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El Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni) presentó el "Estudio de alimentación en la infancia temprana", el cual reveló que la calidad nutricional de la dieta infantil argentina va disminuyendo progresivamente a medida que los chicos crecen.
Imagen ilustrativa tomada de pixabay.com
Cuatro de cada diez niños menores de tres años se alimenta de forma poco saludable, por el alto contenido de azúcar, grasas y sodio en los alimentos, reveló un estudio que analizó el patrón de alimentación de casi 500 chicos que residen en las principales ciudades de la Argentina. El trabajo, denominado "Estudio de alimentación en la infancia temprana", fue realizado recientemente por el Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni) e incluyó a 498 niños menores de tres años de la C.A.B.A., el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza, que debieron completar un registro de consumo de alimentos y bebidas durante siete días.
Según explica el documento, "la exposición a los alimentos en la primera infancia (0 a 3 años) cumple un papel trascendente en la conformación de hábitos para toda la vida, ya que en esa etapa se forman circuitos cerebrales de gratificación y recompensa que consolidan conductas alimenticias a futuro".
Sin embargo, el relevamiento demostró que entre los seis meses y el año, el 24 % de los niños presentaba un patrón alimentario "en el que regularmente incorporaba opciones poco saludables, valor que aumentaba al 42 % entre los niños de uno a dos años y al 45 % entre los de dos y tres años", detallaron. Así, la investigación concluyó que, si se toma en conjunto a todos los niños de entre seis meses y tres años, cuatro de cada diez presentan un comportamiento alimentario poco saludable.
"Entre esos actos de ingesta poco saludables, un tercio correspondió a panificados y galletitas ricos en azúcares y grasas (35 %); una quinta parte, a jugos y gaseosas (18 %) y a pizza, empanadas y sánguches (10 %), mientras que el restante 37 % estuvo compuesto por otros tipos de alimentos de pobre calidad nutricional", precisaron.
Además, el estudio mostró que casi la mitad de los niños de entre seis y 11 meses (46 %) consume leche de vaca, un alimento que, por su composición de proteínas y minerales, "no es recomendable para ese período de la vida".
En tanto, una cuarta parte (25 %) de los niños menores de tres meses "ya había incorporado de manera precoz alimentos, bebidas y/o infusiones, valor que aumentaba a uno de cada tres niños antes de cumplir los seis meses", señalaron. “Durante los primeros seis meses, se recomienda que los niños sólo reciban leche materna. Sin embargo, en nuestro país existe una tendencia a la incorporación precoz de alimentos y bebidas”, sostuvo María Elisa Zapata, nutricionista del Cesni y una de las investigadoras que realizó el estudio.
“Lo que marcan los datos de este análisis es que la calidad nutricional de la dieta de los niños va disminuyendo progresivamente. Se evidencia una tendencia descendente a medida que el niño crece, socializa y comienza a alimentarse con (y como) el resto de su familia”, agregó.
Intervenir a tiempo
Por su parte, el pediatra y director del Cesni, Esteban Carmuega, afirmó que "la incorporación precoz de alimentos ricos en azúcares, sodio y grasas no sólo disminuye la calidad global de la dieta, sino que puede interferir con los complejos fenómenos hipotalámicos que determinan nuestras preferencias alimentarias a lo largo de la vida”. Recordó que a partir del año, los niños deben incorporarse a la mesa familiar y adquirir los hábitos y cultura de su entorno, pero sin por ello perder el rol tutor que deben tener los adultos en esos aprendizajes tempranos.
"Con todo lo positivo que esa etapa ofrece en términos de socialización, lo cierto es que en este estudio se evidencia una inclusión precoz de alimentos poco saludables, con la promoción de hábitos propios de otras edades”, retomó Zapata.
Carmuega graficó: "Si un niño de dos años quiere cruzar la calle solo, los padres identifican ese peligro, no lo permiten y le sostienen la mano con firmeza. Sin embargo, ante elecciones alimentarias poco saludables, los padres no se alertan por las consecuencias que pueden representar a largo plazo". "Los niños no tienen asociaciones estructuradas, como que el café se bebe con leche o que el mate se acompaña con bizcochitos. Entonces, uno puede explorar asociaciones que potencien su ingesta nutricional, como cereales no azucarados, adecuados para niños, acompañados con frutas, o carne con verduras, y así ir sembrando hábitos de alimentación que promuevan una adultez más saludable”, completó el especialista.
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