De la identidad judía a los discursos sobre los que se para el antisemitismo
A propósito de la serie “Iosi, el espía arrepentido”, Unidiversidad indagó en las diversas formas de ser y comprender el judaísmo. También consultamos sobre las razones del antisemitismo y sus estrategias para justificar discursos xenófobos.
Imagen: ADN 40
La ficción, en ocasiones, es una puerta interesante que nos invita a pasar para observar, pensar, recordar o conocer distintos relatos e historias. Esto les ocurrió a muchas personas con Iosi, el espía arrepentido: la historia de un joven policía oriundo de Entre Ríos, asignado por la Policía Federal para infiltrarse en la colectividad judía en la capital de nuestro país.
La serie, basada en hechos reales y ficcionalizada a partir del trabajo periodístico y de investigación de Miriam Lewin y Horacio Lutzky, indaga sobre los caminos que llevaron a los atentados a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994.
Sin ánimos de "espoilear", la motivación de Unidiversidad para construir esta nota tiene que ver con indagar en los discursos sobre los que se para el antisemitismo y, de alguna manera, acercarnos a las costumbres y cultura judía. Por esa razón, este medio dialogó con referentes locales de la colectividad.
La colectividad judía en Argentina
Según indica la página oficial “Colectividades” de Buenos Aires, en Argentina viven en la actualidad alrededor de 250 mil ciudadanos y ciudadanas judías. Es la más numerosa dentro del continente latinoamericano y la séptima en el mundo.
Germán Leyens, que fue un participante activo del Centro Cultural Israelita, ayudó a comprender la llegada de judíos a nuestro país. “En el siglo XX, empezaron las instalaciones de colonias en Argentina: Santa Fe, Entre Ríos, en el norte y, también, acá en Mendoza. No todos los judíos han tenido buenas posiciones económicas y muchos de los que se vinieron a Argentina lo hicieron por esos problemas, para subsistir”.
Las fuertes crisis económicas en Europa durante las primeras décadas del siglo XX también explican el flujo migratorio hacia nuestro país. De esas olas migratorias –como muchas otras en ese momento histórico– había un “interesante componente progresista”.
Pero ¿qué es el judaísmo?
Es interesante comprender que el judaísmo es más que una religión. Es decir, abarca una gran cantidad de aspectos que van más allá de la práctica religiosa. En diálogo con Unidiversidad, el cónsul honorario de Israel, Andrés Ostropolsky, nos aportó elementos para comprender a la comunidad judía como una “organización social”.
¿Qué quiere decir esto? Que el judaísmo abarca “una serie de tradiciones, costumbres, formas de vida y valores”, completó Ostropolsky. De esta forma, podemos asegurar que las personas judías tienen sus propios rituales y costumbres, entre ellas, las que tienen que ver con el fallecimiento o las comidas.
Por ejemplo, en el duelo por fallecimiento, las personas judías se contienen de una manera específica, que abarca tres momentos de encuentro: uno a la semana, otro al mes y un último al año. Se trata de una vieja tradición que se mantiene en la actualidad. “En la primera semana –continuó–, gente de la colectividad o amigos de los deudos van todos los días por la noche a la casa a acompañar a la familia. Al mes, se hace otro encuentro. Después, al año, se hace un nuevo encuentro. De a poco, la persona, el deudo, se va reinsertando”, explicó a este medio el cónsul.
Las reglas de la comida "kosher" forman otra de las costumbres extendidas en el tiempo. Se trata de normas que señalan ciertos alimentos que no se pueden comer; por ejemplo, el cerdo o los animales marinos que no tienen escamas. “La explicación religiosa es que no se pueden defender; uno no está en igualdad de condiciones con un animal que no tiene igualdad de defensa”, señaló el cónsul.
Después de acercarnos algunas tradiciones de la colectividad, Ostropolsky explicó que esa forma de organización social “ha prosperado y se ha transmitido a través de los años”. En ese sentido, aseguró: “El judaísmo es una manera de encarar filosóficamente la vida”.
El judaísmo desde una perspectiva “integral”
Para dar cuenta de variadas voces y puntos de vista, Unidiversidad entrevistó también al rabino de la Sociedad Israelita de Beneficencia de Mendoza, Fabián Zajdemberg. En su opinión, la identidad judía debe entenderse como una “identidad completa”; esto quiere decir “vivir como judío dentro de la comunidad judía”, lo que incluye llevar adelante la religión, la fe, las festividades y la tradición judía de manera conjunta.
Si bien no desconoce que hay judíos ateos o con diversas identidades y pensamiento políticos, no dejó de señalar la importancia de la identidad judía como un todo. En ese sentido, afirmó: “Lo cultural no va alejada o por otro lado de lo religioso”.
Más allá de su punto de vista, el rabino reconoció la existencia de distintas maneras de definir qué y quién es judío. Algunas de estas definiciones asumen una posición negadora de la realidad: “Una aparente negación de lo que me rodea”, sintetizó. “No veo televisión, no voy al teatro, no estudio en la facultad, no voy a un colegio público, no voy al supermercado común, no uso un celular común, todo es ‘no’”. Otras personas judías que se van al extremo contrario. “Pierdo la propia identidad judía y me diluyo en una pseudoargentinidad general –que no existe como algo uniforme– y soy como todos. Entonces, no respeto las festividades judías, no respeto el ciclo de vida judío, no tengo valores propios”.
