La directora de Cuidados Alternativos de la Dinaf, Belén Canafoglia, aseguró que existen demoras judiciales para determinar el estado de adoptabilidad de los pequeños y que se inicie el proceso.

La funcionaria explicó que para iniciar un proceso de adopción se deben agotar todas las instancias en dos etapas: la primera, cuando el OAL toma medidas para que la familia modifique las conductas que ponen en peligro al chico o que violan sus derechos, y la segunda, cuando recurre al ingreso a un hogar estatal y en esta etapa –que se puede extender hasta 180 días– tampoco se logra una modificación.

Canafoglia explicó que en los casos en que la revinculación es inviable, se solicita a la Justicia de Familia que determine la situación de adoptabilidad del niño o la niña. Es en esa etapa en la que se lentifica el proceso, ya que de acuerdo con la funcionara, la decisión se demora entre ocho meses y un año, lo que se puede extender un año más si la familia de origen apela cuando la magistrada aprueba el inicio del proceso.

Cuando la Justicia de Familia da el visto bueno para que avance el proceso, interviene el Registro Único de Adopción (RUA), que brinda los nombres de las personas que pueden comenzar una vinculación con el pequeño. Se inicia el proceso con visitas en los hogares, con salidas y luego con estadías en la casa.

Unos 240 niños pasaron su infancia en hogares estatales

La situación va en contra de lo estipulado en la ley que protege sus derechos, que marca plazos concretos. La DINAF analiza cada caso.

Luego de esa instancia de vinculación, algunos  chicos y chicas se quedan en su nueva casa y otros regresan (el 10 %), ya sea porque no se sienten cómodos o porque los adultos aseguran no poder cumplir con esa responsabilidad. En 2016 la Dinaf concretó 78 vinculaciones; en 2017 fueron 75, y de ese total, el 10 % volvió a los hogares estatales.

Canafoglia destacó la importancia que tiene la decisión de los chicos, ya que se escucha su deseo, especialmente a partir de los ocho años. La psicóloga comentó que hay adopciones más complejas, ya que en los hogares hay 37 grupos de hermanos que se intenta no separar y que tienen distintas edades. A eso se suman chicos y chicas que tienen alguna discapacidad física o mental y que necesitan más estimulación y cuidados.

“La diferencia que puede hacer el vivir en una familia es sustancial. Un chico que tiene, por ejemplo, una discapacidad, con la estimulación necesaria tendrá una vida plena”, recalcó Canafloglia.