ANCA accesorios
Economía Social / Como muchas, Camila empezó cosiendo unas cartucheras. Su espíritu la llevó a no claudicar cuando el producto no tenía respuestas. Las ferias que propicia la economía social fueron su primer escalón. Hoy, disfruta de su crecimiento y se proyecta hacia el futuro con más canales de venta.
Camila Bracon tenía una idea sobre costura, sabía lo básico y alguna que otra vez se había hecho ropa. Mientras estudiaba Trabajo social en la UNCUYO, alternaba con trabajos temporarios para tener sus propios ingresos, pero una llama interna le decía que podía ir más allá. Hasta que un día, una propuesta simple como hacer unos presentes para las compañeras maestras de su madre terminó de encender lo que iba a ser su principal fuente de ingresos: Anca Accesorios.
Ese fuego la llevó a soñar con su propio negocio y a soñarse con su propio local. El primer paso fue confeccionar cartucheras y probarse en las ferias de artesanos y emprendedores que ofrecen las municipalidades
“Realicé un modelo con un tutorial y desde ahí empezaron a encargarme. Ahí empezó el emprendimiento”, dice Camila para identificar ese primer envió.
La flexibilidad para manejar sus tiempos la llevó a generar un stock y a empezar a circular en las ferias, a veces vendiendo y otras veces no. Con la ayuda de su familia, empezó a emplear un método. “Un día corto, otro día armo y otro día coso”, cuenta ya con la experiencia que le da identificarse hoy como un emprendimiento mendocino destinado al diseño, confección y comercialización de objetos textiles de organización y decoración.
Sus productos gustaron y probó dejando sus diseños “en consignación” en negocios de gente amiga. Hubo buena respuesta.
Pero llegó la pandemia y el confinamiento la obligó a repensarse y a la necesidad de empezar a generar otro canal que no sea la venta directa en ferias o negocios afines. Ya contaba con redes sociales de la marca, pero comenzó a capacitarse y se dio cuenta que necesitaba pegar un salgo de calidad en cómo se mostraba a las y los consumidores. Por eso empezó por lo básico e hizo un curso de fotografía, para que sus posteos empezaran a lucirse.
“Las redes las manejo yo -dice Camila-, hice algunos curso de marketing digital, mejoró la imagen y las ventas han aumentado”.
En poco tiempo, Anca creció. Empezó de la mano del entorno que propicia la economía social con distintas organizaciones, se sumó el rol importante de las políticas estatales y se agregó ese círculo próximo conformado por amigas y familia que le permitió sostenerse.
“Ser emprendedora es un estilo de vida, no es para cualquiera, no es fácil organizarse con el tema económico. Si lo querés para vivir, si querés plata, vas a tener que trabajar mucho”, resume la joven sobre el espíritu emprendedor.
Hoy, Anca accesorios sigue bajo el comando de Camila, pero logró que el taller esté separado de su casa y llegó a inaugurar su showroom, un anhelo que se concretó en poco tiempo. Así, con las ventas concentradas en las redes y en el local, lo próximo será la plataforma de venta digital.