Debatir la eutanasia en Argentina: “Llevo 24 años padeciendo y quiero paz”
Un hombre que desea morir contó su historia a Unidiversidad. Por un caso similar al de él, una legisladora y un médico impulsan un proyecto de ley en el Congreso.
Manifestantes a favor de la aprobación de la ley de eutanasia en España (Foto: El País).
Las personas que gozan de buena salud pueden hacer planes a futuro. Aquellas que estudian lo hacen para poder recibirse y tener un buen trabajo. Quienes están trabajando necesitan subsistir, pero también, si alcanza, usarán ese dinero para adquirir un auto, una casa o irse de vacaciones en algún momento. Es decir, siempre hay una zanahoria adelante que nos impulsa a dedicarnos a algo; nuestra profesión, ese “qué” al que nos dedicamos.
Pedro –como lo llamaremos en esta nota– ve todo eso desde afuera. “Yo a mi futuro ya lo tengo firmado. Yo ya sé que voy a tener Alzheimer y Parkinson”, cuenta. Pedro es un empresario de 32 años que quiere morir.
Su voz suena muy firme cuando lo cuenta por teléfono a Unidiversidad. Forma parte de una comunidad de personas que impulsan en Argentina el proyecto de legalización de la eutanasia, que todavía no pudo llegar a la Cámara de Diputados, pero que de a poco empieza a resonar en los medios de comunicación.
Tiene una epilepsia no convulsiva desde los 8 años. Se llama crisis de ausencia y se la descubrieron recién cuando tenía 24. Según cuenta, los 16 años que estuvo sin tratar su enfermedad le provocaron daños irreversibles. “Cuando me encontró la epilepsia, el médico me dijo: ‘Macho, empezá a disfrutar la vida. Vos no vas a tener una vejez digna porque ya tenés Alzheimer y Parkinson’”.
“Me quedé solo”
Antes de descubrir su condición, Pedro tenía una vida muy alejada de la "normalidad". Desde muy chico, padecía episodios en los que se quedaba inconsciente, algo que caracteriza a la crisis de ausencia (de ahí su nombre). Por eso, fue estigmatizado por las demás personas. Además, contó que su familia está metida en una "secta religiosa" y que él no se lleva bien con ellos.
“Tengo amigos que son incondicionales, pero no les puedo contar lo que tengo porque yo sé que se van a alejar”, asegura. Por eso, pidió que su verdadero nombre y su lugar de procedencia no sean especificados en esta nota, aunque sí accedió a revelar el resto de la información.
El anterior grupo de amigos, el que tuvo desde la adolescencia, dejó de frecuentarlo cuando se enteró de su epilepsia. “Mi enfermedad iba in crescendo y ya me volví un poco denso naturalmente. Este grupo de amigos, cuando encontró la enfermedad, decidió alejarse y me quedé solo”.
La dependencia emocional a la que hace referencia Pedro consiste en “una necesidad de que la gente esté muy cerca de vos y de que te entienda. Eso te hace apegarte y te hace volverte denso”, explica.
Foto: EFE
Una decisión tomada
Entre las banderas que enarbola el movimiento que impulsa la ley de eutanasia en Argentina está la de la libertad de elección y la libre disposición del propio cuerpo, algo que lo emparenta con la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. De hecho, quienes la impulsan hablan de Interrupción Voluntaria de la Vida (IVV).
Lo que más pesa para querer morir es la posibilidad de, simplemente, dejar de sufrir. “No encuentro ninguna salida. Por ahí, la gente que no está pasando por esto no entiende, dice: ‘¿Por qué quieren la eutanasia, por qué uno se quiere suicidar?’... y no, realmente no es así. Uno lo que quiere es terminar con tanto sufrimiento, uno lo que quiere es encontrar la paz. Ya llevo 24 años padeciendo esto y quiero paz. Más que nada, quiero paz”, resume Pedro.
“Las personas que me pueden ayudar no me quieren ayudar porque me quieren salvar; no me entienden”, cuenta el joven.
La búsqueda de Pedro es la búsqueda de varias personas. El grupo de Facebook “Eutanasia: Derechos y Final de Vida” tiene más de 2000 integrantes y periódicamente alberga historias como la de él.
Es muy conocido en Argentina el caso de Alfonso Oliva, un joven cordobés que fue diagnosticado con ELA a los 31 años y fue perdiendo facultades con el correr del tiempo. Fallecido en 2019. Su insistencia para que haya una norma que permita la eutanasia inspiró a la diputada Gabriela Estévez y al médico Carlos Soriano, que lo conocieron, a escribir el proyecto de ley. Sin embargo, este todavía no llega al Congreso de la Nación.
Alfonso Oliva, inspirador del proyecto de ley de eutanasia. Foto: Infobae
El psicólogo y titular de la Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario a las Trayectorias Escolares (Doaite), Miguel Conocente, opinó que la lucha por la Ley Alfonso –como se la conoce entre quienes la impulsan– “tiene que ver con el respeto que se tiene acerca de la decisión de otro sobre su vida. No entiendo el forzamiento desde lo legal. Si es una decisión que se ha tomado con plena conciencia, en función de sus facultades, ¿por qué no? ¿Cuál sería el parámetro para decir: ‘Usted va a seguir viviendo en sufrimiento porque el Estado lo define así’?”.
Está claro que no todos los profesionales de la salud piensan como Conocente. Él explicó que hay formaciones médicas que entienden que se debe sostener la vida “a como dé lugar”, y que su valor intrínseco hace que las personas no puedan decidirla. “Desde esa lógica, habría que convencer, forzar, buscar la forma de que una persona que quiere morir deponga su decisión”, razonó Conocente.
No obstante, para el psicólogo y funcionario de la Dirección General de Escuelas, la opción de quitarse la vida es respetable “en tanto y en cuandto esta haya dejado de ser algo significativo, haya dejado de ser algo placentero y haya dejado de ser algo que tenga alguna proyección”.
El caso de Pedro se ajusta bastante a esa posición. Decidido, cuenta que, llegado el momento, grabará un video o escribirá una carta, y tomará la decisión. Antes, acomodará sus asuntos personales y dejará a alguien a cargo de su oficio para que su muerte repercuta lo menos posible en las personas que emplea en sus emprendimientos.
“Y bueno, el futuro… por ahí las demás personas, como por ejemplo vos, calculo, pueden hacer acciones en el día a día que cambien o que modifiquen su futuro. Yo a mi futuro ya lo tengo firmado. Yo voy a tener Alzheimer y Parkinson –asume Pedro–. Ya lo noto: generalmente, a las noches tengo muchos temblores, y tengo olvidos todos los días. Más que nada, eso me lleva a decir que a la vida no la puedo disfrutar. No la disfruté y ya no la voy a disfrutar”.
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