De “la inmensa emoción” a “la incertidumbre”: vivir el retorno del agua al secano lavallino
Paula Jofré, de 23 años, es parte de la comunidad huarpe Paula Guaquinchay, de La Asunción. Con sus propias palabras, contó sus sensaciones y sentimientos luego de 15 años sin que el agua llegara al norte provincial por el Río Mendoza. La necesidad de mantener sus campos y animales.
Foto del regreso del agua por el río Mendoza en La Asunción. Foto: gentileza Paula Jofré
El verano de 2024 quedará grabado en la memoria de las y los habitantes del secano lavallino. El “regreso” del agua al lecho del río Mendoza, en lugares donde hacía más de una década que no se veía ni una gota, fue uno de los sucesos de esta temporada, que fue marcada climatológicamente por el fenómeno de El Niño. Las precipitaciones, cercanas a un año “normal”, alimentaron el río Mendoza y cambiaron la postal del cauce arenoso por una más parecida a la que recordaba la población adulta de Lavalle.
Muchas fueron las noticias sobre el histórico regreso del agua. Sin embargo, más allá de la algarabía, los pronósticos metereológicos dudan sobre la posibilidad de que la temporada con este nivel de precipitaciones se extienda en el tiempo, más aún en medio del cambio climático. En este marco, buscamos la palabra de alguien que tenga historia en el secano y encontramos a Daniela Jofré, de 23 años, que es parte de comunidad huarpe Paula Guaquinchay, de La Asunción.
Foto: gentileza Paula Jofré
A Daniela le pedimos que escribiera cuáles habían sido sus sensaciones al observar en su comunidad el retorno del líquido vital y qué les había sucedido a ella y a su familia. A continuación, compartimos el texto que nos envió y agradecemos su colaboración.
El regreso del agua al río Mendoza fue una gran alegría para el secano lavallino. Ya que, luego de 15 años de ausencia, volvió una esperanza.
Las comunidades huarpes son 11, de las que tres están a orillas del río Mendoza: mi comunidad Huarpe Paula Guaquinchay de La Asunción, la comunidad de San José y la comunidad de Lagunas del Rosario.
Todo el secano atraviesa una dura sequía, la cual ha provocado un gran número de pérdidas en la producción ganadera.
Creemos que, con el regreso del agua, una parte de la vegetación de estas tres comunidades puede componerse y así poder salvar nuestro ganado caprino y vacuno, que es de lo que gran parte de los habitantes vivimos.
Y tenemos la esperanza de que las lluvias lleguen hacia las demás comunidades hermanas, donde el agua del río no llega. Pero, primero, la lucha antigranizo debe cesar en el territorio huarpe, ya que es uno de los principales motivos de las escasas lluvias. El pueblo lleva un reclamo de hace años para que estos no vuelen sobre las comunidades y dejen llover.
Las Lagunas de Guanacache han revivido con la vuelta del agua.
He observado la inmensa emoción en los adultos, como mi madre y padre, y ni hablar de la emoción de mi abuela (78 años), que fue nacida y criada en Asunción, al ver el agua correr por nuestros terrenos. Ver la emoción de mis hermanos pequeños por ver el agua en el río por primera vez en su vida. Todo esto me ha generado una mezcla de emociones. Primero, mucha emoción y alegría. Pero también mucha incertidumbre, preocupación, por saber si esto durará mucho o poco tiempo, porque la necesitamos para que nuestros campos y animales no mueran, para poder sobrevivir.
Foto: gentileza Paula Jofré
Para que nuestro legado siga, para que las Lagunas de Guanacache sigan con vida, para que prevalezcan esos relatos de vida que mi abuela Rosa me contaba desde que yo era muy pequeña, para que nosotros podamos vivir. Ella me contaba que nuestros ancestros cultivaban trigo, pescaban y tenían un gran número de animales.
Ojalá que las autoridades escuchen nuestros pedidos, que no sigan olvidándose de nuestro PUEBLO HUARPE, de quiénes somos, de la dura historia que pasaron mis antepasados. De todos los derechos que nos merecemos, uno de ellos es agua. Ojalá que el agua del río Mendoza siga corriendo por los suelos lavallinos, que siga dando vida y esperanza por muchos años al territorio.
Soy una joven de 23 años que amo y defiendo a mi pueblo, mis raíces y quiero quedarme aquí, quiero progresar junto con mis padres en nuestra producción caprina. Y somos muchos los jóvenes que queremos quedarnos, pero necesitamos que el agua siga corriendo para que nuestra vegetación mejore. Y poder continuar trabajando en nuestros emprendimientos.
El AGUA ES VIDA.
Fuente: Con la colaboración de Paula Jofré
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