De todos los gobernadores con los que trabajó en 30 años de carrera, en especial durante los períodos en que presidió la Suprema Corte, Jorge Nanclares, destacó la figura de Alfredo Cornejo, al que describió como un obsesivo de las reformas en el Poder Judicial, al tiempo que consideró que el mandatario tiene una preocupación real por el tema.  

¿Cómo logra el equilibrio entre las autoridades del Ejecutivo y las del poder que usted preside?

Entiendo que periodísticamente sea más interesante la pelea que la armonía como la mala noticia que la buena, pero hay una colaboración institucional que está demostrada en los hechos. Hemos tenido el gusto y el honor de participar en la redacción del Código Procesal Civil, de tener contacto diario con el ministro de Gobierno (Dalmiro Garay) y el subsecretario de Justicia (Marcelo D’ Agostino) y de tanto en tanto la visita del gobernador, quien nos obsequió un facsímil similar al de una ley, con una dedicatoria especial por el servicio que hicimos de redactar el Código y de acercar la justicia al pueblo. En esto tenemos una comunidad de ideas y objetivos. Todos sabemos que el gobernador es un obsesivo de la eficiencia en el servicio y también es un obsesivo en que hay que hacer las cosas con los recursos humanos que tenemos. No quiere agrandar el Estado y esto nos puede complicar un poco, pero cuando hagamos la reingeniería de procesos y pasemos a un proceso de oralidad, probablemente tengamos que también adaptar el personal a cumplir otro tipo de funciones.

Seguridad y justicia: se viene la octava ley de Cornejo

Quieren dar más celeridad a los procesos judiciales, \modernizarlos\ y hacer que los cambios rijan en toda la provincia.

¿Usted ha presidido la Corte con distintos gobernadores, con cuál tuvo más empatía para el trabajo?

Diría que Cornejo ha sido un gobernador que se ha preocupado verdaderamente por reformar la Justicia y tenemos una comunidad de puntos de vista que hace que trabajemos juntos por eso. Esto no significa que el día de mañana podamos tener algún tipo de diferencias o le pueda molestar una resolución judicial, o le pueda incomodar una resolución judicial que perjudique a su gestión.

 ¿Hay temas que antes resolvían a nivel polìtico y ahora los debe resolver la Justicia?

Sí, hay un doble juego de superposición, de los políticos que acuden a la Justicia y de los jueces que se dejan influenciar por la política. Y ni uno ni otro es bueno, de todas maneras, los problemas institucionales los tiene que resolver la Justicia porque nosotros somos los custodios de la Constitución y cuando la cosa es dudosa lo tiene la que resolver la Justicia. La Justicia en esto es bastante prudente, muy prudente, porque se ha dicho que los legisladores de la minoría no pueden judicializar un caso porque perdieron la votación, salvo que realmente se viole la Constitución, entonces si se viola la Constitución no hay ley -aún aprobada por mayoría- que tenga validez. Esa es una gran responsabilidad que tiene el juez, porque tenemos el control de constitucionalidad de oficio y lo puede hacer cualquier juez, cualquier juez puede declarar inconstitucional una ley, entonces hay que ser muy prudente también, por ahí la ley me puede no gustar y si no me gusta es la ley que la sociedad votó para que sea válida, salvo que realmente sea una aberración y entonces ahí sí se declara la inconstitucionalidad de oficio. Creo que hay que ser muy prudente en la declaración de inconstitucionalidad, tiene que ser muy evidente, muy grosera, porque si no, entra en lo opinable y el límite que tiene el juez es la ley, no puede apartarse de la ley.