 pesos.
En ese sobrevenir, perduran, entonces, aquellas que dependen de las grandes cadenas, como Yenny o Cúspide, y algunas de las clásicas, como el Centro Internacional del Libro, Librería Técnica o García Santos, que lograron atravesar los embates de la pandemia. Otras, en tanto, sostienen sus otras actividades, como Le Club o Rayuela, que llevan adelante venta de videos o de música –en el primer caso– o de artículos de librería, en el segundo caso.
Aparecen otras más chicas, pero con su clientela también en el microcentro. Ellas son SBS Librería, Librería Cervantes, Ludditas y Cosset, esta última ya sobre calle Arístides Villanueva. No deben olvidarse, por último, aquellas que están en los centros comerciales y que aún atraen las miradas y visitas de residentes y turistas.
Cierra Mendoza Libros
Hace 18 años, Iván Miszei –otro de los libreros que sobreviven– se hizo cargo del negocio ubicado en San Juan y Garibaldi, en la esquina noroeste, frente a donde está ubicada la librería que lleva su nombre. En ese lugar, hace tiempo, también se ubicó la librería de la familia Simoncini, un comercio histórico del microcentro.
Para Miszei, durante los últimos años en Mendoza ha pasado algo muy extraño, ya que, si bien en la pandemia aumentaron las ventas, a nivel nacional, es grande la cantidad de librerías que cierran. Este fenómeno se ve especialmente en las que no tienen público específico.
“Nosotros tenemos la ventaja de vender libros nuevos y usados, y no dependemos de los proveedores de los que las demás dependen. Tenemos libros antiguos o agotados, y eso hace que haya mayor demanda porque no hay muchas librerías que se dediquen a esto”, señaló el librero.
Coincidió en afirmar que el cierre de las librerías de la zona se da por el cambio de mercado, que ha sido completo, algo a lo que las librerías pequeñas no lograron resistir.
“Con mucha tristeza pasa esto, llevamos 18 años en esa esquina. Creo que la pandemia ha sido el gran enemigo de todos los comerciantes; después de la pandemia, no mejoraron las ventas. Esperábamos a los amigos chilenos, que siempre fueron los que nos ayudaron, y desgraciadamente, no dan los números”, señaló el librero.
“La fotocopia fue el gran enemigo para todo lo que es literatura complementaria. Además, hay una tendencia a nivel mundial, Amazon cerró 60 librerías en Inglaterra y Estados Unidos. Es debido a que cambiaron los entretenimientos: la pandemia nos hizo estar conectados demasiado tiempo y las plataformas le quitan el tiempo a la lectura. Lo digital también aumentó mucho, aunque el público que lee en formato digital no es mayoría”, remarcó Miszei, y agregó que lo digital puede ser un recurso, siempre que la fuente y la traducción acompañen. En el caso contrario, sigue siendo mejor el libro en papel.
Miszei dijo que también subieron los alquileres y los sueldos de los empleados de comercio, lo que hace difícil sostener el negocio. En particular, con respecto a Mendoza Libros, indicó que siempre tuvo un perfil diferente al del comercio de enfrente, lo que de todas maneras no bastó para sostenerlo abierto.
“Específicamente, cerramos porque el aumento del alquiler fue demasiado. Igual, el formato tiene que cambiar completamente para poder seguir subsistiendo y crecer. En este país, solo nos acostumbramos a subsistir y, con esa mirada, terminamos cerrando todos. Hay que crecer y darle al mercado lo que necesita. Si te dedicás a subsistir, viene algo como una crisis, una pandemia, y terminás cerrando”, aseguró.
Además, explicó que son pocas las librerías que quedan en la zona porque es importante cambiar la mirada, y que ya no se puede esperar a que el público se acerque a la librería. “Ya no es suficiente. El formato digital avanza a pasos agigantados, hay poca oferta editorial y los libros se agotan muy rápido”, señaló. Agregó que se impone la necesidad de convertirse en un nexo y, en ese sentido, las máquinas que imprimen los libros en la misma librería son una opción. “Pero tiene que ser masiva, y eso aún no funciona bien en algunas cadenas. Todavía no se ven resultados claros”, explicó Miszei.
Inicio de temporada escolar que no funciona
Miszei reconoció que los dos últimos años fueron “pésimos” y “algo nunca visto”, por lo que fue difícil proyectar esta difícil situación, pero ahora, de a poco, se están recuperando. Eso sí: contó que los docentes le han indicado que no se están pidiendo libros de texto en las escuelas para aliviar el bolsillo de las familias, lo que los perjudica.
“Queda en los directivos, porque en escuelas donde hay bajos recursos no se les están pidiendo libros a los estudiantes. Sacando eso, el año arrancó mucho mejor de lo que esperábamos. Las ventas no han comenzado, pero las consultas son muchas. Los que sí arrancaron a full son los textos en inglés, que son obligatorios, y la mayoría tienen como respaldo las plataformas digitales”, mencionó el comerciante.
Para terminar, dijo que la mayoría de los libros de texto para las escuelas se venden en las librerías al mismo precio y por eso se consiguen a precio de lista. Lo que tratan de hacer es ofrecer el pago en dos cuotas, por ejemplo.
Según el librero de Mendoza Libros, marzo será el último mes en que la librería tendrá sus puertas abiertas. “El 30 tenemos que entregar el local; nos queda esta semana y la semana que viene será para sacar el mobiliario. Si bien esta es una sucursal, no tengo espacio físico para llevarlo. Aprovecho la difusión para decirles a los colegios urbanomarginales que pueden hacerme una nota y se lo doy, no tengo lugar para llevarlo. Espero que el municipio me autorice, quiero poner mesones afuera para que no se pierdan los libros.
“Apostamos a la sabiduría, creo que la cultura es la fuente del conocimiento. Un pueblo que lee es un pueblo que piensa, que decide. Desgraciadamente, vemos en estos últimos años que el nivel educativo está cayendo”.
Otras librerías que también cerraron
En 2019, tras 61 años de existencia en la Ciudad, Simoncini Gomez cerró sus puertas. El comercio nació en otra dirección, muy cercana a la que tuvo hasta su cierre. En la esquina de las calles San Juan y Buenos Aires, funcionó desde 1958 hasta 1986. Luego se trasladó a San Juan 1317, siempre en Ciudad. Supo tener más de siete empleados.
En 2017, la papelería Clip, cuyo fondo de comercio era de Rubén Simoncini, decía adiós, apretada por la situación económica del país en aquel momento y que perduró hasta estos días. Ponían fin así a una historia de 40 años.
La librería de Rubén Simoncini, además, supo tener sucursales que también cerraron más atrás en el tiempo, en San Martín y en San Rafael.
Fuente: Los Andes / Radio Mitre
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