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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Con 75 años se recibió de trabajadora social. Emoción por la mujer que demostró que, a pesar de las adversidades, sí se puede.
Foto: Axel Lloret
El martes 13 de octubre quedará para siempre en la memoria de Delia Rosas. No como un día de malos augurios y mala suerte, como dicen las costumbres por el martes 13, sino como el día que logró uno de sus sueños más anhelados. La mujer de 75 presentó la tesis y se recibió de Licenciada en Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNCUYO.
Acompañada de su familia, la flamante licenciada hizo una exposición de una hora, en la que mostró los resultados de su trabajo de grado sobre la relación que existe entre creación de ciudadanía y juventud. La problemática no es nueva para ella. Desde que ingresó a la Facultad sintió la necesidad de ayudar a los jóvenes y el ámbito universitario le brindó las herramientas necesarias para poder cumplir con su objetivo.
“Cuando empecé la facultad, en la materia política social me surgió la idea de ciudadanía y autonomía. Me preguntaba por la relación entre pobreza y autonomía. Yo suponía que ser pobre implicaba no ser autónomo. Todo lo relacionaba con lo económico. Luego entendí que, a pesar de tener de las necesidades básicas satisfechas, podés no tener autonomía”, recordó.
Delia se mostró feliz y entusiasmada por finalizar la carrera. La mujer recordó que no fue fácil llegar hasta ese lugar. Proveniente de una familia muy humilde de San Rafael, a los 13 años tuvo que dejar la escuela primaria y trabajar en una fábrica de conservas por pedido de la madre. “Nunca me quejé, pero lloré mucho. Mi madre era viuda. Nadie estudiaba y tenía que estudiar”, rememoró.
Delia se casó y tuvo nueve hijos, todos recibidos de carreras universitarias. A los 55 comenzó la secundaria en un CENS de ese departamento. Ahí floreció su pasión por el trabajo social, que vio sus frutos en el cursado universitario. A los 62 ingresó a la Facultad. Recuerda: “El primer año me fue difícil, porque viajaba desde San Rafael. No me enteraba de las noticias de la Facultad y por eso estaba muy desubicada. Rendí tres veces mal, y de ahí nunca más. De a poco fui agarrando el ritmo”.
La licenciada remarcó que la energía de los jóvenes le dio fuerzas y aprendió nuevas formas de trabajo. Delegada de curso en varias oportunidades, Delia admitió que, producto de la época que le tocó vivir, fue una madre muy severa pero, gracias a la Facultad, hoy tiene una actitud optimista respecto de las nuevas generaciones. Indicó además que para muchos ella es como una madre. “Entré con muchos prejuicios y se me fueron yendo gracias a los compañeros. Me hizo muy bien tratar con gente joven. Yo venía de otra camada muy conservadora, pero pude entender a los jóvenes. No creo que la juventud esté perdida. Sé que se bancan porque los veo trabajando”, aseguró entusiasmada.
Delia agradeció la compañía de la familia y de la Universidad Nacional de Cuyo; en particular, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por permitirle cumplir el sueño de su vida. “Estoy muy agradecida a la Universidad Nacional de Cuyo. Durante 5 años me dio una beca de ayuda económica y ampliaron el plazo de edad para que pudiera hacer la pasantía. Mi marido me decía '¡Para qué vas a estudiar!´. Nunca me frenó pero siempre me tuvo paciencia”, agregó emocionada.
El trabajo de Delia no termina con haber obtenido el título de licenciada. La mujer pretende seguir investigando y trabajar en el ámbito educativo, aportando desde su formación académica soluciones a los problemas de los jóvenes. Indicó que brindará talleres para que los jóvenes puedan desarrollar una visión crítica y hacer uso de la ciudadanía.
El acompañamiento de la facultad
Desde la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Cuyo resaltaron el trabajo que desarrolló Delia para obtener su título y el apoyo que brindaron desde la institución. Silvia García, vicedecana de la Facultad, expresó: “Estamos muy emocionados de que Delia haya terminado con el sueño de la carrera. Esto forma parte de la política de inclusión que siempre existió en la universidad y en la facultad. Se busca incluir a las personas que quieren estudiar, No importa la condición, edad, y facilitarle a los estudiantes el ingreso y la permanencia en la facultad”.
En este sentido, la funcionaria aseguró que el título de Delia puede servir de ejemplo para otros estudiantes que se encuentran en esa situación. “Ojalá esto sirva de estímulo para la gente que tiene ganas y piensa que ya pasó su momento. A los adultos se les brinda el acompañamiento que ellos requieran, porque la idea es colaborar para que todos puedan tener su título".
Laura Montes y Liliana Grisi, profesoras de Abordaje Familiar y Abordaje Comunitario y Grupal, respectivamente, fueron las directoras de tesis de Delia. Ambas recalcaron el empeño de la mujer y su voluntad a tan avanzada edad.
“Es un trabajo que Delia hizo con una minuciosidad crítica y paciente. La hemos acompañando en diversos tramos. Hemos monitoreado el trabajo y lo concluyó con éxito. Ha realizado una indagación teórica y una elaboración acerca de la temática de la cuidad emancipada que resultó muy novedoso", remarcó Grisi. Por su parte, Laura Montes se mostró emocionada porque “el caso de Delia demuestra que cuando se quiere, se puede”.
La familia, un gran pilar
Delia tuvo nueve hijos, todos recibidos de carreras universitarias. Todos tienen diversas profesiones. Hay dos trabajadoras sociales, psicóloga, fonoaudióloga, odontóloga, profesor de educación física, profesor de inglés, contadora y profesor de lengua y literatura.
Todos destacan el coraje y la constancia de su madre para educarlos y luego obtener su propio título. Su marido, Pedro, de 78 años, no ocultó sus lágrimas y aseguró que la seguirá acompañando en los proyectos futuros en San Rafael.
“Fue muy natural. Ella estudiaba y nosotros seguíamos con nuestra vida. Tuvo los desafíos de todo estudiante: micros, escaleras, trámites. Siempre la apoyamos y tratamos de estar con ella. No nos dimos cuenta del paso del tiempo. Ella seguía cuidando la casa, cumpliendo con su marido y los nietos”, resaltó Guadalupe (49), hija de la mujer y primera en recibirse.
Otra hija de Delia, Gloria, manifestó emocionada que el caso de su madre es un ejemplo. “Hay tantas personas deprimidas, solas o en geriátricos a esa edad, y ella frente a profesoras dando la tesis. Con el caso de mi mamá vemos que, cuando hay motivación, no hay límite de edad”.
El trabajo de Delia no termina con haber obtenido el título. Planea dar talleres en las escuelas y continuar investigando sobre la construcción de ciudadanía, porque es la única manera de obtener “una sociedad más justa”.
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