Describen una nueva especie de tortuga del Cretácico
Fue identificada por un equipo del Conicet. El hallazgo amplía el conocimiento sobre la biodiversidad de la Patagonia del pasado. Fue encontrada en excavaciones realizadas en la Formación Portezuelo, Neuquén.
Caparazón de Baalemys mansillai. Foto: Gentileza gripo investigación.
Especialistas del Conicet describieron una nueva especie de tortuga quélida que habitó lo que hoy es la Patagonia durante el Cretácico superior (100-66 Ma). El animal fue identificado a partir de una caparazón excepcionalmente conservado, hallado en 2021 en la Formación Portezuelo, una zona que cuenta con una gran diversidad de fósiles, ubicada en Neuquén. El ejemplar recibió el nombre de Baalemys mansillai.
“Las tortugas quélidas pertenecen a la familia de tortugas pleurodiras, que son aquellas que esconden la cabeza dentro del caparazón de manera lateral. Suelen habitar cuerpos de agua dulce como ríos, arroyos, pantanos y lagunas. Actualmente, en Argentina tenemos este grupo de tortugas y las podemos encontrar principalmente en la región noroeste del país. En el pasado geológico, estas tortugas habitaron las provincias patagónicas”, comenta Mariana Sarda, becaria doctoral del Conicet en el Instituto de Evolución, Ecología Histórica y Ambiente (Idevea, Conicet-UTN) y autora del estudio publicado en Historical Biology.
Tortuga de agua dulce
El animal fue descubierto en un yacimiento ubicado en la costa norte del Lago “Los Barreales” por Juan Mansilla, técnico del parque Geo-Paleontológico “Proyecto Dino”. Pero fue el paleontólogo, Jorge Calvo, fundador y primer director del parque, quien convocó al equipo de especialistas del Conicet para realizar el estudio de las tortugas de la zona, denominada “Baal” (deidad de la fertilidad venerada en Canaán), y que da nombre a las especies halladas en ese lugar. Por eso, Baalemys mansillai, se compone de “Baal” y “emys” que proviene del griego antiguo y significa “tortuga de agua dulce”. El nombre de la especie “mansillai” es un homenaje al técnico Mansilla.
Del ejemplar se encontró el caparazón completo, incluido su caparazón dorsal y el plastrón (parte ventral). El estudio de sus características, realizado por Sarda, junto al investigador del Conicet en el Idevea, Ignacio Maniel, permitió descubrir que se estaba ante un nuevo género y especie dentro de las tortugas pleurodiras.
“Los caparazones y plastrones de las tortugas están compuestos por muchas placas óseas individuales que tienen diferentes formas y en los huesos quedan las marcas de los escudos que las recubrían en vida. Notamos que la combinación de formas de las placas y los escudos de Baalemys no eran iguales a ninguna otra conocida y, además, los huesos poseen una ornamentación que forma un patrón que no habíamos visto en ninguna otra tortuga del Cretácico de Argentina”, comentan los especialistas.
Mariana Sarda y Jorge Calvo e Ignacio Maniel en el Sitio Baal. Foto: Gentileza grupo investigación.
Un hallazgo clave
El hallazgo de Baalemys mansillai es un aporte al conocimiento de la fauna del Cretácico de la cuenca neuquina y, por extensión, de toda la región patagónica. Su descubrimiento no solo amplía la lista de especies conocidas, sino que también ayuda a comprender mejor la evolución y diversificación de las tortugas pleurodiras. “Baalemys es importante ya que es la tercera tortuga descubierta en la Formación Portezuelo y la segunda tortuga quélida de esa zona. Nos aporta valiosa información sobre la diversidad de las tortugas en ese tiempo y lugar, presentando características que no habíamos visto antes en las tortugas del Cretácico de Argentina, como la ornamentación de los huesos”, cierra Sarda.
“Los hallazgos de nuevos taxones en el registro fósil nos ayudan a conocer mejor el acervo patrimonial y cultural de nuestro país y puede colaborar a entender la evolución de nuestra biodiversidad, nuestro ambiente y nuestro clima”, concluye Maniel.
Fuente: Prensa Conicet
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