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19 DE DICIEMBRE DE 2024
Un grupo de especialistas coincidió en la necesidad de mejorar el acceso a través de cambios que impriman dinamismo al sistema, así como replantear las estrategias de articulación con la secundaria.
FOTO: Victoria Gaitán.
Hace cien años, los estudiantes cordobeses plasmaron en un manifiesto los aspectos centrales de la Reforma Universitaria. Del mismo modo, hoy se podría elaborar uno nuevo con los desafíos actuales: democratizar el acceso a la formación superior pública y gratuita e imprimirle dinamismo a un sistema estructurado, poco flexible, que no acompaña a los estudiantes en la construcción de sus propios trayectos.
Un grupo de referentes en la temática puntualizó esos aspectos como los desafíos centrales de la universidad pública como lineamientos que incluirían en ese nuevo e imaginario manifiesto, además de la necesidad de replantear las estrategias de articulación con el nivel secundario. En esa visión coincidieron la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Josefina Mendoza; los rectores de las universidades nacionales de Avellaneda, Jorge Calzoni, y de Córdoba, Hugo Juri; el decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la misma casa de estudios, Juan Conrero, y el exrector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Guillermo Jaim Etcheverry.
Calzoni, Juri y Conrero opinaron sobre los desafíos de la universidad durante la III Cumbre Académica América Latina y el Caribe, que se realizó en abril, en Córdoba. Por su parte, Mendoza y Jaim Etcheverry lo hicieron en Buenos Aires, todas entrevistas realizadas por el director de Radio U, Juan Villalba, para Unidiversidad.
La fuerza del movimiento estudiantil
Pasaron cien años desde aquel 15 de junio de 1918, cuando los estudiantes cordobeses irrumpieron en la universidad para impedir que se consumara la elección del rector y declararon una huelga general. Ese movimiento, que se extendió a las provincias y a los países de América Latina, fue conocido como Reforma Universitaria y produjo cambios en los estatutos y leyes que consagraron la autonomía universitaria, el cogobierno (ya que estableció la participación de los estudiantes) y los concursos de oposición, entre otros aspectos.
A cien años de la Reforma, Josefina Mendoza –la primera mujer en liderar la Federación Universitaria Argentina (FUA)– consideró que el movimiento estudiantil sigue siendo clave para defender a la universidad e impulsar modificaciones. Dijo que el desafío actual es lograr que más argentinos accedan a la universidad porque consideró que, más allá del carácter público y gratuito, es muy poca la población que ingresa debido a una combinación de factores culturales, económicos y educativos.
Para la dirigente, el objetivo de ampliar el acceso está íntimamente relacionado con uno de los mayores desafíos: implementar la educación virtual a distancia. “Hoy la universidad pública no tiene una alternativa como esta, porque si vos trabajás 8 horas no podés ser un alumno universitario. La realidad es que eso es imposible en la universidad pública. El sistema te termina expulsando”.
El rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Juri, consideró que la época en que se gestó la Reforma es comparable con la actual en el sentido de que el mundo vive un proceso de cambio marcado por la cuarta revolución industrial y el acelerado avance tecnológico, que acarrea beneficios, pero también peligros. Dijo que esta realidad coloca a la universidad en el centro de la escena y la pone en la obligación de ayudar a la sociedad a transitar el proceso, a que se adapte a las nuevas formas de trabajo y nuevos conocimientos. “Nosotros tenemos la obligación de hacer algo. Estamos bastante bien en las carreras tradicionales, en la formación de grado y posgrado, pero tenemos que llegar a colectivos sociales a los que nunca hemos llegado, que no han sido los tradicionales de la universidad, como los trabajadores full time. Tenemos que darles tramos de conocimiento para sostenerse en sus trabajos”, sostuvo.
Para el decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Córdoba, Juan Conraro, la única forma de ampliar el acceso es imprimir dinamismo a un sistema muy estructurado. Dio ejemplos de cómo hacerlo: carreras flexibles, modificación ágil de los planes de estudio, un sistema de crédito de saberes y la posibilidad de cambiar el foco del conocimiento que se imparte, teniendo en cuenta que las carreras y los trabajos que hoy brindan se modificarán a futuro. "La reforma que necesita el sistema educativo superior es dinamismo, es educación a distancia manteniendo la calidad, tratando de que la persona pueda construir su trayecto y llegando a todas las comunidades, porque hoy no todos acceden a la educación pública”, explicó.
El rector de la Universidad de Avellaneda, Jorge Calzoni, consideró que la universidad debe poner en marcha acciones concretar para ampliar el acceso: eliminar la cátedra, acreditar saberes previos, tener diseños curriculares flexibles para que haya una movilidad en serio y poner en la currícula la extensión universitaria. Comentó que en la institución que preside, esta última es una asignatura obligatoria, ya que los jóvenes realizan trabajo social comunitario desde el primero hasta el último año.
Lo que la Reforma nos dejó
En 1918, la Asamblea Universitaria sienta con una huelga general las bases que revolucionaron el rol social de la universidad pública. Cien años después su legado toma nuevos caminos.
Guillermo Jaim Etcheverry planteó la necesidad de alertar a la ciudadanía sobre los problemas educativos para que sea un tema que se discuta en la casa.
“Hablo del país de los huérfanos porque a estos hijos que tienen tantas dificultades en las evaluaciones nadie los reconoce. Hay que hacer un replanteo, la problemática debe estar dentro de las cuatro paredes de nuestras casas”, expresó el científico, quien agregó que la principal dificultad que nos afecta es el “desinterés y falta de reconocimiento social de la crisis”.
El exrector de la UBA Guillermo Jaim Etcheverry explicó que las herramientas tecnológicas son fundamentales en el mundo actual, pero recalcó que no reemplazan los saberes básicos, por lo que destacó la necesidad de volver a ellos. Según el académico, la escuela tiene que ir en contra de esta cultura de la aceleración y enfocarse en las competencias básicas que permiten comprender lo que se lee o tener capacidad de abstracción.
“La tecnología no va a mejorar el nivel de la educación, pero sí lo harán los maestros”, afirmó Jaim Etcheverry, para quien la escuela debería ser un ámbito en el que se conserven las herramientas fundamentales, como el libro: “La lectura es la puerta de entrada al tiempo lento del humano, el de la reflexión e imaginación. Los chicos tienen derecho a conocer que existe esa dimensión temporal, a conocer sus habilidades y lo que son capaces de ser”, señaló.
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