Sí, el Tomba esperó 16 años para volver a jugar en su casa, el Gambarte. Finalmente, el sueño se volvió realidad. Tras días, meses y años de lucha, el Expreso regresa al Barrio.

Precisamente, hablamos de 5575 días desde su última función en el Feliciano Gambarte. Para hablar de su “último baile” nos tenemos que trasladar al 18 de junio de 2005. Ese día, su rival fue Tiro Federal por la antigua B Nacional, hoy conocida como Primera Nacional. Aquella tarde, el Tomba saltó al campo de juego sin saber que sería su última función en años.

El partido en sí no fue para nada trascendente, ya que los equipos igualaron sin goles, pero el condimento especial es que fue el último compromiso en el patio de su casa. Si repasamos el once de aquel día, a más de uno se le llenará la cabeza de recuerdos. Esa tarde formó con Diego Pozo; Leopoldo de la Vega, Leonardo Gómez, Marcos Barrera, Darío Salomón; Enzo Pérez, Daniel Garipe, Federico Díaz, Enzo Cappa, Marcelo Rivero y Daniel Giménez. El técnico era Juan Manuel Llop.

Después de aquel 18 de junio, Godoy Cruz comenzó a disputar sus encuentros en el Malvinas Argentinas y, hasta el día de hoy, el Tomba utilizó el Gambarte para disputar partidos por Liga Mendocina, algún que otro amistoso, compromisos correspondientes a la Reserva y sede de Copa Mendoza; de esta última, jugó un partido a cancha llena en 2019 contra Rodeo del Medio. Más acá en el tiempo, tenemos el fútbol femenino diciendo presente en el mítico estadio.

Ahora, todo quedó en un segundo plano porque este sábado, desde las 14.00, Godoy Cruz reestrenará el Feliciano Gambarte frente a Arsenal y, por primera vez, se disputará un duelo de Primera División en el verde césped de la casa bodeguera.

Sin dudas, será un hito en la historia del fútbol mendocino. Años y años de espera que por fin tendrán sus frutos para el hincha del Tomba que no durmió por noches para aportar su granito de arena, para que el deseo de todos se hiciera realidad. Así, el dicho “A Godoy Cruz lo hace grande su gente” quedó más que comprobado. Salud para el pueblo bodeguero, el sueño está a la vuelta de la esquina.