De qué hablamos cuando hablamos de fuga de capitales
El tema está en boca de todos, pero poca gente sabe exactamente de qué se trata esta maniobra que genera pérdida de reservas en el Banco Central, devaluación del peso e inflación.
Ilustración: Télam
Para el trabajador común, fuga de capitales es lo que le sucede cuando tiene que pagar el alquiler, los gastos fijos o ir al supermercado, y ve cómo desaparecen sus billetes en un visto y no visto. En términos económicos, en realidad, poco y nada se sabe de una maniobra que genera pérdida de reservas en el Banco Central, devaluación del peso e inflación, es decir, el abecé de los problemas económicos que tenemos las y los argentinos.
El tema está en el candelero por un proyecto de ley que pergeñó Cristina Fernández de Kirchner para que la deuda que el expresidente Mauricio Macri tomó con el Fondo Monetario Internacional sea pagada –aunque sea en parte– por los que fugaron al exterior parte de esos dólares. Incluso, la vicepresidenta le contó en una reunión su plan al embajador de Estados Unidos en la Argentina, Marc Stanley. La iniciativa, presentada con la firma de la mayoría del bloque del Frente de Todos, comenzará a ser debatida este miércoles en un plenario de Comisiones de la Cámara de Senadores.
Que se sepa poco y nada de fuga de capitales no es una casualidad: es adrede. Mucha gente, influida por los medios de comunicación hegemónicos, cree, según dijo a Télam el exbanquero Hernán Arbizu, que si tuviera la posibilidad, también fugaría dinero, y no mira con demasiado desdén uno de los principales problemas que tiene el país.
Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de fuga de capitales? Esta nota pretende ser lo más pedagógica posible, pero la definición no está exenta de matices.
Simplificar para entender
Se puede afirmar, como sostiene la contadora pública, magíster en economía política y profesora de la UBA Magdalena Rúa, que “se conoce como fuga de capitales la salida de moneda extranjera al exterior, de propiedad de residentes locales, que no tiene que ver con fines productivos y está asociada a atesoramiento, especulación o inversión en el exterior”. Esa fuga puede ser legal, si está declarada, e ilegal si no lo está. Según Arbizu, el tríptico de “aliados” que tiene en la Argentina para que sea posible está formado por "la desinteligencia, la falta de enfoque y complicidad” de gobiernos y organismos que, en determinadas coyunturas, hacen la vista gorda.
El origen de la fuga
“Desde la dictadura cívico-militar, la fuga presenta niveles muy elevados, independientemente de la coyuntura política o económica, pero, durante los regímenes de acumulación financiera (del 76 al 2001 y en el último gobierno de Mauricio Macri), en ese tipo de modelo económico, en términos de Eduardo Basualdo, se da un vínculo estrecho entre el endeudamiento y la fuga de capitales”, dice Rúa. Agrega que, en esos casos, la fuga se financia con endeudamiento externo. “Son procesos de elevado endeudamiento del sector público y privado, con diferencias en cada uno de los procesos. Y ese endeudamiento, junto a sistemas de libre cambio, financia la compra de moneda extranjera por parte de residentes locales, y luego, la salida al exterior de esa moneda”.
Si todo es fuga de capitales, nada es fuga de capitales
Florencia Médici, investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional de Moreno, prefiere no hablar de fuga de capitales porque afirma que, técnicamente, incluye desde los grandes evasores hasta los pequeños ahorristas que compran 200 dólares en el mercado negro. “El problema es que la diferencia entre las definiciones no es sutil. Para tomar extremos, algunas veces se habla de fuga como el resultado de todo dinero derivado de actividades ilícitas (por ejemplo, droga) o de evasión impositiva. Otras veces, se habla de fuga como el dinero principalmente de grupos concentrados, que utilizan sus excedentes/ganancias para comprar dólares y 'llevárselos' del país. En el medio, según esta última definición, también están los dólares que compran los trabajadores con sus ahorros. Por eso, siempre recomiendo que, para empezar una discusión, se pregunte cuál es la definición. Esto parece algo tonto, pero realmente hay confusión sobre esto. Y si no sabemos esto, tampoco podemos medirla, saber cuán importante es, y menos, hacer algo para reducirla”, dijo a Télam.
Que la deuda la paguen los que la fugaron
El proyecto de ley del Senado, que tiene el apoyo del Gobierno, apunta a que quienes fugaron capitales y no declararon esas cuentas paguen el 20 % del valor de lo que hayan sacado del país para pagarle una parte de la deuda al Fondo Monetario Internacional. Si se aprueba esa ley, se levantaría el secreto bancario y las instituciones involucradas podrían detectar esas cuentas.
Arbizu sostiene: "Si creás un fideicomiso en el extranjero y se depositan los dólares en el extranjero, el único que va a disponer del dinero es el Estado con el permiso con el FMI”. Y agrega: “Supongamos que se recauden 1000 millones de dólares: es importantísimo porque se va a dar un gran debate cultural. El argentino medio habla más del riesgo país que de la fuga de capitales”, dice. Y cuenta que, hace poco, “un hombre en situación de calle hablaba con un muchacho que le llevaba la cena sobre el riesgo país, que es culpa de la evasión; no lo entiende porque los medios lo taladran con una parte del tema”.
Médici no es tan optimista respecto del proyecto de ley. “Ese proyecto está hablando de evasión impositiva que termina en un paraíso fiscal, de evasión fiscal. El problema es que Argentina cobra en pesos y al FMI le debemos en dólares”. De todos modos, aclaró que, si se recauda dinero con ese proyecto, va a servir para bajar el déficit fiscal, que es lo que quiere el FMI.
El mito de los paraísos fiscales
“Los países que reciben la mayor parte de la fuga de divisas son los que se conocen como 'guaridas fiscales', que son jurisdicciones que tienen un alto nivel de secreto fiscal y financiero, son reticentes al intercambio de información y cuentan con algunos privilegios impositivos o regímenes preferenciales. A diferencia de lo que suele pensarse, no son solo pequeños países con escaso desarrollo. Gran parte de los países centrales hoy se comportan como guaridas fiscales. Estados Unidos, algunos países europeos y muchos países que están bajo la influencia política o económica de Estados Unidos y Europa", dice Rúa.
Arbizu coincide: "El 70 % de los bienes no declarados está en Estados Unidos. En el imaginario de la gente, están en lugares exóticos, como las Islas Caimán o las Vírgenes. Nunca estuvieron ahí. Es que ¿quién va a confiar sus ahorros al sistema financiero de Belice? Tenés una sociedad offshore constituida en Caimán o Maldivas, y la cuenta de los activos, en Miami, Nueva York, Suiza".
Más allá del camino que siga el proyecto del Frente de Todos, lo cierto es que es una injusticia indiscutible que la deuda por 100 años que tomó el expresidente Mauricio Macri la paguen los que menos tienen. Los que viven como fuga cada peso que sale de sus bolsillos, en el caso de que tengan trabajo, para pagar cuentas o comprar comida.
Fuente: Romina Calderaro para Télam
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