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El presidente de Estados Unidos, durante un encuentro político en Iowa, demostró su evidente ceguera respecto al país antillano y ahora acusó al gobierno cubano de tratar de manera “terrible” a las mujeres.
Una científica del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba realiza pruebas de laboratorio en la sede de la institución en la ciudad de Camagüey. Foto: Jorge Luis Baños / IPS.
Unidiversidad / Por Sergio Alejandro Gómez para Granma
Publicado el 28 DE JUNIO DE 2017
Donald Trump ha vuelto a la carga con Cuba. El presidente de Estados Unidos demostró, una vez más, su evidente ceguera respecto a Cuba y ahora acusó al gobierno de ese país de tratar de manera “terrible” a las mujeres. Durante un encuentro político en Cedar Rapids, Iowa, el inquilino de la Casa Blanca, altamente cuestionado por sus numerosos comentarios sexistas, racistas y misóginos, señaló a La Habana como un lugar hostil para la vida de las mujeres.
En línea con los anuncios del pasado 16 de junio, cuando canjeó la política hacia la Isla a la extrema de la Florida por unos cuantos votos a su favor en el Congreso, Trump retomó el tema Cuba con igual desconocimiento.
Contrario a lo que sucede en Estados Unidos en materia de empoderamiento femenino, la Mayor de las Antillas tiene mucho que mostrar.
Las palabras de Donald Trump contrastan con la realidad de la mujer cubana y, en general, con los principios de dignidad y emancipación para todos que triunfaron en enero de 1959. El magnate-presidente, involucrado en varios escándalos por sus comentarios hacia las mujeres, desconoce que la igualdad de género y la autonomía de la mujer son uno de los logros más preciados de la Revolución.
Las cubanas no solo son beneficiarias de plena igualdad de derechos, sino que cuentan además con acceso universal y gratuito a la educación y a la salud, a un sistema de atención a la familia y a servicios en materia de salud sexual y reproductiva, incluyendo la planificación familiar, a licencia de maternidad pagada y salario igual por trabajo igual en relación con los hombres.
Donald Trump se atrevió a cuestionar el reconocimiento internacional ganado por Cuba en cuestión de empoderamiento femenino, sin tan siquiera mirar un poco las cifras, que en nuestro caso son contundentes. En Cuba, las mujeres representan el 48 % de las personas ocupadas en el sector estatal, mientras que una cifra similar ocupa altos cargos de dirección.
La agencia de las Naciones Unidas para la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres (ONU Mujeres) se refiere constantemente al ejemplo de Cuba como una sociedad que ofrece plenitud de facilidades al sexo femenino y acceso igualitario. Las cubanas poseen además valiosas oportunidades de trabajo, participación y liderazgo. Dentro de las Asamblea Nacional del Poder Popular, tienen una representación del 48,86 %, por lo que su contribución al diseño de las políticas para la conducción y perfeccionamiento del sistema socialista es más que evidente.
En el contexto latinoamericano y caribeño, donde los hombres ganan en promedio el 19 % más que las mujeres y el 55 % de los empleos femeninos está en el sector informal, en Cuba integran el 78,5 % del personal de salud, casi la mitad de los investigadores científicos y más del 66 % de la fuerza de mayor calificación técnica y profesional del país. Cerca del 60 % son graduadas de Educación Superior, de acuerdo con cifras oficiales.
Con afirmaciones carentes de toda credibilidad, se intenta obviar el trabajo de la nación cubana y específicamente de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), una institución con más de 4 millones de afiliadas actualmente, el 90,6 % con más de 14 años, exaltada mundialmente por su labor en la defensa y construcción de un marco de bienestar para las damas.
Una revolución dentro de otra revolución
Tan solo ocho meses después del triunfo de la Revolución, la situación de la mujer cubana comenzó a cambiar.
Bajo la dictadura de Fulgencio Batista (1952 a 1958), la mujer representaba solo el 17 % de la población laboral activa y en la mayoría de los casos su papel se limitaba al de ama de casa. Ellas, además, eran mayoría entre los más de 800 mil analfabetos que existían en ese entonces.
Desde los inicios del proceso liderado por Fidel Castro, fue prioridad la generación de políticas públicas para avanzar en la inclusión y el despliegue de las potencialidades de las cubanas, por lo que el 23 de agosto de 1960 quedó constituida la FMC, con Vilma Espín Guillois como presidenta. Se abrió allí una nueva etapa en la vida de las mujeres cubanas. Se cerró allí un capítulo ignominioso de la historia de Cuba.
“La mujer es una Revolución dentro de la Revolución”, expresó Fidel aquel día histórico, y llamó a “trabajar, a organizar y a poner en actividad el espíritu creador, el entusiasmo de la mujer cubana, para que la mujer cubana, en esta etapa revolucionaria, haga desaparecer hasta el último vestigio de discriminación; y tenga, la mujer cubana, por sus virtudes y por sus méritos, el lugar que le corresponde en la historia de la Patria”. Palabras que difícilmente Donald Trump conozca y pueda entender.
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