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07 DE NOVIEMBRE DE 2024
El hijo del fundador del Instituto Académico, situado en Bariloche, recibirá este martes un reconocimiento de la Fundación Bunge y Born por su labor científica y su trayectoria dedicada a la física. En una entrevista con el diario La Nación, habla de la "belleza de la ciencia", la curiosidad heredada y su descubrimiento molecular.
Carlos Balseiro. Foto: diario La Nación.
Carlos Balseiro es uno de los cuatro hijos del fundador del Instituto Balseiro. Este año se consagró como el ganador nada menos que del premio Bunge y Born, una de las recompensas más importantes que se entregan a científicos en actividad en América Latina.
"Es difícil cambiar el mundo, pero yo pensé que quedarme en Bariloche era un poquito cambiar el mundo", larga Carlos durante una extensa entrevista que le concedió al matutino porteño. Es que Balseiro asegura que no hace falta irse al exterior para sentir que uno puede ser reconocido. Extraña conclusión para un hombre que, desde hace años, no ha cesado de recibir ofertas para residir en universidades de todo el mundo y empresas multinacionales.
El jurado encargado de evaluar las postulaciones estuvo integrado por Juan Pablo Paz, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA; Francisco de la Cruz, Mariana Weissman y Daniel Bes, de la CNEA; Gabriela González, vocera del experimento LIGO, que detectó por primera vez ondas gravitacionales; Serge Haroche, Premio Nobel de Física 2012 e investigador del Collège de France, y Matías Zaldarriaga, físico argentino que trabaja en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en los Estados Unidos.
Balseiro Jr. se autodefine como físico teórico. Trabaja en materia condensada, específicamente en electrónica molecular: estudia cómo circulan corrientes a través de moléculas. "Uno imaginaría que una molécula de ADN es, en última instancia, un cable muy finito y que los procesos que uno sabe que se dan en los cables deberían darse en las moléculas –explica–. Pero no es así: en estas aparecen fenómenos nuevos en los que rige la mecánica cuántica. Nuestra intención es entender con profundidad cómo son esos procesos físicos. Hay quienes, con más imaginación, piensan que algún día vamos a tener electrónica de plástico o de tejido orgánico. Cuando uno hace pasar corriente por moléculas de ADN que tienen esa estructura de tornillo, aparecen fenómenos magnéticos inesperados, sorprendentes", explica el científico.
Y entre varias preguntas, Carlos Balseiro responde, sobre qué tanto influyó el ambiente familiar y el hecho de haber frecuentado desde chico los claustros del Instituto junto a su padre. "En el colegio no fui un buen alumno, pero no me costaba nada la matemática. Yo les explicaba a mis compañeros y ellos me hacían la prueba de literatura. No me gustaba leer, algo de lo que después me arrepentí. Me hice lector ya de grande y siento que me perdí muchos años de lecturas. Supongo que fue eso lo que me llevó hacia la ciencia. Mi padre se murió a los 42 años. Mi madre, una mujer muy especial, se quedó sola con cuatro chicos. Era profesora de matemática. Nunca nos dijo que teníamos que estudiar, pero de alguna manera nos transmitió algo, porque los cuatro fuimos a la universidad. Mi hermano es biólogo y mis hermanas son arquitectas. En mi casa se hablaba de mi padre como una figura imponente, pero nunca hubo una presión explícita para hacer esto o aquello", asegura.
¿Y hoy, después de una vida dedicada a la investigación, hubiera preferido otra cosa?
"No sé si me hubiese dedicado a otra cosa", suelta el argentino cuando se le pregunta por la posibilidad de otro destino. "Creo que uno disfruta de lo que hace si las cosas le salen razonablemente bien. A mí me gusta mucho hacer física. Disfruto mucho. Uno se divierte. Y sentarse con estudiantes ya graduados, que están haciendo el doctorado, que a uno lo desafían... sentarse frente a un pizarrón con una tiza, discutir... es lindo".
Para leer la entrevista completa, hacé clic en el enlace.
El otro ganador también es del Balseiro
Además de Carlos Balseiro, otro de los científicos que recibirá el mayor reconocimiento científico que se da en América Latina es Gonzalo Torroba, un joven docente del mismo instituto barilochense. Ambos son físicos teóricos e investigadores del Conicet en el Centro Atómico Bariloche.
Gonzalo Torroba, que recibió el premio Estímulo a Jóvenes Científicos, tiene 36 años y se formó en el Instituto Balseiro, donde obtuvo el mejor promedio en la Licenciatura y Maestría en Física (2003). En 2009 se doctoró en la Rutgers University de Nueva Jersey. Fue investigador postdoctoral en el grupo de Física de Altas Energías de la Universidad de Stanford entre 2009 y 2014. Este año regresó a la Argentina e ingresó al Grupo de Partículas Elementales del Centro Atómico Bariloche, en su calidad de Investigador Adjunto del Conicet, y en la actualidad se desempeña como jefe de Trabajos Prácticos del Instituto Balseiro. Así describió su perfil este lunes 29 el sitio oficial del Instituto científico Balseiro.
Se destaca como formador de recursos humanos en la organización y participación de seminarios y conferencias, en el ámbito nacional y en el exterior. Ha realizado 48 publicaciones científicas en revistas internacionales con referato del más alto impacto, incluyendo JHEP, Physical Review D, Physical Review Letters, Physical Review B, Classical and Quantum Gravity, Physics Letters B, Journal of Physics A. Sus trabajos fueron citados 1010 veces.
Balseiro y Torroba. Ambos son egresados del Instituto del mismo nombre en Bariloche y multipremiados investigadores del Conicet.
El premio, el más ansiado por los científicos
Para la comunidad, se trata del premio científico más importante que entrega una entidad privada, por su monto y su prestigio, y desde 1964 se entrega anualmente a investigadores consagrados en el país.
Jorge Born (h), presidente de la Fundación Bunge y Born, lo ha repetido hasta el cansancio y el año pasado no fue la excepción: "La distinción alcanzada por logros científicos de alto prestigio es siempre un acontecimiento para celebrar, por eso vale la pena destacar que, desde hace 53 años, el premio Fundación Bunge y Born tiene como finalidad reconocer y estimular a investigadores por la trascendencia de sus aportes científicos y por su contribución a la formación de recursos humanos”.
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