Entre esos extremos, Zajdemberg situó su opinión: “Yo creo que el judaísmo más auténtico es abriéndome a la sociedad: manteniendo mi identidad, mi familia, mi futuro y mi vida, pero abrirme por completo”. Es decir, llevar una vida judía lo más completa posible, pero sin desconocer el contexto que los y las rodea.
Esta idea se relaciona con un judaísmo más tradicionalista –con el que se identifica Zajdemberg–: “Que le da un enorme valor a las tradiciones –que tienen un valor obligatorio y que debemos seguir respetando–, pero que entiende que siempre el judaísmo se adaptó al tiempo y lugar donde le tocó vivir. Entonces, hay una tradición potentísima que debo respetar, pero que se enriquece constantemente con el aquí y ahora”.
Estado de Israel
En el diálogo con los entrevistados, fue inevitable tocar el tema de Israel y sus orientaciones en distintos aspectos. Ostropolsky hizo hincapié en el importante desarrollo de ese país, Zajdemberg alertó sobre la crítica a Israel y Leyens se diferenció.
En primer lugar, Leyens manifestó diferencias con las posiciones tradicionales por las “políticas en relación con Palestina”. De hecho, expresó que, de momento, es difícil el intercambio con las expresiones del judaísmo arraigadas al Estado de Israel. Por lo tanto, aseguró: “No existe una concepción unificada, uniforme, homogénea del judío. No solo en el tema religioso, sino en lo político, en lo cultural; es una concepción diversa según la clase social, la historia, etcétera”.
Del otro lado, el rabino de la Sociedad Israelita de Beneficencia reflexionó: “No es que no sea válido criticar a Israel, pero atrás de la crítica desmesurada hay un violento antisemitismo. No es que yo no pueda criticar lo que hace Israel, pero que Israel es el principal violador de los derechos humanos es una grosería y es falso”. “No se juzga así a ningún otro país”, advirtió.
En ese contexto, aseguró: "En la Sociedad Israelita de Beneficencia, siempre tuvimos –y tenemos– un vínculo muy estrecho. Entendemos que la identidad judía y la vida judía van siempre en conjunto con el Estado de Israel”.
Por su parte, el cónsul acercó y destacó valores que Israel sostiene. Ejemplificó con una máxima del judaísmo: “Tikún Olam” o “reparar el mundo”. “Significa que cada uno, desde el lugar donde está, tiene que hacer que el lugar donde uno vive, donde uno trabaja, donde uno estudia, sea cada día un poquito mejor: así de simple”, explicó.
En ese sentido, destacó el actual desenvolvimiento del Estado de Israel bajo la lógica del "Tikún Olam": “Hoy es un país que tiene 8 universidades, 12 premios Nobel, un lugar turístico por excelencia, polo gastronómico, polo cultural”.
El antisemitismo
“El antisemitismo tiene que ver con una cuestión central, que es el odio al judío per se, sin justificación alguna”, introdujo Zajdemberg. “Hay –continuó– como un espíritu antisemita que durante 2000 años se nos metió o se metió en lo más profundo del inconsciente, especialmente occidental, que es muy complejo sacar”.
Agregó que tanto el “maltrato a la mujer” como al judío es “un elemento que está en el ADN de la cultura occidental”. De esta manera, siguiendo a Zajdemberg, el antisemitismo tiene que ver con el rechazo a las personas que piensan distinto a lo hegemónico. No obstante, se trata de una discriminación que Occidente “está tratando de sacarse de encima –con bastante éxito– en los últimos 70 años”, según su óptica.
En esta misma línea, una gran incentivadora del antisemitismo fue la Iglesia católica. Así sea por razones de discriminación o disputa religiosa, lo cierto es que existió una fuerte persecución por parte de este sector. Zajdemberg nos explicó que las personas judías eran “acusadas de haber matado a Dios, de un ‘deicidio’, de matar a Jesús”. Fue recién en Concilio Vaticano II, celebrado en 1960, cuando esta postura dejó de ser oficial.
También Leyens aportó a comprender al antisemitismo desde una visión “social”. “La caracterización del judío como una persona avarienta, interesada en el dinero, buena para el negocio, es una construcción que existió y dominó hasta hace algunas décadas”. Leyens aclaró: “Le tocó desempeñar esas tareas porque estaba prohibida su participación en otras actividades, no se podía desarrollar ni académicamente ni profesionalmente”.
“El mito de que al judío no le importa más que el propio judío, la riqueza material, o que no necesita más que sus negocios, fue muy estimulado en la época del nazismo con Hitler. Trataban de explicar que la responsabilidad de la crisis económica y social que vivía Alemania era de los judíos”.
Hacia fines del siglo XIX –continuó Leyens– empezaron a consolidarse teorías conspiracionistas: “Surge el 'Plan Andinia' con la idea de que los judíos querían apoderarse de zonas de Argentina y de otros países para poder construir su país en esos lugares. Eso fue una fuente para políticas antisemitas, de odio contra los judíos. En el fondo, lo que se expresa es una xenofobia”.
Finalmente, señaló que los vínculos del judaísmo con ideas políticas y sociales contestatarias sirvieron como fundamento para la persecución. “En Europa central, a principio del siglo XX, hubo mucha intelectualidad judía relacionada con movimientos políticos y sociales de esa época. Entonces, también hay en el antisemitismo una gran carga de macartismo, porque se relaciona lo judío con lo 'rojo'”.
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