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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Antropólogos de la UNCUYO llevan adelante un proyecto para analizar restos del cementerio de Capital y sumar material para su osteoteca.
Foto: Ariella Pientro
Los huesos hablan, nos cuentan historias, nos permiten resolver crímenes o determinar enfermedades que existían desde hace muchos años. Esto es precisamente lo que un grupo interdisciplinario de investigadores y antropólogos de la UNCUYO intenta ejecutar en el cementerio de la Capital. Entre las exploraciones que se llevan a cabo, buscan conocer, a través del estudio de los huesos, cómo era la sociedad mendocina de hace 30 años atrás y sumar experiencia forense para realizar aportes científicos al Ministerio Público Fiscal.
“Este proyecto trata sobre la construcción de una osteoteca, que significa formar una colección de esqueletos documentados, para así determinar su formación, el sexo, la identidad, fecha de muerte, para de esta manera hacer una investigación y conformar una colección de referencia”, destacó a Unidiversidad Daniela Mansegosa, docente y arqueóloga del CONICET.
Este proyecto está encarado desde un abordaje interdisciplinario, es decir que entran en interacción varias disciplinas como la arqueología, la historia, la entomología, la geografía, etc.
Por consiguiente, Sebastián Giannotti, docente y arqueólogo del CONICET afirmó: “Nosotros estamos trabajando en este proyecto desde inicio de este año, estamos en una etapa preliminar del mismo y actualmente estaríamos concluyendo la primera campaña, ya que la idea es realizar estos proyectos de forma anual. La próxima etapa se realizará específicamente en los laboratorios, donde se realizarán los análisis correspondientes y recién allí se podrán obtener los resultados forenses que estamos buscando”.
Cuando los huesos hablan
Más allá de la ficción, parece increíble determinar que a través de los huesos se pueda determinar la edad, el sexo, la complexión, a qué se debió su muerte o definir cómo fue su forma de vida. Para ello, los análisis, los estudios en los laboratorios y el avance de la tecnología permiten identificar como vivían nuestros antepasados con tan sólo un hueso humano.
“En términos generales, los resultados apuntan a tres grandes pilares: en primer lugar, aportar experiencia en el recurso didáctico para aquellos estudiantes de antropología y antropología forense, en el marco de las prácticas profesionales; por otro lado, se puede analizar las condiciones de vida (a través de los huesos) de la sociedad mendocina, más precisamente de la década del ’80 y del ’90; finalmente, el tercer pilar tiene que ver con el desarrollo de metodologías para estimar los distintas edades, sexo, enfermedades que pueden ser usadas en el ámbito forense”, remarcó Giannotti.
“Desde el punto de vista pragmático podemos admitir que hoy las sociedades viven más tiempo por lo cual, en términos muestrales, vamos a poder analizar los cuerpos para especificar los elementos, las patologías, las enfermedades, los indicadores que nos pueden hablar de la salud y la dieta de esta época”, continuó el investigador.
Los expertos mendocinos que logran que los huesos hablen
Sabuesos de los indicios que deja la muerte cuando ya lo único que queda de quien alguna vez fue una persona son sus restos. Tienen una mirada aguda, entrenada, un ojo clínico tan preciso y con tanta experiencia que les permite saber, con sólo uno de sus sentidos y simple vista, que eso que tienen frente a ellos es un hueso humano.
Estas investigaciones pretenden ayudar a construir metodologías y formas de chequear los estándares internacionales para compararlos con la población local mendocina y así determinar su exactitud. “Tener metodologías regionales, en base a poblaciones locales, resultan más ajustadas que los propios estándares de afuera. Así se puede ajustar las investigaciones y acotar rangos de búsquedas para determinar fehacientemente la edad, el sexo u otros elementos”, concluyó Mansegosa.
De las excavaciones al laboratorio
La excavación y exhumación de los esqueletos comienza primeramente en el estudio documental del individuo, lo que lleva a obtener información fidedigna de quién era, cuando murió, que edad tenía. Acto seguido, se debe identificar las sepulturas de aquellos esqueletos que están dados de baja en los registros del cementerio para recién allí comenzar la excavación.
A continuación, se trabaja sobre los sedimentos y tejidos que envuelven al esqueleto, obteniendo las muestras necesarias para su análisis. Luego se miden las condiciones del suelo y las condiciones del ataúd, para de esta manera, tomar las muestras de las maderas, las vestimentas, los metales y todo aquello encontrado bajo tierra.
Una vez realizado este proceso, se llevan todos los materiales hallados para ser analizados en el laboratorio para definir los tiempos de degradación y así determinar un parámetro que luego puede ser utilizado por los forenses para determinar causas judiciales.
Finalmente, una vez llegado al esqueleto, se expone al individuo para establecer la posición en la que se encontraba originalmente y así realizar un registro fotográfico, fílmico y de datos encontrados. Posteriormente se comienza a extraer los huesos, se los limpia de los sedimentos y tejidos y se los coloca en bolsas etiquetadas para diferenciarlas y llevarlas al laboratorio.
Cómo se inicio del proyecto
La idea y concreción de este proyecto se realizó en el marco de la cátedra de "Bioarqueología" de la carrera de Licenciatura en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras, UNCUYO, cuyos docentes a cargo son la Dra. Daniela Mansegosa y Lic. Sebastián Giannotti.
En este marco, el fue declarado como de interés científico por el Cuerpo Médico Forense y Criminalístico (Director Dr. Javier Salinas Díaz), el Ministerio Público Fiscal (Procurador Dr. Alejando Gullé) y la Facultad de Filosofía y Letras (Decano Dr. Adolfo Omar Cueto).
Además, cuenta con la colaboración y la autorizaron y del Cementerio Público de la Capital (José Curia) y el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (director Horacio Chiavazza), ambos dependientes de la Municipalidad de Capital.
Acuerdo entre la UNCUYO y el Ministerio Público Fiscal
Desde el 2018, la Facultad de Filosofía y Letras y el Ministerio Público Fiscal de la provincia firmaron un convenio de colaboración por el cual la Facultad aportó el capital humano y el conocimiento necesario para iniciar una base de datos de restos óseos de las morgues de la provincia. Gracias a este acuerdo, la Justicia comenzó a contar con investigadores que se dedican a colaborar como peritos y analistas en los casos que así lo requieran.
En este sentido, dicho acuerdo permitió al grupo de Mansegosa y Giannotit trabajar en el esclarecimiento del crimen ocurrido en el Carrizal hace 11 años, dónde se intenta aclarar el asesinato de Emilio Esteban Ghione, quien habría sido asesinado por parte de su familia.
El trabajo realizado por los investigadores contó con la realización de la búsqueda de los restos, la excavación y su posterior análisis de laboratorio. De esta manera, se trabajó como peritos en el marco del acuerdo que firmó la universidad y el ministerio.
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